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Paradojas del capitalismo tardío, los ex libris, que en su momento indicaban la propiedad de un libro, han quedado recluidos en el mundo de los bibliófilos y en el ámbito de las artes plásticas. Y el libro digital, con tantas ventajas como tiene, hace imposible su utilización, primero por ser digital y segundo por el odio que tienen los piratas hacia la propiedad ajena. Quizás se puedan realizar ex libris digitales. Sin embargo, no sabemos para qué podría querer alguien personalizar lo que no es suyo, lo que acaba de bajar de una página. Y si lo ha comprado, está blindado, protegido por el creador y el empresario. Todos los lectores de libros digitales son iguales…

Al menos, mientras se carga la batería, podemos visitar la excelente muestra de ex libris que hay en Pescadería Vieja, junto a la sede de este periódico. Los grabados son una selección del Primer Certamen Internacional de EX LIBRIS, patrocinado por la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada, con la colaboración del Taller de Grabado La Granja. En la exposición vamos a contemplar las obras ganadoras, del japonés Masaaki Sugita y el polaco Kamil Kocurek. Y tres menciones de honor: para el polaco Marcin Biazas y las ucranianas Ulyana Turchenko y Yulia Protysyshyn. La calidad y variedad de estilos y temáticas de los trabajos seguro que han provocado muchas dudas y gran desazón al jurado. Es una muestra para visitar varias veces y dedicar todo el tiempo del mundo a unos cuantos grabados. El filósofo coreano Byung-Chul Han dice en El aroma del tiempo que debemos recuperar la capacidad de contemplación. La experiencia estética sigue siendo un placer al alcance de cualquiera. Es cuestión de entrenar. En lugar de recorrer la sala a toda velocidad, porque tenemos fuera muchos quehaceres que nos proporcionarán la felicidad, les propongo que entren con el deseo de ver muy pocos grabados cada vez, pero con serenidad, sin espíritu consumista.

Si difícil es plasmar un ex libris en un libro digital, más difícil todavía resulta conectarlos con la papiroflexia. Todo es posible, desde luego. Pero el aroma del papel, que tantas pasiones genera en los lectores, está ausente en el libro digital, de momento. No nos empuja a palpar en tres dimensiones, en figuras de papel, esos personajes que habitan la imaginación. Hay una continuidad de sensaciones, esencial para desarrollar la creatividad, que con el libro digital quizás desaparezca. Todos los lectores de libros digitales son iguales…

Mientras se descargan los archivos, debemos visitar la muestra de papiroflexia que hay en la Biblioteca Pública. Carlos Hermoso ha creado esculturas con cartón ondulado. No se trata de una mera reproducción en cartón de un personaje. Hay mucho más. Cada escultura es una alegoría. Y ya saben ustedes que tanto las alegorías como las esculturas requieren que se las rodee. Cada vuelta un significado, cada vuelta una perspectiva y una sugerencia. Les recomiendo que se agachen, que busquen todos los ángulos. Con la portada de un libro al fondo verán escenas maravillosas… Verán cómo los cerdos de “Rebelión en la granja” intrigan con los tres cerditos. Y los ratones, los malditos roedores, merodeando entre los libros, para roer la cultura o recoger tu diente… Verán serpientes atravesando libros y libros desplegando velas. Ni las tumbas ni las rosas ni el rinoceronte quieren abandonar los sinuosos senderos del lector.

Sean digitales, sean de papel, lo sé, no hay dos lectores iguales... Y ya lo sé, escribo en un periódico digital… pero con una sede de papel.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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