Ruibal, poesía en papel y voz: "Llevo mal no dar besos y abrazos, pero tengo anotados los que debo y los que me deben"

Presenta su primer poemario y un nuevo disco, 'Ruibal', parido durante el confinamiento. "La cultura es segura. Cumplimos medidas estrictas, con distancia de tres butacas, pero podemos montarnos cientos de personas en un avión codo con codo"

Javier Ruibal, durante la entrevista.
Javier Ruibal, durante la entrevista. MANU GARCÍA

Ruibal y el licor de la felicidad

Javier Ruibal (El Puerto, 1955)  ha parido un disco durante el confinamiento, que le impidió estenar en librerías su primer poemario, su primer libro de versos, sin la "coraza" de las canciones. Acababa de llevarse un goya, aunque lo de los premios, desde que recibió el del Ministerio de Cultura, no le coge de sorpresa. Coraza de Barro (Ed. Aguilar, 2020) contiene versos y momentos en los que uno reconoce al cantautor, pero también otras intimidades como dedicarle una página a las motas de polvo que ve desde su cama pulular por el aire. Su disco, Ruibal, va acompañado de relatos, fotografías y acuarelas para seguir ofreciendo un sentimiento transversal. Porque para Ruibal, parece, es más importante el qué sentir que el cómo. Crítico con el Gobierno por su gestión de la cultura, más aún lo es con la oposición y con este país sobrecalentado en plena pandemia. Este jueves presentó sus obras en la Fundación Caballero Bonald junto a amigos como son Tito Muñoz y Juan José Téllez.

Primer poemario y disco nuevos al salir de un confinamiento. ¿Ha querido explorar escribiendo?

El poemario está escrito de antes, pero no pudo salir por el confinamiento. Salió en junio en librerías, en abril salió digital. En el libro he querido explorar, salvo las décimas. Lo demás es nuevo, verso libro y haikus. He intentado que sea diferente. Sí se notan rimas inevitables, rimas internas. Eso hace que los poemas no estén lejos de la canción.

Coraza de barro, ¿qué evoca?

Es uno de los poemas. Es la escasa defensa con la que llego, aunque no quiera considerarlo así, a un examen. Vengo con respeto a los poetas que conozco y mira dónde estamos, en la casa de Pepe Caballero, en la Fundación Bonald. Por ellos lo pensé, tardé, y ahora he arrancado, por fin.

¿En qué lo encuadra?

En la poesía de la Experiencia, no yo, sino Juan José Téllez, que es más entendido en esto. Así lo cataloga, entre la Experiencia y la canción. No sé cómo definirmo, lo que he hecho es volcarme, mirar adentro sin contemplaciones, enfrentándome a mis demonios y también a mis ángeles interiores. De eso he sacado este poemario.

¿Es más cómodo no buscar acordes?

Qué va, más confortable la canción, dónde va a parar. La canción tiene la ventaja de buscar el lugar común de encuentro entre el público y uno. Hay un cierto compromiso con una estética amable, aunque se cuenten cosas que no lo sean tanto. La música dulcifica. En cambio, la poesía es pura catarsis.

Era demoledor lo de afuera. Y más con la mala bilis de la oposición, ha sido repugnante 

Sin la red de la música, la palabra desnuda.

No está esa otra coraza del escenario de guitarra y voz, no hay defensa posible. Es lo que es.

Desde que se llevó el Goya, ¿qué ha cambiado en Ruibal?

Me dieron el goya y me confinaron. No lo he podido ni pasear. Bueno, es un honor, la tercera vez que hacía una canción para una película y me la han premiado. Ahora tengo una nueva para la película de Imanol Uribe, e irá también a presentarse para las candidaturas y eso. Los galardones te cambian porque halagan pero también te responsabilizan. Te llevan a reflexionar sobre el hecho de tener una responsabilidad ética con el oficio. Mientras nadie te premia, no notas esa responsbaiidad cultural. Cuando me dieron el Premio Nacional de las Músicas Actuales, el Nacional de Cultura, eso es un galardón con más fondo. Ahí empezó a darme a entender la responsabilidad. El goya tiene más vistosidad, y muy bonito.  Celebré en la medida que pude con mis amigos y familia. A mí las celebraciones me parece que tienen que ser continuadas, cada día. Lo que se celebra es que uno sigue en el oficio.

En estos meses encerrados, sus conciertos y otras colaboraciones desde casa tuvieron buena acogida. Supongo que sería terapia.

Por no perder el contacto con la gente, y un estímulo para sentirme acompañado. Ahora el nuevo disco, Ruibal, tiene 13 canciones y relatos exclusivos, 13 acuarelas que ha pintado Sonia Alonso y fotografías de Pepa Niebla. El confinamiento ha sido para mí en sentido creativo estiumlante y prolífico. Tardo mucho en publicar normalmente, pero me ha dado mucho en poco tiempo.

