Las autoridades turcas han comunicado un nuevo balance de víctimas de los seísmos que sembraron el terror en Turquía y Siria hace cuatro días. Se han registrado más de 21.700 muertos y 79.400 heridos. Desde que la tragedia se apoderó de estos países, son muchas las personas que se han trasladado al continente asiático para realizar labores humanitarias. Adalberto González López es una de ellas.
Los ojos de este jerezano, de 36 años, han sido testigo del horror. Como militar de la UME (Unidad Militar de Emergencias) desde 2016, en el equipo de USAR, se despidió de su mujer y de su hijo de 10 meses el lunes para viajar al epicentro de una catástrofe que ha conmocionado a todo el planeta.
Hace unas horas acaba de rescatar junto a sus compañeros a dos niños y a su madre, que llevaba cinco días debajo del edificio de tres plantas que se les cayó encima. "Hemos hecho un túnel y el equipo de revelo hizo un trabajazo enorme que nos abrió el agujero que nos ha capacitado para hoy poder llegar hasta ellos", detalla Adalberto a lavozdelsur.es desde Turquía.
#ÚltimaHora
— Ministerio Defensa (@Defensagob) February 10, 2023
¡¡Militares de @UMEgob han rescatado con vida a un niño y a una niña!! y siguen trabajando para rescatar a la madre de los pequeños.💪💪👏👏
¡¡No nos rendimos!! #FuerzasArmadas 🇪🇸 #ParaServir 🫡 pic.twitter.com/EjFd7SvTr2
Para sacar a los tres sanos y salvos han estado desde las 11.00 horas de este jueves llevando a cabo distintas acciones como utilizar luces y comunicarse con la mujer. El jerezano menciona a Andres Deliz, su compañero, que no dudó en meterse en el agujero, donde ha estado "prácticamente atrapado, picando y en contacto con la mujer continuamente". Ambos se han arrastrado por el túnel y, en cuanto han podido, han abierto un hueco para poder suministrar bebidas con suero a las víctimas para que pudieran hidratarse.
"El ambiente es desolador, está todo completamente destruido y se sacan muchísimos cadáveres", dice el militar que ve a padres comunicandoles dónde pueden estar sus hijos constantemente. "Los gritos. Muchos no quieren que nos vayamos aunque hayamos detectado que desgraciadamente esa víctima no tiene vida. Esto pega fuerte, es muy duro", expresa.
Para Nuria Ruiz, su compañera de vida, "es un héroe en casa y fuera de ella". Solo tienes palabras de cariño y admiración para él. "Yo estaba trabajando, me llamó para decirme que venía a casa a recoger unas cosas que tenía aquí", dice la jerezana, que se quedó tratando de asimilar que, una vez más, se marchaba.
Adalberto, que aún no tiene billete de vuelta, se pasa las horas ayudando a rescatar a personas y removiendo escombros. A su alrededor, solo palpa la destrucción. "No puedo dejar de llorar cada vez que me llama y me cuenta todo lo que está viviendo allí", confiesa Nuria.
Según le cuenta Adalberto a su mujer, en los ojos de cada bebé que rescata, ve los de su hijo. "Me dice que lo que está viendo allí no sale ni en las películas, es lo más fuerte y duro que ha visto en su vida", comenta.
El jerezano, en la llamada telefónica, declara que continúa "manteniendo la esperanza de que siga habiendo gente viva, vamos a ir a por ellos". Sigue en primera línea pese al frío. "Al final, después de tanta desgracia, nos quedamos con la recompensa de haberles sacado. Eso es lo que hace que diga que merece la pena estar aquí", comenta.
No es la primera vez que este jerezano coge aire para afrontar crisis y catástrofes. Carga a sus espaldas numerosos incidentes ante los que no pierde la calma. En 2020 Adalberto se entregó en cuerpo y alma en la pandemia para hacer su trabajo. Mientras muchas personas teletrabajaban desde casa, él y sus compañeros salían a las 6.00 horas y no volvían a ver a sus familias hasta las 23.00 horas.
"No paraba de desinfectar hospitales, clínicas de ancianos, colegios, miles de edificios públicos de los que sacaba a muchos fallecidos, ha tragado muchas cosas feas", detalla su pareja, que ha expresado todo su amor en una publicación de Facebook.
"Pone todas sus ganas y su corazón"
En 2021, fue uno de los tantos militares que se desplazaron a La Palma para ayudar mientras la lava del volcán avanzaba destrozando pueblos. Un mes realizando labores de rescate de vecinos y animales, y trataron de recuperar los objetos que muchas personas daban por perdidos. "Él trataba de tranquilizar a las personas que lo perdían todo por culpa de la lava. Vivirlo en primera persona no tiene nada que ver con verlo por la televisión", añade Nuria que no termina de acostumbrarse a este trabajo.
Al igual que "él lo pasa mal", ella también y asegura, con un hilo de voz por la emoción, que "es difícil llevarlo porque sientes miedo, sientes incertidumbre de qué va a pasar, cuándo lo vas a volver a ver".
Nuria es la voz de las familias de todos los profesionales que, como Adalberto, en estos momentos se encuentran realizando labores de emergencias. Todas esperan lo mismo, que vuelvan pronto a casa.
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