¡Qué pena de todo!

Es tan irracional ese mundo que para sobrevivir fusila a la verdad, y las leyes de la lógica pasan por la silla eléctrica. El resultado no es la mentira, sino la nueva verdad, la del poder

El tío de actores de 'La batalla de los ausentes', de La Zaranda, este pasado sábado en Villamarta.
El tío de actores de 'La batalla de los ausentes', de La Zaranda, este pasado sábado en Villamarta. MANU GARCÍA

El mundo de la guerra es muy exagerado, cómico e irracional. Mejor dicho, el mundo del poder, que es la raíz de los grandes despropósitos humanos. La Zaranda lleva ya muchos años desvelando en escena los entresijos de nuestras sociedades. Ahora, tres viejos combatientes vuelven a la escena de la batalla para conmemorar la gran hazaña, o la gran derrota. Los engranajes del poder asfixian a las personas, ya sea con la guerra, la burocracia, la explotación laboral o el control tecnológico. Los zarpazos del poder manifiestan siempre un lado trágico y un lado cómico. Y si no están convencidos, recuerden que puede aparecer una tanqueta en las calles de su ciudad para vender papas… ¡Qué pena de todo!

Es tan exagerado ese mundo que para reproducirse necesita muchos símbolos, palabras rotundas y muchos muertos. La maquinaria del poder se alimenta de la ambición y del odio. Los tres soldados se sienten abandonados. No hay nadie para reconocer sus gestas. Les acompañan los restos de la batalla. Esos objetos, que están cargados de significado, son suficientes para poner en marcha los automatismos del poder y la ciega destrucción. En escena los cuerpos de los actores y los objetos forman un todo dinámico. Juegan con la luz y el espacio para lograr momentos de gran fuerza alegórica. La maquinaria de la guerra, bien engrasada, produce símbolos en cadena para disciplinar a los cuerpos y las mentes. Y su producto estrella, ese que se vende a buen precio en el black friday, es el enemigo… ¡Qué pena de todo!

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Otro momento de 'La batalla de los ausentes'.   MANU GARCÍA

Es tan exagerado ese mundo que también promete la eternidad, nada menos que permanecer en la memoria para siempre. En el campo de batalla se fraguan las hazañas, los hechos memorables. Pero en las entrañas de lo memorable habita el olvido. Las palabras de los soldados siempre discurren por varios planos de sentido al mismo tiempo: la grandilocuencia que exige la hazaña, la crítica y el escepticismo ante lo que dicen, el resquicio de esperanza que supone ser conscientes de lo que perdemos, la farsa sobre la farsa… Los discursos memorables para hechos memorables… Llega un momento que nadie recuerda a nadie, ni siquiera sabemos lo que hay que recordar. Incluso los malos se convierten en buenos, y la dignidad sigue enterrada… ¡Qué pena de todo!

Es tan cómico ese mundo que el poder, para no reírse de sí mismo y disolverse, diseña dispositivos de seriedad, gestos rígidos que momifican los cuerpos todavía vivos. Los giros escépticos y satíricos del discurso hacen aflorar todo lo ridículo que puede llegar a ser la lucha por el poder y la gloria. Hablar de la guerra y no recordar a Gila seguro que está penado en el Estado de los espíritus libres. O las aventuras del buen soldado Švejk… Los soldados nos hacen soltar carcajadas en momentos puntuales, pero para recordarnos que quizás la única escapatoria es la risa. La parafernalia del poder rezuma humor corrosivo. Y ese esfuerzo por hallar la solemnidad, ese protocolo de cuartel y ministerio, se transmuta en la expresión de la burla primordial que caracteriza a nuestra existencia… ¡Qué pena de todo!

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Otro instante del último montaje de La Zaranda.   MANU GARCÍA

Es tan irracional ese mundo que para sobrevivir fusila a la verdad, y las leyes de la lógica pasan por la silla eléctrica. El resultado no es la mentira, sino la nueva verdad, la del poder, una verdad que brilla porque se ha construido sobre un territorio limpio, libre de ideas molestas. Cuando se aniquila la verdad, detrás va la dignidad humana. Y en las guerras sale lo mejor y lo peor. Porque no todo lo irracional viene de afuera. Esa es la tragedia de la existencia. Recuerden 1984 de George Orwell, o A tumba abierta, de Alfonso Vallejo, y Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre. De ahí que el asalto al poder sea una especie de demostración de que el mundo no tiene remedio y que toda utopía desemboca en la barbarie si no viene acompañada por otros principios éticos. El poder construye una sociedad nueva, perfecta, y hoy dice una cosa y mañana la contraria, como si de una coalición inestable se tratase… ¡Qué pena de todo!

Ficha técnica

La batalla de los ausentes. La Zaranda. Dramaturgia: Eusebio Calonge. Dirección: Paco de La Zaranda. Intérpretes: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y Francisco Sánchez. Una producción de La zaranda - Teatro inestable de ninguna parte y Teatro Romea de Barcelona.

 

Próximas funciones: Días 3 y 4 de Diciembre, Teatro Alhambra de Granada; día 11 de Diciembre, Real Coliseo Carlos III de San Lorenzo de El Escorial; días 13 y 14 de Diciembre, Festival Quijote de París.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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