Desde que tiene recuerdos, el día a día de Mario Tenorio (Jerez, 22 años) lo ha pasado dentro del agua practicando lo que más le gusta: waterpolo. La primera vez que se lanzó a la piscina tenía solo ocho años. Comenzó en el Club Natación Jerez y, siendo aún un adolescente de 15 años, se marchó al Club Natació Barcelona a debutar en la liga nacional más alta, en la que se ha mantenido todos estos años: “Pasé de la primera andaluza a División de Honor”, cuenta. Ahora, el joven jerezano ha logrado convertirse en mejor jugador del mes de noviembre de la máxima categoría del waterpolo nacional con su actual club, el Club Natació Sant Andreu.
“Para mí es un reconocimiento también de toda la gente que me sigue y que se acuerda de mí. Se lo quiero dedicar a todos ellos: A mi club de Jerez, a mi familia, hasta a mi colegio de aquí que me recuerda y me sigue de cerca. Es un logro común, yo juego, pero si no hubiese tenido a toda esa gente detrás no habría conseguido nada”, narra Tenorio sentado en la escalera del club que le vio crecer y donde tantas horas ha pasado en su infancia.
Tenorio asegura que el camino no ha sido fácil. Empezó porque a su padre le daba miedo nadar y puso mucho empeño para que él se moviese bien en el agua. Cuando lo vieron en la piscina, muy pronto lo quisieron llamar para el equipo de waterpolo. A partir de ahí ha sido una lucha continua por mantenerse siempre en lo más alto: “Cuando estaba en Jerez hacía dobles sesiones. Entrenaba con mi padre e iba al gimnasio a una hora diferente que la de mi club. Eso me daba un plus de fuerza y motivación para lograr un objetivo que llegó muy pronto”.
"Vivo por y para el waterpolo"
No ha perdido el acento andaluz, aunque su adolescencia se haya desenvuelto en Cataluña. “Eso va conmigo”, exclama y recalca que todos sus seres queridos están aquí: “Allí vivo por y para el waterpolo”. Como a cualquier deportista de élite, le tocó madurar muy pronto. Solo era un niño cuando cogió las maletas y dejó a su familia para vivir en Barcelona. “Me fui a una residencia que estaba cerca del colegio, pero tenía que desplazarme hasta el sitio de entrenamientos que estaba a una hora y veinte en transporte público. Eso me hacía experimentar mucho cansancio y sobre todo mucho agobio porque era muy pequeño y no tenía a nadie. Estaba solo”, recuerda Tenorio de sus primeros años fuera de Andalucía.
El waterpolo es uno de los deportes acuáticos más duros y exige una preparación constante y exigente. De hecho, el jugador jerezano cuenta entre risas que no puede engordar “ni 100 gramos en Navidad, porque si no tiene multa”. Sin embargo, admite que son muchas variantes las que se mezclan para llegar a ser un deportista de élite: “Son muchísimas horas de preparación física, pero también mucha preparación psicológica. Por ejemplo, te cortan los tiempos de descanso para que tu cuerpo, aunque vaya roto, siempre pueda tirar un poco más”.
"No me considero una persona de tanto talento, sino de trabajo constante"
“El deporte no es tan físico como mental. Nadal no es tan bueno como la cabeza que tiene. Yo no me considero una persona de tanto talento, sino de trabajo constante. Eso y que siempre voy a darlo todo y pienso que no tengo nada que perder. Yo me vacío cada día, el día que no lo hago me enfado conmigo mismo. Pierdo un partido y me duele con todo mi corazón, no por la derrota, sino por el trabajo que hay detrás”, narra a lavozdelsur Mario.
A la entrevista le acompaña su hermano, Jesús Tenorio (Jerez, 17 años), otra joven promesa del waterpolo que defendía las porterías como nadie. Actualmente, aún tiene el reconocimiento de ser el mejor portero de España. También con 15 años, se marchó a Cataluña con su hermano y ambos han podido jugar juntos en el Sant Andreu. El pequeño de los Tenorio, sin embargo, volvió a Jerez. Entre risas cuenta que “se ha jubilado”, porque decidió que en su vida no quería aguantar la presión a la que le sometían cada día para mantener el nivel. Ahora las piscinas las toca en verano y se siente “raro”: “No sé que hacer cuando estoy en una piscina con mis amigos, tengo el impulso de ponerme a nadar”.
Mario admite lo difícil que es mantenerse en un deporte minoritario, porque los recursos no siempre son los mejores. “Estuve en la preselección de Río 2022 y fue una brutalidad. No tenemos casi nada de recursos. Pocas horas de piscinas, horas malas de viajar. Si tenemos que coger un vuelo a las cinco de la mañana lo vamos a coger porque es más barato. Yo no veo a ningún futbolista cogiendo un vuelo a las cinco de la mañana”, reclama. Admite que es uno de los puntos básicos por lo que va a darlo todo en sus partidos: “Solo por conseguir que en una grada de un deporte minoritario haya 300 personas vale la pena esto”.
Y a pesar de todos los obstáculos en el camino, Mario sigue adelante motivado por sus ganas de llegar a lo más alto. “A veces, no te hace tan feliz jugar como la ambición de ganar”. Aunque sigue avanzando y creciendo en el waterpolo lejos de casa, siempre mira atrás para recordar de donde viene: “Estoy muy agradecido a mi club de Jerez, me dieron todas las oportunidades”.
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