Asumir una derrota de tal calibre que ha sido perpetuada por los siglos en la historia no es tarea fácil para un país. Dos siglos atrás se vivió una tragedia que hizo cambiar el rumbo de la vida política, económica y social del pueblo español. En concreto, el 21 de octubre de 1805, salió del puerto de Cádiz la conocida Armada española junto a sus aliados de Francia. Una flota venida a menos y que tuvo en aquella jornada el cenit de su gloria como emperadora de las aguas internacionales. Fue frente al tómbolo de Trafalgar, lugar donde cuenta la mitología que Hércules venció a Gerión o Geronte, el gigante cuidador de las cabezas de ganado retinto, aunque aún hoy no se sabe a ciencia cierta el terreno de juego exacto de la que fue la batalla más humillante y breve de la historia para dos grandes potencias como Francia y España. Por aquellos entonces la población que residía en el lugar no era muy abundante por la inseguridad de la zona debido a los saqueos berberiscos de los últimos siglos, los bandoleros en zonas rurales y los asaltadores de camino. Sin embargo, desde la loma de Vejer se pudo percibir con total nitidez la magnitud de la cruenta batalla que estaba a punto de librarse. Hoy, 212 años después ¿qué queda en la zona de Trafalgar de aquella batalla?
“El ancla que encontré estoy seguro que pertenece al Santísima Trinidad por las características que tenía”.
En materia histórica, queda la memoria de aquella etapa reflejada de manera magistral en la conocida novela de Benito Pérez Galdós en su primer tomo de Episodios Nacionales. Y se tiene conocimiento y constancia de que fueron más de 4.000 los muertos y 3.000 los heridos, siendo quince los barcos que se hundieron y cinco los que fueron apresados por la flota británica, como motín de guerra. Pero no todos llegaron a Gibraltar, puesto que algunos no aguantaron las embestidas de los temporales y de las aguas del Estrecho. Esto hace pensar que en la misma Bahía de Barbate todavía queden restos sepultados, esperando a ser rescatados algún día para su estudio histórico. De hecho, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, comenzó un proyecto destinado a conocer lo que escondía las proximidades del Cabo de Trafalgar, lugar “donde abundan los restos de naufragios de todas las épocas, dada la dificultad que para la navegación entraña el referido cabo y en los bajos cercanos”, según se constata en el proyecto Trafalgar. Así lo reconoce Salvador Barrios, buceador profesional que lleva trabajando para los barcos de arrastre de la zona más de 30 años y que conoce esas aguas de palmo a palmo. “Hay muchos barcos hundidos y es una lástima que algunos pecios no puedan salir a flote”, refiriéndose, entre otras cuestiones, a un ancla que él mismo halló hace unos años y que tiene su ubicación bien reservada.
Restos en lecho marino
“El ancla que encontré estoy seguro que pertenece al Santísima Trinidad –la joya de la Corona- por las características que tenía”, relata Salvador comparando la cruceta de bronce que allí encontró con los estudios que se tienen del citado buque. Encima de una duna de arena, según el buzo, se halla este elemento que, además, “no es lo único que está allí escondido, hay mucho más”. Hace años, cuando la conmemoración del Bicentenario de la Batalla, se pusieron en contacto con él, pero las formas no le convencieron y decidió declinar las ofertas. Así, el pecio, continúa estando en la zona, según cree. Como es natural, un ancla de tales características no llega sola a ese sitio, por lo que quién sabe si lo que el mar esconde es el gran buque, perla de la Armada que desapareció en esas mismas aguas. Entre huracanes y corrientes marinas, los barcos franceses Achille, Aigle, Berwick, Bucentaure, In­­domptable, Intrepide, Redoutable y Fougueux, y los españoles Argonauta, Monarca, Neptuno, Rayo, San Agustín, San Francisco de Asís y el ya nombrado Santísima Trinidad, se quedan por el litoral gaditano. “Hace unos años se sacaron dos cañones de hierro, se avisó a la Guardia Civil y en el puerto de Barbate se pudrieron”, tratándose de cañones de grandes toneladas que no tuvieron la conservación necesaria. Recuerda Salvador que en los años 70 una gran ancla quedó en las redes de un pesquero, quedando en paradero desconocido en la actualidad. Bisagras, monedas y algún elemento de metal han sido hallados por los marineros de la zona que, en su mayoría no han querido hablar nunca porque “lo que pasa en el mar, se queda en la mar” y quién sabe dónde se encuentra.
El pueblo
A nivel histórico, el director de la Casa de la Cultura de Barbate e investigador, Antonio Aragón, reconoce que son muchos los testimonios que ha oído sobre restos de los barcos de aquella batalla. “La gente de la zona cogió los restos de madera seguramente para sus hogares y lo que tuviera cierto valor lo vendería”, comenta Aragón asegurando que de lo que sí tiene constancia es del orgullo que se pudo sentir, debido a “la reacción que tuvieron los habitantes”. El propio general Collingwood –almirante que tomó el mando tras la muerte de Nelson- “tuvo a la gente en cuenta en una de sus cartas”, destacando “la generosidad con los que habían caído en la orilla”.

