Dani Llamas, el punk de Santiago que acabó grabando en California: "El demonio está en el ego"

Dani Llamas, en el interior de una casa abandonada del centro de Jerez, este lunes. FOTO: MANU GARCÍA
Dani Llamas, en el interior de una casa abandonada del centro de Jerez, este lunes. FOTO: MANU GARCÍA

Lo que Dani Llamas (Jerez, 1980) define como "25 años haciendo raca-raca, a ver si algún mes podía pagar la luz gracias a la música”, es en realidad un cuarto de siglo de compromiso social y artístico lejos del mainstream. Con un estilo personal y un ADN marcado por la honestidad que arrancó en los compases adolescentes con la banda G.A.S Drummers y derivó, hace una década, en una sólida y madura trayectoria en solitario. Guarda su primera guitarra en la casa de sus padres en Jerez, aunque se exilió hace años a Madrid, donde compagina la música con la producción y el trabajo audiovisual.

Del punk de los inicios como skater del barrio de Santiago pasó al power-pop, al folk y al gusto por los cantautores norteamericanos como Elliot Murphy, John Hiatt y Ryan Adams. Ahora, tras publicar dos discos el año pasado fuera de casa, en Francia y en Estados Unidos, Dead Labor (Kicking Records) y un greatest hits con temas inéditos producido en California por Joey Cape (ex Lagwagon) para One Week Records), se dispone a volver al origen de todo. Trabajar con el mítico artista norteamericano significó empezar a cerrar un círculo que piensa rematar en breve: grabando en castellano y en su tierra natal.

Antes de eso, y previo a un parón en su apretada agenda de conciertos, este viernes 27 de diciembre (20:30 horas) ofrece un directo íntimo en Tragaluz, la sala de cultura e ideas de lavozdelsur.es, con un aforo ultralimitado (reservas en el 683 14 31 47). Una ocasión única para descubrir (o redescubrir) el atlas musical de este superviviente del arte de verdad. Lo abordamos comprando churros junto a la Plaza, “una peregrinación absoluta cada vez que bajo a Jerez”

Un cuarto de siglo en la música, ¿a qué le ha dado tiempo?

Me ha dado tiempo a hacer muchas cosas, tantas que no me las creo. Empecé saliendo del colegio, del Alfonso X en Las Torres, y ahora mi hija quiere pillarme la guitarra que tengo en casa de mis padres, que tiene 25 años. No me ha dado tiempo a hacer muchas cosas, pero he hecho otras que no se pueden pagar con dinero. Como conocer a mucha gente que ahora es fan mía cuando yo de chico era fan de ellos. Cosas muy locas. Pero como si son 40 años… uno hace esto porque es algo superior a sus fuerzas y el éxito es poder seguir haciéndolo.

¿Se sigue sorprendiendo?

Me sigo sorprendiendo sí, y creo que eso es bueno, es la única manera de seguir haciendo cosas. Si uno deja de sorprenderse, al final no tiene futuro. Lo que hagas, necesita sorpresa, buscar la manera de dejarse sorprender. Ahora me sorprendo cantando en castellano…

El músico y compositor jerezano, antes de la entrevista con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA

¿Era una necesidad?

Soy muy cabezón y no ha sido cuando me lo decía la gente, sino cuando se me ha metido en la cabeza. El último disco lo grabé en Los Ángeles, con Joey Cape... crecí escuchando su música, patinando en la rampa de la plaza de toros, y veintitantos años después, me veo en Los Ángeles con él, viviendo un sueño, y no pagué ni una Coca-Cola, el nota rendido absolutamente con mi música. Me dice que mis canciones son flipantes, pero sobre todo las letras, cómo eres capaz… me lo dice un tipo de San Francisco, no de aquí de la cafetería de la plaza Esteve, sino de California. Y veo que no me fue tan mal cantando en inglés. Y digo, ahora voy a cantar en castellano, ya he pasado esa fase del videojuego (ríe). Hacerse pasar por letrista bueno en España en inglés puede ser más fácil…

¿A quién pretende engañar la industria musical?

Cada vez a menos gente… Cuando salió lo digital a principios de 2000, temieron cuando se democratizó el consumo de música y nos hicieron creer que estaban en crisis. Nos debería pertenecer más a los creadores y a los consumidores.

¿Cada vez hay más indies de pega?

Cada vez hay más música independiente con hechuras y formas de los peores explotadores.

Llamas, en la Alameda Vieja. FOTO: MANU GARCÍA

¿Se siente más obrero anónimo del arte que artista?

Siempre, siempre. Es mi única manera de poder subsistir en esto. No creo en las elites en absoluto, todos somos pueblos y cada uno, en la manera de interpretar la colectividad, uno aporta y recibe. No creo en el arte como una cuestión burguesa y elitista, sino algo que nos define como colectivo. Puedo hacer canciones al mismo tiempo que hago videos o algo manual, aunque no soy nada manitas. 

¿El demonio está en el ego?

El demonio está en el ego, en el capital, que a su vez es el ego. Nos divide, nos convierte en personas que creen que son únicas. Dedicarse a la música no te hace superior a nadie. 

