Quien se aproxime a 'En movimiento. Una vida' asistirá al diario íntimo de un viajero vertiginoso: del neurólogo al escritor, del motorista al melómano.

En el presente año la cosecha literaria ha sido más bien precaria en calidad; no tanto, valga la redundancia, la cantidad: ya saben, proliferan los escritores y escasean los lectores. Especialmente curioso resulta la suerte que corren ciertos próceres de las letras: unos, obviando su condición de Nobel, publican folletines con trasfondo lésbico bajo un clima de cuchilleo político y otros, haciendo de la necesidad virtud, presumen de salud y de elixires de eterna juventud. No obstante, ambos dos son lo mejor que nos reparó 2016 en castellano. Mejorando lo presente, obviamente.

Por suerte, siempre quedan libros por leer interesantísimos fuera de temporada. Es más, lo normal es leer fuera de temporada. Lejos de modas, promociones y adaptaciones al cine. Si usted leyó La chica del tren a buen seguro no atenderá mis columnas. Y hace usted muy bien. Al igual que yo durante la fabulosa fiesta del cine no fui a ver la adaptación cinematográfica de este best seller. Puede gustarme la actriz Emily Blunt pero no la intriga y el crimen de salón.

Por motivos estrictamente azarosos, venía atrasando la lectura (y posterior recomendación) de la última novela de Oliver Sacks, En movimiento. Una vida. Humanidad y ternura. Narración trepidante y descripción reposada. Autobiografía ejemplar. Confesión crepuscular. Al fin, novela póstuma pues el escritor y neurólogo británico falleció en Nueva York el 30 de agosto de 2015. Vencido por el cáncer, meses antes, publicaba en The New York Times un artículo de despedida estremecedor titulado Mi propia vida: "No puedo fingir que no tenga miedo. Pero mi sentimiento predominante es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he puesto algo de mi parte; he leído y viajado y pensado y escrito." En movimiento. Una vida es un relato cuajado de anécdotas personales impresionantes. Entre ellas, la confesión de su homosexualidad a su familia: "No parece que tengas muchas amigas", le dijo su padre al chavalito Sacks. "¿Es que no te gustan las chicas?”. “No están mal”, respondió Sacks. “¿Te gustan más los chicos?”, insistió el padre. “Sí, me gustan más, pero no es más que una sensación, nunca he hecho nada; no se lo cuentes a mamá, sería incapaz de aceptarlo”. Pero el padre no le hizo caso, obviamente, porque a la mañana siguiente la madre le abordó y le soltó por las buenas: “Eres una abominación; ojalá no hubieras nacido”. Esas palabras han perseguido a Sacks hasta el fin de sus días, y le indujeron un sentimiento de culpa por lo que “debería haber sido una expresión libre y gozosa de la sexualidad”. 

Quien se aproxime a En movimiento. Una vida asistirá al diario íntimo de un viajero vertiginoso: del neurólogo al escritor, del motorista al melómano. La compleja experiencia vital de un hombre extraordinario.

 

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Jorge Miró

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