La madre del cordero.
La madre del cordero.

Aquel lector familiarizado con nuestra sección, sabrá perfectamente que nos sentimos muy cómodos cuando nos situamos, aunque tan sólo sea retrospectivamente, en la década de los 70. Sin lugar a dudas una época de expansión y notable contribución a la cultura urbana, tanto documental como musicalmente. De hecho, al repasar nuestra discoteca, nos llega a resultar fácil encontrarnos con alguna grabación que roza ya a la cincuentena. Quién lo diría... ¿No le parece? Empieza a hacer mucho tiempo de aquello.

Hoy queríamos escribir sobre un mítico grupo, otra de esas bandas de las que tan sólo se le conocen un sencillo de dos canciones. Otra de esas que con el humor, la política y la música, conjugan un producto inaudito e indispensable. Un orgullo para el coleccionista o una risa para el alma. Hoy hablamos de La madre del cordero. Aunque quizá reducir su labor al plano musical sería un error por nuestra parte. Pero vayamos por partes.

La madre del cordero se forma como parte del también mítico montaje teatral llamado Castañuela 70, detrás el cual se halla Juan Margallo y demás compañeros del grupo teatral independiente Tábano. Que por cierto fue censurado reiterada veces, al igual que la propia banda.

Sirva tan sólo una breve referencia escrita por Alfredo Marqueríe: "Intérpretes y músicos cantan y bailan con un perfecto sentido de la caricatura y de la parodia, y tienen algo de murga, de comparsa, de chirigota gaditana, pero en un plano elevado desde lo popular a lo intelectual, ya que su humor, intencionado y sarcástico, es de un tono actualísimo. (...) No se crea ni por un momento que Castañuela 70 es algo improvisado o embarullado, sino, por el contrario, una representación paródica y mimética, perfectamente acoplada y conjuntada, donde se adivina la mano de un excelente director y de un largo estudio, ensayo y disciplina"

Es el poeta Antonio Gómez, destacado historiador del cantaurismo nacional, quien junto a Moncho Alpuente, ejercen como principales líderes e ideólogos en el plano musical. Dónde también nos encontraremos otras figuras destacadas como el propio Hilario Camacho, aunque por aquel entonces su colaboración con el conjunto parece ser menor.

Se cuenta que la banda tomó el nombre de la inigualable Frank Zappa & The Mothers of Invention, del que se declararon en más de una ocasión como grandes admiradores, así como de otras bandas del progresivo o el rock psicodélico internacional, como Jimi Hendrix o Pink Floyd. Lo cual no deja de ser sorprendente, en un país donde la política sólo conocía el género protesta, y donde los principales abanderados de aquel incipiente movimiento, más de una vez renegaron del rock como vehículo de trasmisión popular. De la influencia del propio Zappa también responde su afinidad por la sátira y la mordacidad. Sin embargo, musicalmente, a excepción de algún que otro blues, Las madres son tan nuestras como la tortilla de patatas. Folk, muy folk... Prepárese para una verdadera acústica y tonada española. Pero hilando fino. Con tan buena mano, que terminarán adentrándose en lo indefinido del género.

Las divertidísimas letras, en su mayoría firmadas por Moncho Alpuente, son consideradas como incipientes de la crítica irónica, tan característica de la ola transgresora de artistas que, por entonces, parecían prepararse al resguardo del primer valiente. ¿Dónde estaría por aquel entonces la Mandrágora? No olvide que estos no emergerán hasta los ochenta, es decir aproximadamente diez años más tarde. Otras de las letras más destacadas del conjunto son las que firma un jovencísimo Luis Eduardo Aute, vinculado también a Castañuela 70. Posteriormente el conjunto cambiará tanto de nombre como de componentes y pasará a llamarse Desde Santurce a Bilbao Blues Band. De hecho es en este periodo donde graban su single Hombre del 600. Después de eso poco llegamos a saber, ya que parece diluirse en el tiempo.

Aunque la labor teatral del conjunto ha sido reivindicada en más de alguna ocasión, en algún que otro documental de carácter localista, y sobre todo, en una inmensa bibliografía que reconoce a la posteridad la inmensa labor creativa de este vanguardista conjunto. No así en lo que respecta a la sección musical, condenada al olvido sin mayor contemplación. La injusticia de los años que transcurrieron sin piedad sobre esta genial banda, no desmerece en absoluto una contribución en lo que respecta a la sátira musical, la ironía o el cachondeo tan característicos de nuestra música.

 

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Carlos Domínguez Rico

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