Tengo relación con Jerez y llevo mucho tiempo viendo cómo esta ciudad se descarga todos los años de mucho talento. En toda Andalucía ocurre

¿Entiende su música sin mensaje?

No, imposible. No creo así. En cualquier música veo mensaje. Toda música tiene un mensaje dentro, cualquiera que sea. Los Ramones no tienen un mensaje en sus letras simplemente, el mensaje también se da en la música. Es una simbiosis muy grande y, a veces el mensaje es la música o, a veces, son las letras.

Llevaba desde 2011 sin sacar disco y, de repente, le editan dos el pasado año, en Estados Unidos y Francia, y monta una enorme gira extranjera. Si conoce a algún profeta en su tierra, preséntemelo.

Vamos a hacer un sindicato, el de los que no son profetas en su tierra. Es algo que no llevo con pena porque te das una vuelta por intramuros en Jerez y es un yacimiento arqueológico. Es una ciudad que sufre bastante y lo último de sus problemas es que nos vaya bien a nosotros, que somos unos románticos. ¿Sabes dónde estamos? Claro que lo sabes. Tengo relación con Jerez y llevo mucho tiempo viendo cómo esta ciudad se descarga todos los años de mucho talento. En toda Andalucía ocurre. Aquí realmente la gente que queda lo que hace es resistir, salvo un porcentaje mínimo de valientes. Aquí la gente está cantando soy el novio de la muerte en los mitines, son tiempos muy oscuros, ¿cómo voy a tratar de ser profeta en mi tierra? Aquí se ha quedado un auténtico descampado cultural. Hay una cuestión muy estructural, de estructuras invisibles. Se apoya al flamenco, que es intocable, y es algo impresionante que se debería incluso hacer mejor, pero al mismo tiempo hay un montón de gente de toda la vida, con un talento descomunal, haciendo mucha música que te cagas en toda la Bahía. Estaba grabando ayer —por el domingo— La Banda Morisca en el estudio de Rafa Camisón, y se me cayeron los pantalones al suelo, hacen cosas que no hace nadie. 

Otra imagen del músico jerezano. FOTO: MANU GARCÍA

¿Se explaya porque le duele?

Al final te duele porque eres de aquí, tengo una relación muy estrecha, aunque llevo muchos años viviendo fuera. A todos los jerezanos deberían hacernos psicoanálisis por ese amor-odio.

¿Los años nos abren la mente, escucha ahora cosas que no creería?

No tienes ni idea, era un talibán del punk y del hardcore. Ahora escucho de todo. Lo que sea bueno, claro. Mi hija ahora es beatlemaníaca, la mayor, y no me deja escuchar otra cosa. En los 90 quería ser punki y era la música que me llegaba. En ese saco había bandas muy heterodoxas e iban todas para la cinta de cassette TDK que te grababa el colega cool. El que quiere ser algo hoy en día, con ese problema tan grande identidad que tenemos hoy, el que quiere ser garagero por ejemplo, se compra por internet todo y es un garagero perfecto. Pero entonces, en los 90, para ser skater cogías los pantalones de tu padre de cinco tallas más. Nos ha costado mucho trabajo conseguir las cosas.

Me gusta lo que te da en la cara un bimbazo, eso es lo que yo quiero. Para mí el flamenco ahora no tiene fin, solo quiero escuchar a Agujetas

Con el tiempo se da uno cuenta de que cantaores como Terremoto pueden ser muy punk.

Terremoto es muy punk, es un crack. No es cuestión de agregarle el adjetivo, pero era mucho más punk que Joe Strummer, que era de una familia acomodada. Al final, y fuera de paja mental y es en lo que yo creo, de lo que se trata es de buscar la verdad, la música que sea verdadera y se encuentra en un montón de sitios. Si veo un resquicio de verdad, me gusta. Es lo que me define. Soy de Santiago, mi abuelo tenía un bar en la calle Ancha, he crecido contra eso, pero cuando me he querido dar cuenta de lo que tenía enfrente y detrás de mí, eso me superaba, el flamenco era una de las músicas más verdaderas a la que me podía enfrentar. Me pasa con músicas africanas, americanas… no me trago nada artificial. Me gusta lo que te da en la cara un bimbazo, eso es lo que yo quiero. Para mí el flamenco ahora no tiene fin, solo quiero escuchar a Agujetas porque es algo gigante. 

¿Qué queda del Dani Llamas del local de Picadueñas y de los G.A.S Drummers?

No hace mucho pasé por el local y lo habían derribado. Aquello fue muy grande, tío. Cuando uno es super joven y empieza a vivir las cosas… para empezar recuerdo lo bonito que era la autogestión de algo y organizar cosas sin ánimo de lucro, por la causa. Allí había goteras, una vez los amplis estaban flotando, pero las fiestas que hicimos allí nos curtieron. Los G.A.S Drummers nacen como rescoldos de tres notas del instituto que ya de por sí se lo tomaban en serio. Nos pasamos un año entero ensayando en San José Obrero. Ahí estaba la verdad. Yo luego empecé a hacer cosas solo, y así llevo diez años, en una búsqueda permanente de la verdad. Ya estamos mayores para engañar la gente. 

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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