El autor más trascendente e influyente desde que el carnaval regresara a su nombre cabal y a su fecha tradicional, el hombre que más ha impactado en tres de las cuatro modalidades (coro, primero, chirigota y cuarteto) tiene una clave: "A mí me interesa el qué, no el quién. Por qué deja alguien de ir al Falla, no los premios que tenga o lo conocido que sea".
Prefiere reservar su nombre en el anonimato -con el que firmó tantas obras maestras- porque "ya sabes cómo se pone todo el mundo con el Concurso, que esa es otra, la importancia desmesurada que se le da" pero pone una pregunta esencial en el centro del debate.
¿Qué le pasa a una veintena de autores relevantes, premiados, con trayectoria brillante para que renuncien tan pronto y tan frecuentemente al COAC de forma temporal o permanente?
Como diría otro maestro, "ubiquemos la acción". Hasta el cambio de siglo, las figuras más reconocidas de la fiesta gaditana, y de su versión comercial u oficial en el Falla, se retiraban más allá de los 60 años, incluso los 70, cuando las fuerzas físicas ya empezaban a flaquear y el lógico hastío podía más que cualquier afición.
De Paco Alba, Fletilla, Quini o Villegas a Joaquín Quiñones o Antonio Martín, con sus fuertes altibajos y sus enormes polémicas, lo habitual era que los consolidados no fallaran un año a su cita con el Gran Teatro Falla durante varias décadas.
Con las lógicas excepciones -afortunadamente muy escasas- por motivos laborales o de salud, los grandes nombres legendarios se daban de baja del COAC a la edad en la que cualquiera se jubilaba habitualmente (por entonces no había tanta prejubilación) de un trabajo común, incluso más allá.
La nueva era
Con el cambio de siglo y la llegada de los más potentes medios de comunicación (televisión permanente y redes sociales con el resto de internet) la tendencia cambia. Quizás todo se vuelve más intenso, casi asfixiante, agotador o euforizante: el efímero triunfo y el hipotético fracaso, la exigencia, los ensayos, la competencia, el seguimiento, las audiencias, las giras.
Cierto es que cualquier hecho artístico y cultural, todo espectáculo -con una desbordada oferta de contenidos y opciones- ha cambiado en los últimos 15 años. El carnaval no permanece al margen del mundo por más antiguo que sea. Es otro porque la sociedad es otra.
Una de las consecuencias es que los autores consagrados y premiados parecen llevar con cierto pesar su participación en el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval (COAC) cuando ya han acumulado más de dos décadas de trayectoria.
Mucho antes de cumplir los 60, incluso los 50 años, hasta una veintena de ellos renuncia durante una época larga, o de forma definitiva, a participar. La lista de nombres es llamativa por el prestigio y el número.
David Márquez Carapapa y Juan Carlos Aragón coincidieron en montar agrupaciones al margen del concurso durante varios años. Eso sí, alegaron fuertes desacuerdos con la organización municipal de la época.
Martínez Ares estuvo 13 sin participar, mientras desarrollaba una notable carrera como compositor y cantautor, antes de regresar. José Guerrero Yuyu, también sumó tres lustros sin pisar el escenario.
José Antonio Vera Luque se pasó a la chirigota de calle -"me gusta mucho, peligrosamente, creo que voy a repetir muchas veces"- y su año sabático amenaza con convertirse en década.
Tino Tovar forma parte del gran grupo de autores que se aleja durante un tiempo del COAC con antologías o espectáculos ajenos al Falla para recorrer decenas de escenarios.
Kike Remolino, Jesús Bienvenido y Antonio Pedro Serrano El Canijo alternan en los últimos años premiadas presencias con largas ausencias. Aún hay una decena de casos recientes o vigentes que podrían añadirse.
Aunque hay tantas explicaciones, motivaciones y excepciones como personas -se trata de decisiones individuales, casi íntimas- suman un número tan alto que llegan a tendencia y, por tanto, provocan algo parecido a un debate entre los aficionados.
Uno de los primeros elementos en la discusión debe consistir en lo que resulta nuevo y lo que siempre fue así. Por ejemplo, el carácter algo cargante, pesado, demasiado competitivo y poco espontáneo del COAC es motivo de crítica para muchos autores hace décadas.
Erasmo Ubera, uno de los coautores de Los borrachos que revolucionara el concepto de chirigota para siempre en 1992 defiende en público que "el Falla no es carnaval, es otra cosa y nunca va a cambiar. Es una batalla perdida".
La retirada de Selu García Cossío
El caso más reciente que recupera esta conversación entre los aficionados es la retirada de José Luis García Cossío. Renovador de la chirigota, inventor del tipo integral que aborda todas las facetas del personaje, ganador de cinco primeros premios y finalista casi crónico desde los primeros años 90 dice que lo deja.
Con ser llamativo, más lo parecen los motivos. Como decía el primer autor consultado, el qué más que el quién. Selu explica su precoz jubilación con términos como "sacrificio" y "desagradable". Así define sus últimas participaciones en el Gran Teatro Falla.
José Manuel Sánchez Reyes es uno de los autores más excelsos de la chirigota de Cádiz desde la década de los 90, sin apenas interrupciones. Comparte generación con muchos de los que se cansan o se toman un descanso de forma precoz, nacidos casi todos entre 1965 y 1975.
