‘Campeones’ andaluces del baloncesto adaptado: “Cada canasta es una fiesta”

El DKV tiene en Jerez una división para personas con discapacidad intelectual que fomenta el deporte inclusivo. "Trabajar con ellos te devuelve a la esencia de este deporte", dice la entrenadora

El equipo de baloncesto de DKV para personas con discapacidad intelectual, en el Palacio de Deportes de Jerez.
El equipo de baloncesto de DKV para personas con discapacidad intelectual, en el Palacio de Deportes de Jerez. MANU GARCÍA

“Cuco, choca”. “Hola, Estrella”. “Paco, qué guapo estás”. Poco a poco, van llegando al Palacio de Deportes de Chapín, en Jerez, los integrantes de un equipo de baloncesto que se reúne un par de veces por semana para entrenar. Cada uno con diferentes capacidades, pero con una cosa en común: las ganas de disfrutar. Cuando están todos, reconocibles desde lejos por la equipación gris que portan —que están estrenando cuando los visita lavozdelsur.es—, cruzan las puertas de las instalaciones deportivas y bajan hacia la pista de baloncesto. Ya vienen vestidos para el entreno, pero se ajustan los cordones de las zapatillas y ayudan a la entrenadora, Asun Torreira Briceño, a portar el material que utilizarán, balones, conos, cintas…

El equipo de baloncesto de DKV para personas con discapacidad intelectual lo componen una decena de jugadores y jugadoras que van acompañados, casi todos, por voluntarias que hacen mucho más fluida la labor de la entrenadora. “Sin ellas sería imposible”, asegura Torreira, que lleva varios años al frente del equipo. Aunque entró como voluntaria, pronto ejerció como segunda entrenadora, hasta que el míster tuvo que dejarlo por motivos personales. Así se quedó con el equipo, y no puede estar más contenta.

“Trabajar con personas con esta discapacidad te devuelve a la esencia del baloncesto. Juegas en equipo, cuando metes una canasta es una fiesta, no hay esa competitividad tóxica que se exige a muchos jugadores desde pequeños… Aquí no se vive eso. Estás jugando un partido, mete el equipo contrario una canasta y se celebra. Su fin último es encestar y si encestan ya es maravilloso”, resume Asun Torreira.

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Un momento del entrenamiento.  MANU GARCÍA

Juan Antonio empezó a entrenar con el equipo el año pasado. “Me gusta probar cosas nuevas”, comenta. En el equipo de DKV, dice que juega de pívot, después de estar diez años practicando fútbol. “Me gustan las dos cosas”, señala el joven, de 23 años. “Vengo para divertirme”, agrega, por si había dudas. A Juan Pedro fue precisamente Juan Antonio quien le habló del equipo de baloncesto. Vino un día, probó y se quedó. “Hay muy buen ambiente”, comenta. Él es un apasionado del deporte, y también probó a jugar al fútbol, practicarlo y verlo. “Voy a Chapín con mis amigos a ver partidos”, cuenta.

Fátima es una de las dos mujeres que componen el equipo, junto a su compañera Bego. “Aquí me siento protegida”, dice Fátima, que lleva dos años en el equipo, procedente de un equipo de fútbol de jugadores sin discapacidad. “Era otro tipo de ambiente”, confiesa, “venía de vivir esa mentalidad de tener que ganar siempre, y aquí te chocas con la realidad”. “Aquí no importa tanto quién gana y quién pierde, los puntos aquí no importan, lo que importa es pasarlo bien y disfrutar los momentos buenos”.

Fátima recuerda que, un campeonato que disputaron, Paco, un compañero con autismo, le dio un abrazo tras una jugada. "Eso me llegó al alma”. Ella se queda con estos momentos. El mismo Paco, que escucha la conversación, quiere participar en ella. Él acude siempre con su madre, Alicia Olivera, que empezó como voluntaria, acompañando a su hijo, y ahora es la segunda entrenadora. “Paco, que tiene una discapacidad muy grave, tiene a un hermano en el otro club y demandaba jugar”, recuerda Alicia. “Ahí se vio que había una necesidad. Luchamos mucho para montar el equipo”.

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Los jugadores, preparándose antes de entrenar.  MANU GARCÍA

Paco, que había probado suerte en otros deportes, nunca había encajado en ninguno tan bien como en éste. “A él le viene fenomenal”, dice su madre, Alicia. “Al principio dio muchos problemas, pero ha mejorado una barbaridad”, asegura. “Es mucha la recompensa de llegar y meter la canasta. A todos les encanta”, como se puede comprobar durante el entrenamiento, en el que realizan los ejercicios que van marcando las entrenadoras, todos con una sonrisa en la boca. 

El equipo adaptado para personas con discapacidad intelectual de DKV es una pequeña familia que se ha ido conociendo poco a poco. “Cada uno tiene su forma de ser y su forma de expresarse”, explica la entrenadora, Asun Torreira Briceño. “Por eso tienes que ir conociendo cada señal, cada síntoma…”, agrega. En el equipo hay jóvenes con autismo o con distintos tipos de retrasos madurativos. “Hay que ir averiguando qué significa un grito, un manotazo…”. Cada jugador es diferente. Por eso es fundamental la figura de las voluntarias, normalmente familiares que los acompañan durante todo el entrenamiento, y que también participan en el juego.

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Asun Torreira, la entrenadora, da órdenes durante el entrenamiento. MANU GARCÍA
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Jugadores del equipo, tirando a canasta.  MANU GARCÍA

“Hay que exigirle a cada uno lo que pueda hacer en cada momento”, dice Torreira, que adapta los ejercicios de calentamiento a los miembros del equipo, que van variando, aunque se mantiene un núcleo duro desde los inicios. "Todo lo intentamos hacer en equipo, pero hay ejercicios que según las capacidades de cada jugador, pues nos dividimos. Pero vamos todos a una, no puedo llevar a un equipo para adelante y segregar al grupo", dice. Ella, que lleva "toda la vida" jugando al baloncesto, es enfermera y lleva años trabajando con personas con discapacidad intelectual gracias a su labor como voluntaria en Down Jerez Aspanido. "Me gustaban las dos cosas, por eso cuando escuché el proyecto del equipo me metí de cabeza", comenta.

Viéndolos entrenar, no es difícil que se vengan a la cabeza escenas de Campeones, el filme de Javier Fesser estrenado en 2018, que ganó el Goya a mejor película, y que sirvió para visibilizar el deporte inclusivo. La propia Asun Torreira confiesa que, al verla, se vio reflejada en ella, y que hubo muchas escenas que bien podrían haberse rodado en el Palacio de Deportes, donde acuden varias veces en semana, con la ilusión intacta del primer día. 

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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