¿Encerrarse daba pie a hacer lo que no podía hacer o es que le ha inspirado?

No lo sé, creo que ha sido por pura concentración. Así me salvaguardaba de todo lo que sucedía afuera. Me mantenía informado, pero no enfermo de información. No quería, era demolador. Y el zarandeo de la mala bilis que se vivía a nivel político por supuesto desde la oposición en un momento tan crítico ha sido repugnante. Para ello, no paraba de caminar en casa y mientras tanto escribía. Luego le puse música. Grabé voces en Madrid. Cuando me dejaron, en otro estudio aquí, grabé los instrumentos.

¿Hay espacio para una cultura segura?

Claro. Hemos sido tan excesivamente puntillosos que ha habido cero contagios en el ámbito cultural. Eso debe servir a los ministerios correspondientes. Incluyo al de Trabajo, porque somos un gremio dejado de la mano de Dios. En la suposición de que somos tan creativos, ya creen que con eso somos felices. No, hay un sinfín de familias que no tienen trabajo y prácticamente no tienen con qué llenar la despensa. Amén de la inseguridad con la que no se ha desarrollado un Estatuto del Artista, una inseguridad laboral tremenda... Es un gremio muy desemparado. Me refiero más a los que no están en primera línea, los que no muestran el rostro, los que trabajan detrás. Creo que es el momento de definitivamente acabar con esa idea de que como elegimos un oficio feliz, no tenemos derechos como los demás. Las ayudas que han venido han sido siempre tarde y mal. No lo digo por mí. Soy autónomo e inmediatamente me dieron mi ayuda de autónomo. Pero hay un sinfín de personas sin ayuda.

Un momento de la entrevista a Javier Ruibal. FOTO: MANU GARCÍA
Un momento de la entrevista a Javier Ruibal. FOTO: MANU GARCÍA

¿Ha pagado la cultura el pato del ocio nocturno?

Totalmente. Eso ha sido una cosa bastante perversa, nos ha hecho mucho daño. Los del gremio del ocio nocturno se quejan de nosotros. Pero no nos quejamos de ellos, sino de la confusión. Y si nos planteamos unas medidas muy estrictas, se las tiene que plantear todo el mundo igual. También me quejo de que a líneas aéreas, Renfe, transportes públicos, no se les aplique la misma regla taxativa y tajante. Podemos montarnos cientos de personas en un avión codo con codo, pero en un concierto hay tres butacas libres, e inclusive al aire libre. De eso nos quejamos.

¿Se puede ser feliz en este tiempo?

La felicidad es un licor interno que fluye o no fluye según uno sabe buscársela. La felicidad no está asociada a una sonrisa cándida de alguien que es tan inocentón que no se da cuenta de las cosas. La felicidad muchas veces viene de conocer profundamente todas las aristas de la vida. Las romas y agradables, y las que son afiladas.

Con un poco de cultura a la semana, todos tendrían la vesícula un poco menos inflamada

Las circunstancias, estos días, lo ponen más difícil para que sean aristas afiladas. Y nos controlan esas circunstancias.

Hay un gran desconcierto. Hay que serenarse, que eso es también ir camino de la felicidad. Cuesta mucho. Nos agrede primero una circunstancia insospechada, que no sabíamos que podía venir, y luego no tenemos preparación psicológica para tenernos cuenta de que somos tan débiles, y estamos tan indefensos, como hace cuatro siglos. Pensábamos que ya había pasado. Estamos como entonces, pero pudiendo tener ahora una sanidad de mucha mejor calidad como la que llegamos a tener, está dilapidada por culpa de que los amigos del negocio se metieron en política y empezaron a privatizar toda la infraestructura que nos hubiera hecho falta en este momento tan dramático. 

No sé si es un poco tópico eso de que a la vida le falta cultura, poesía, alegría, arte. Pero no sé tampoco si ahora más que nunca es cuando nos hacen falta en este país, viendo tanta tensión en el Congreso y en la calle.

Yo lo pienso de ahora, de antes, y después. Si todos tuvieran más contacto con el hecho cultural en todas sus variedades, una pequeñas dosis a la semana, tendría la vesícula menos inflamada y con menos ganas de provocar irritación, y entrar en debates estériles y agresivos. Creo en eso. En este disco que he grabado he procurado conservar el nivel de buen humor y recomendar directa o indirectamente algo tan sencillo como música en vena.

¿Cómo lleva lo de no darse besos y abrazos?

Mal, pero llevo la cuenta. Están anotados los que debo a mis amigos, y los que me deben a mí.

Ruibal posa con su libro y su disco en la Bonald. FOTO: MANU GARCÍA
Ruibal posa con su libro y su disco en la Bonald. FOTO: MANU GARCÍA

 

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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