A su brillante trayectoria añade su condición de periodista especializado y aficionado de corazón: "El nivel de exigencia es grande a pesar de que esto siga siendo, para mí, folklore popular hecho por músicos y letristas aficionados. El cansancio mental es lógico en quienes llevamos muchos años. Se acentúa con los nocivos comentarios de las redes sociales".
Vera Luque: "Estoy muy de acuerdo con Selu, me veo muy identificado. En algún momento, las preocupaciones ganan de largo a los buenos momentos"
José Antonio Vera Luque, otro chirigotero con muchos primeros premios y una sarta de éxitos, comienza su análisis con una toma de postura clara: "Estoy muy de acuerdo con Selu, me veo muy identificado con lo que ha dicho al anunciar su retirada".
"Es más o menos el mismo sentimiento que tenemos muchos que pertenecemos, con algún año de diferencia, a una generación, a una misma época del carnaval".
"Al final, todo hacemos más o menos lo mismo: poner en una balanza lo bueno y lo malo, pararte a pensar. Llega un momento en el que empiezas a ver que la motivación no es la misma, las ganas. En una bandeja están las preocupaciones, no dormir, estrés, presión. En algún momento resulta eso que gana de largo a los momentos buenos", afirma Vera Luque.
Sánchez Reyes añade a la conversación un apartado que parece esencial, el generacional, la edad: "Hay que dar paso a la juventud. Es lógico, natural, hasta sano. Los últimos cuatro premios de chirigotas, como apuntaba Rober Gómez hace poco, son de autores jóvenes, alguno no tiene ni 30 años".
Ir o no ir es el nuevo dilema en vez de 'Ser o no ser'
"Ahora mismo, para 2026, los autores más veteranos en chirigotas somos Sheriff, Güeli Villegas, Yuyu y yo. No somos tantos. El resto son de una generación más joven, incluso dos".
"El cansancio físico que provoca un Concurso tan largo, meses de ensayo, el verano cantando los fines de semana... Es un ritmo difícil según a qué edades. Es más llevadero a los 25 que a los 50, como casi todo. No es fácil estrenar una obra al año con una exigencia que no está acorde con el carácter amateur de la mayoría de los que forman las agrupaciones", afirma el también periodista de Diario de Cádiz.
Sánchez Reyes: "Los cuatro últimos primeros de chirigota son de autores jóvenes, alguno ni con 30 años. Los veteranos para 2026 somos Sheriff, Güeli Villegas, Yuyu y yo. No somos tantos"
Su compañero de chirigotas Vera Luque lo comparte: "A ciertas alturas, con determinados años, cuando ya has vivido tantas cosas y has ganado premios, has ido a muchos sitios y has conocido a mucha gente quedan menos estímulos".
"Quedan las ganas de más experiencias con los amigos, los buenos ratos, las comidas, de ensayos de reírte y actuaciones sin presión, fuera de Concurso. Con los años quieres la parte de pasártelo bien y huyes de la parte negativa: el estrés, buscar las letras y cambiar hasta última hora".
"Selu, Yuyu y yo, como más gente, tenemos el añadido de que también cantamos. A escribir y montar la chirigota se suma prepararte para cantar bien, no fallar, aprenderte las letras. A mí esto último, parecerá una tontería, es lo que más me agobiaba. Siempre he sido buen estudiante, tengo buena memoria, pero me costaba mucho lo de las letras".
"Si vas al Concurso, al final no compensan esos ratos de alegría por todo el tiempo que llevas preocupado y dejando de lado otras muchas cosas para estar centrado en la chirigota o la comparsa porque te piden un nivel y una calidad".
"Cuando has ganado alguna vez ya no puedes ir al Falla con cualquier cosa, de aquella manera, relajado, ni decir que te da igual quedar el número 20. Ni el público espera eso de ti ni tú estás cómodo, ni el grupo lo aceptaría".
Vera Luque descubrió la chirigota callejera, sin COAC, hace pocos años y está deslumbrado: "Es que te quedas sólo con lo bueno, los ratitos, cantar a gusto, sin presión, sin necesidad de viajes, sin manejar dinero ni burocracia por cantar con tu grupo del Falla en teatros y escenarios, que prácticamente es un segundo empleo con su documentación, sus requisitos".
"Cuando has ganado ya no puedes ir con cualquier cosa, relajado, ni decir que te da igual quedar el número 20. Ni el público espera eso de ti ni tú estás cómodo, ni el grupo lo aceptaría"
Como resumen, el chirigotero sugiere preguntar al "chaval de Los calaítas, Alejandro Pérez. Llevará un año recogiendo cosas muy bonitas con el primer premio pero también soportando otras que no conocía, cierta depresión o el agobio de una agenda abarrotada de compromisos".
"Cuando tienes 20, 25 años le echas mano a todo. Tienes hambre de saber qué pasa cuando ganas o cuando te vas en autobús al quinto pino. Todo es nuevo. Cuando lo has vivido 20 años, con los altibajos que quieras, la motivación no es la misma".
Sánchez Reyes concluye que ha empezado una etapa en la que los años en blanco de muchos autores serán habituales: "Es complicado renovar ilusiones y mantener el nivel tantos años, de ahí esos parones. Al final, hay que verlos con normalidad, son más que necesarios para ellos y para el Concurso".
Los regresos también suponen una recuperación del interés por ambas partes: agrupación y público: "Exponerse en el COAC es esencial si quieres tener actuaciones todo el año. Todos sabemos de autores que hicieron agrupaciones sin concursar y tuvieron que volver al magnético teatro. Si no vas al Falla pierdes altavoz y repercusión, es el gran escaparate".