Por su baile le reconocerán: Tío Pepe 'El Zorri' recibe el cariño de los suyos en la peña La Bulería

La entidad flamenca de La Plazuela homenajea a uno de sus socios más ilustres, perteneciente a una generación de aficionados-artistas que han llevado el baile corto por bulerías de Jerez por el mundo

Por su baile le reconocerán: Tío Pepe 'El Zorri' ha recibido, el pasado viernes por la noche, el cariño de los suyos en la peña La Bulería.
Por su baile le reconocerán: Tío Pepe 'El Zorri' ha recibido, el pasado viernes por la noche, el cariño de los suyos en la peña La Bulería. D. M.

Su nombre no ha salido nunca en grande en los carteles, pero le conocen por su baile en el mundo entero. No ha recibido reconocimiento más allá que el de la gente de la calle y el mundo, pero tampoco le ha hecho falta nunca que le condecoren por su afición. Él no lo necesita.

Su mirada siempre amable, su saber estar y educación, sus ganas de disfrutar del cante, el baile y el toque le han convertido en un indispensable de la historia del flamenco de Jerez. Así. Sin más. Nada más y nada menos. Vayan ustedes a cualquier lugar de los cuatro puntos cardinales del planeta jondo y no digan su nombre. Digan su apodo: Tío Zorri. Seguro que alguien le conoce, ha estado con él, lo ha visto bailar o le han hablado de que es alguien que tienen que conocer si o si cuando visiten Jerez porque no les dejará indiferente.

Y es que hablar de José Domínguez Garrido ‘Tío Zorri’ (Jerez, 1935) no es hablar de un artista ni un flamenco cabal cualquiera. Podríamos decir que en su figura se resume la génesis de lo que puede significar el flamenco en esta tierra del sur del sur y, por ello, en la noche de este pasado viernes recibía el mayor homenaje que le han podido dar: el calor y el reconocimiento de los suyos en su Peña Flamenca La Bulería.

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El presidente de La Bulería, y de la federación local de peñas, José Manuel Rodríguez, entrega un reconocimiento a Tío Zorri, el pasado viernes.

La entidad flamenca de La Plazuela se vestía con sus mejores galas. Había motivos para ello. Por un lado, porque comenzaba su ciclo flamenco de otoño, que gracias al convenio firmado por el Ayuntamiento de Jerez y la Federación Local de Peñas Flamencas de la ciudad —80.000 euros para recitales— se ha podido rescatar dentro del calendario flamenco jerezano y uno de los jóvenes valores del flamenco actual iba a ser el encargado de abrirlo: José Montoya Carpio ‘El Berenjeno’. Por otro lado, porque al Tío Pepe ‘El Zorri’ se le iba a rendir un justo y merecido reconocimiento. Esperemos que no sea el último y que pueda disfrutarlos todos en primera persona.

“Gracias a mi peña de La Bulería, que me ha dado este homenaje a mi persona ahora que estoy vivo —que eso hoy en día no se ve— y por lo menos lo estoy disfrutando”, llegaba a decir el propio homenajeado, tras entregársele un reconocimiento por partida doble y entregarle la entidad jerezana y la asociación de vecinos Cruz Vieja dos presentes que a buen seguro encontrarán ubicación de primera en su casa. “Le doy gracias a todos mis amigos, a mis amigas, a mi familia del baile —como Angelita Gómez— por estar aquí conmigo hoy”, reconocía entre aplausos y alguna que otra voz que lo alentaba y le decía eso de “Zorri, tú estás para bailar otra vez”.

