“Me propuse explorar los signos de esperanza que provenían de la vida cotidiana”

Manuel Montero Ramírez presenta en la Fundación Caballero Bonald el poemario 'Mientras levanta el día'. El escritor Pedro Sevilla, autor del prólogo, el clarinetista Francisco Manuel López y la poeta Josefa Parra le han acompañado

Manuel Montero con su nuevo libro, en la calle Caballeros de Jerez, en días pasados.
Manuel Montero con su nuevo libro, en la calle Caballeros de Jerez, en días pasados. MANU GARCÍA

Ya sin restricciones de aforo, con mascarillas y ventanas abiertas,  la Fundación Caballero Bonald se llenó de lectores para dar la bienvenida al nuevo libro de Manuel Montero. “Manuel Montero es fruto de esta casa”, subrayó Josefa Parra en sus palabras introductorias, fruto de las lecturas y talleres literarios. Sus primeros poemas aparecieron en publicaciones colectivas de la Asociación Argónida, Talleres de la Fundación Caballero Bonald y la revista Piedra de Molino. Este es su segundo libro. El primero fue Con los pies en la tierra (Libros Canto y Cuento, 2012)

Pedro Sevilla nos contó que hace unos días Manuel Montero visitó Arcos, junto con el poeta Antonio Apresa, para mostrarle el poemario Mientras levanta el día, publicado también por la editorial Libros Canto y Cuento, que dirige José Mateos. Estaban tomando un café en el parador, al lado de la peña, y hojeando el libro, cuando observaron algo que no solo les heló esos cafés “sino también los mismos corazones”: un hombre se arrojó al vacío. Un hecho luctuoso, desde luego… Pero gracias al libro de Manuel “nos fue algo más soportable la mañana”. Ante la muerte todos nos volvemos filósofos, “aquella mañana los tres llegamos a la clamorosa conclusión de que escribir un poema es un canto a la vida, un acto de amor”. “¡Ay si aquel pobre suicida hubiera escrito sus cuitas aquella mañana…! ¡Ay si hubiera leído uno de estos versos de Manolo Montero que hoy presentamos y que hablan de la esperanza, de esa luz insomne que nos hace caminar y hacer camino!, seguramente no se habría suicidado porque si algo tiene la poesía, y sus sinónimos la esperanza y el amor, es su carácter contagioso. Ante alguien que ama la vida nos crece el amor a la vida. Por eso se está tan bien a la sombra de algunos poetas.”

Un momento de la presentación.
Un momento de la presentación. MANU GARCÍA

En el prólogo de Mientras levanta el día, Pedro Sevilla dice que: “En estos tiempos apocalípticos nada puede ser más saludable que un libro como este, un canto de vida y esperanza, por decirlo al modo de Rubén Darío.” Y la esperanza es algo activo, no un simple estar sentados a verlas venir… Los versos de Montero son modestos, sencillos, como las semillas. Por eso en la portada hay una espiga de trigo, “que es algo sagrado, frente a la frustración de los tiempos”. Claro que existe el dolor y que la muerte acecha, “pero esa precariedad es la que nos hace sagrados y donde nace el amor”, añadió Pedro Sevilla. “Cuando el vacío acude, no pasa el tiempo. Pero cuando aflora la vida, de repente, todo transcurre como un soplo de aire.”

 “Sentirse acogido por la familia, por los amantes de la vida y la poesía es un gran gusto”, dijo Manuel Montero. Comenzó a escribir estos poemas “en la plenitud de la crisis de estos últimos años”. Como consecuencia de un expediente de regulación, pasó a ser prejubilado, “equivalente a mayor y amortizado”, y a ser excluido de los ámbitos de decisión… Fueron años de pérdidas personales y de  graves situaciones sociales, como el aumento de la pobreza y la corrupción. Dos crisis económicas más la pandemia que luego llegó. En ese contexto, explicó Manuel Montero, los primeros poemas que escribió eran de denuncia social, tristes, “pero sin la ternura, sin la dulzura o el encanto que en ocasiones transmite la tristeza y su melancolía cuando vuela con su aire lírico”. Así que lo rompió todo.

Manuel Montero, con Pedro Sevilla y Josefa Parra.
Manuel Montero, con Pedro Sevilla y Josefa Parra. MANU GARCÍA

Entonces “decido buscar señales de esperanza que dotaran de cierta ilusión y sentido a las ganas de vivir”. Y lo buscó en la vida diaria. Inspirado por el poeta Juan Vicente Piqueras, (Escribo porque busco, porque espero./ Pero ya no sé qué, se me ha olvidado./ Espero que escribiendo/ llegue a acordarme. Insisto en la intemperie.) y observando las dificultades con las que se encontraban sus hijas para alcanzar un empleo digno, se le “abrió el horizonte”. Y se propuso explorar “los signos de esperanza que provenían desde la vida cotidiana”. A pesar de todas las dificultades, la vida continúa.

A diferencia del primer poemario, Con los pies en la tierra, “que surge como la explosión de un primerizo, estos poemas se estructuran desde el verso libre en torno a una temática necesaria por vital y cargada de poesía.” Manuel Montero también explicó cómo fue evolucionando el título del libro. En principio se iba a llamar Viajar hacia la luz, luego Adverbios de esperanza, después Mi vieja amiga… hasta que llegó a este Mientras levanta el día, para reflejar “la briega y el asombro de la vida cotidiana”.

El libro ha sido ilustrado por Ana Domínguez
El libro ha sido ilustrado por Ana Domínguez. MANU GARCÍA

Respecto a los temas, la mirada del poeta ha querido encontrarse con la experiencia del trabajo, del amor, con la infancia, con la belleza, la memoria, la bondad, con la ausencia, la naturaleza y la amistad. Y para escribir se ha alimentado de “experiencias y signos de esperanza durante este recorrido”, aclaró Montero. Los dos primeros poemas del libro muestran las intenciones poéticas y filosóficas del autor: esfuerzo y trabajo en la construcción del verso, y la búsqueda de la verdad como fuente de sentido. El libro ha sido ilustrado por la diseñadora jerezana Ana Domínguez. Sus ilustraciones aportan a la obra “exquisitez y elegancia”.

 

FRAGMENTOS

 

Qué indefectible el día albergando sorpresas,

despertando la esencia de esta misma mañana.

 

Qué incansable el trayecto construyendo futuro

surcando la ribera con el agua en los pies.

 

Qué impasible el amor cuando llama a arrebato

con palabras distantes que se quiebran al aire.

 

Qué certeras palabras de dulce recorrido:

celofán engañoso que fascina a los pobres.

 

Qué insufrible el espacio inundado de ausencias.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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