“Diéronme a beber no sé qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas”.

Así recoge esta gesta el libro de Trafalgar de Pérez Galdós, donde describe cómo los oriundos de la zona auxiliaron a los heridos, apostillando Aragón, “sin tener en cuenta la procedencia de los heridos, puesto que allí combatían tres naciones, pero en sus filas había gente muchos países”. “Los de Vejer bajaron hasta la playa, lo mismo que los de Conil y Zahara, ya que se estaba viendo cómo aquella batalla dejaría un reguero de muertos y heridos que llegaría a la orilla”, siendo así como actuaron por todo el litoral.
Conmemoración
Este mismo espíritu de solidaridad y amor al prójimo se descubre de alguna manera en dos actuaciones distintas que se llevan a cabo desde hace tres años para conmemorar la citada fecha. Por un lado, se trata de una ruta animada donde la concienciación ambiental es la protagonista, pero tiene como fondo una historia de amor en torno a la Batalla de Trafalgar. Andrés Marín es representante de Ecoágora, organización de voluntarios medioambientales, que realizan una actividad interpretando el entorno “de una manera didáctica y divertida”. “Es un recorrido con animación para conocer la historia e inculcar el respeto por el Medio Ambiente”, que ya ha tenido “una experiencia muy exitosa” y que se va a volver a realizar durante el día de la conmemoración de los 212 años. Para María, “lo que ha quedado de Trafalgar es el espíritu” y eso es un bien intangible que se debe valorar. Otra de las actividades que el propio Ayuntamiento de Barbate tiene previsto realizar este sábado, es la interpretación en el propio tómbolo de Trafalgar de la obra La leva, del dramaturgo Sergio Román, donde se representa el dolor y la bondad de los habitantes de la zona escuchando sonar las bombas y los cañones, oliendo el dolor de la derrota, no solo de esa guerra, sino de todas las guerras. Una emotiva representación que interpreta la Escuela Municipal de Teatro La Aurora y que que la llevará a cabo a las 11.30 de la mañana. Completando la oferta cultural, se llevará a cabo una recreación histórica por parte de la Asociación histórica y cultural Torrijos 1831 y una leyendas contadas por el propio historiador Antonio Aragón. La música también formará parte de la citada fecha con la Banda Municipal de Música de Barbate con un concierto y una acompañamiento para la subida y bajada hasta el faro. Conmemorar una batalla que supuso la caída definitiva del imperio español conquistado desde los Reyes Católicos, no es lo más oportuno, pero en esta cita, se recoge es sentir de un pueblo orgulloso y unido por la tragedia, como ha demostrado año tras año, siglo tras siglo. Esperando que algún día se pueda rescatar los tesoros hundidos en su mar, con la esperanza de dar valor a una zona que necesita de estrategias de desarrollo turístico. Esa solidaridad y ese sentir de amor por el prójimo es el patrimonio más que grande que conservar los habitantes de la zona y que es, sin duda alguna, lo más importante que queda de la Batalla de Trafalgar en Trafalgar.

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Luis Rossi

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