Y es que la Peña Flamenca La Bulería no reconocía a un artista cualquiera, a pesar de que él diga que no lo ha sido nunca. Reconocía a un jerezano que ha llevado por todo el mundo el baile corto, lleno de gracia y de compás de San Miguel y de La Plazuela, que pocas veces ha dicho que no a algo. Socio de la entidad que le rendía homenaje en la noche del pasado viernes, también pertenece a Peña Flamenca Los Cernícalos y fue socio hasta el último de sus días de la Peña Colchonera, sin la cual podríamos decir la Zambomba de Jerez se hubiera extinguido. Cierto es que Parrilla de Jerez hizo una labor de rescate documental inmensa e histórica, pero la Peña Colchonera fue de los pocos colectivos que siempre las celebró en la calle, hiciese el tiempo que hiciese, cantando a coro coplas populares a golpe de carrizo, panderetas, cántaros, botellas y cucharas donde hoy mora el monumento a Lola Flores.

Por eso, el homenaje que se le ha rendido al Tío Pepe ‘El Zorri’ era especial. Era un homenaje a una forma de vivir y de sentir. Un homenaje a una forma de ser que le llevó a ‘retirarse’ de los escenarios con 23 años tras una gira con su prima La Paquera de Jerez por Andalucía, en la que también participaban grandes como Chocolate, Farruco, El Lebrijano o Paco Cepero, para casarse con su novia —a la que ‘le hablaba’ desde los 15— y montar “un puesto de bragas en ‘La Plaza’ que he tenido durante 60 años y hoy en día llevan mis hijas”.

Es un homenaje a una persona cuya vida y compromiso con los suyos le llamaron a filas y decidió dedicarse al cuidado de su familia hasta el último de los días sin poner nunca tierra de por medio. Un homenaje a una persona que, si bien no ha habido fin de fiesta en peñas o festivales cercanos de mayor o menor formato en el que no haya participado en algún momento, no fue hasta después del fallecimiento de su esposa cuando decidiera de nuevo hacer las maletas y coger el tren, el barco o el avión hacia donde hiciera falta mientras las fuerzas aguantaran para dar rienda una de sus pasiones: el baile corto por bulerías de Jerez.

El flamenco no es un escenario de una peña o un tablao donde hay cante, baile o toque tal o cual día. Es algo más

José Dominguez Garrido ‘Tío Zorri’ pertenece a una generación de ‘nativos de La Plazuela’ que consiguió combatir las penurias y las necesidades a través de una convivencia que está prácticamente extinguida. Una generación de venerables en las que Juan Enri, El Gran Roque, El Mondi, Paco ‘El Caca’, El Pichorra, El Pili, Juanele, Antoñín Benítez, Angelito Rodríguez y tantos y tantos otros que faltan en esta sucesión de nombres han conseguido hacer aún más especial un barrio que es santo y seña del flamenco en Jerez, desde Jerez y para el mundo.

Porque en San Miguel, La Plazuela, Santiago, San Pedro, La Albarizuela o La Asunción, el flamenco no es un escenario de una peña o un tablao donde hay cante, baile o toque tal o cual día. Es algo más. Mucho más. Es una forma de vivir. Y en ser embajador de ese flamenco más genuino el homenajeado de ayer es un auténtico referente. “Tengo seis o siete ‘pataítas’ que son las mías de siempre, aunque al final en los teatros sólo hago las dos o tres que mejor me salen porque ahí había que dar la cara” nos confesaba anoche tras recibir el reconocimiento, sabedor de que con ellas el público se rendía a sus pies.

Y es que el Tío Zorri es la mejor definición de todo lo anterior, desde que le pusieron su apodo por ser el más rápido en llegar corriendo a las vías del tren cuando pasaba la locomotora ‘La Zorrilla’ con los amigos de pequeño, hasta la noche en la que le rindieron honores y todas las que nos quedan por venir junto a él y nos regale un saludo, una sonrisa, una palabra amable, un recuerdo o unas lágrimas como las del pasado viernes, que fueron suyas y nuestras, porque no hay nada mejor en esta vida que gozar del cariño de todo un Jerez que no quiso perder la oportunidad de decirle que le quiere.

Sobre el autor:

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David Montes

Comunicador, flamencólogo.

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