Llegó el día. El Xerez Deportivo debuta este domingo (Chapín, 19:00 horas) en la nueva Segunda RFEF. Ya son palabras mayores. Recuerda a un tiempo no tan lejano, cuando los históricos de nuestro fútbol visitaban el Municipal. Este domingo lo hace uno de ellos. Pero hasta hace nada eran equipos modestísimos y desconocidos. Eso cuando no nos jugábamos los tres puntos en barriadas, pueblos y pedanías. Auténticas encerronas en el barro donde la victoria se vendía carísima. Cómo olvidar aquella experiencia en el campo infame del Pastores en la 2013-14, o la épica remontada en el Navarro Flores en la 16-17. Batallas que curten y que dan sentido a locuras como ésta.
Ha sido un purgatorio para los xerecistas que eligieron libremente su destino y dónde depositar su sentimiento. Desde la octava división, ocho años duros e inolvidables en los que han salido campeones en todas las categorías. Un orgullo para una afición, no siempre bien entendida ni valorada, que ha recuperado su dignidad a un precio altísimo y por el camino más largo y tortuoso.
La realidad es que el fútbol le ha dado otra oportunidad al xerecismo. Una más en este siglo y pico de historia. Para muchos veteranos, como los miembros de la Tertulia Xerecista, la última. Un Deportivo que debe estar por encima de egos, de personalismos y de intereses. También de directivas, presidentes, jugadores y técnicos. Un Xerez Deportivo que es de su afición. Y ésta a su vez es responsable y garante de que no se invierta el orden de las cosas.
Pero volvamos al meollo del asunto. Seguro que a estas horas notan las mariposas en el estómago. Son los nervios propios del debutante. Nervios que acabarán siendo solapados por la ilusión. La de un equipo modesto que vive sólo del dinero de sus socios y patrocinadores. Que no percibe un céntimo de subvención pública, que cumple escrupulosamente con sus impuestos y obligaciones, pero que pese a todo se medirá de igual a igual a clubes con presupuestos millonarios y que disparan con pólvora del rey. Pero esa no es su guerra. No de momento.
El equipo de Pérez Herrera, cuya plantilla es la séptima por la cola en cuanto a valor de todo el grupo, sabe que su objetivo es afianzarse en la nueva categoría y que la presión es para los poderosos. Ellos lo son en humildad, tesón, sacrificio y entrega. Llevan grabado en el ADN que el esfuerzo no se negocia. Vienen del infierno, y superarles no va a ser nada fácil. Mucho tendrán que correr y sufrir los rivales para que muerdan el polvo. Desde este punto, y sin perder de vista el objetivo de partido a partido y la permanencia como meta, no van a renunciar a nada. Pero siempre con los pies en el suelo.
Un dato. La situación hace sólo siete años de los dos equipos que se ven las caras este domingo en Chapín. El Xerez Deportivo arrancaba su periplo en la Segunda Andaluza (Séptima división) en la 2014-15 rindiendo visita al modestísimo Español de Vejer en el Municipal vejeriego. Mientras, el Córdoba regresaba a la Primera división por la puerta grande debutando en el Santiago Bernabéu ante el Real Madrid de los Casillas, Ramos, Marcelo, Cristiano, Modric, Benzema, Kroos, Bale… Militar en la misma categoría de un histórico es ya un triunfo para el xerecismo. Y, si me apuran, el resultado puntual de un partido es lo de menos.
En cuanto a la campaña, los por el momento tres mil y pico socios (todavía en pandemia, con todos los partidos disponibles por televisión y la duda de si podremos asistir durante toda la temporada a los estadios) me parece un número muy respetable y a valorar. Es la oportunidad para que la ciudad demuestre que quiere volver a la elite del fútbol, y está sabiendo estar a la altura. Lástima que el tejido empresarial siga mirando para otro lado y en una gran parte buscando excusas para justificar su ausencia de un proyecto que, más que deportivo, lo es de ciudad, tan necesitada de noticias positivas y motivos para ilusionarse.
¡Vamos Xerez DFC!
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