La ingente información que circula por la red otorga, si cabe, mayor valor a las enciclopedias en papel de toda la vida.

En numerosas ocasiones, por cuestiones de trabajo –uno es librero, ejerce ocasionalmente de periodista y a veces tiene que presentar a algún/a colega escritor/a- me he visto en la necesidad de rastrear la bibliografía de un/a autor/a recurriendo a las solapas de los libros, a algunas bases de datos o a laboriosas búsquedas en Google. Fue entonces cuando me planteé lo fácil que sería, el tiempo que nos ahorraría que ese trabajo previo ya estuviera hecho, que existiera una especie de llave mágica que nos permitiera acceder al universo tangible de un/a determinado/a escritor/a con sólo pulsar un botón.

La ingente información que circula por la red otorga, si cabe, mayor valor a las enciclopedias en papel de toda la vida, ya que el soporte físico parece llevar adherida la cualidad de la consistencia, de lo real, de lo contrastado en suma, frente a la virtualidad, la inestabilidad y la imprecisión de la información virtual. Esta llamativa paradoja –a mayor información, mayor desinformación- me llevó a cuestionarme la valía de Internet como herramienta ideal para mi objetivo, aprovechar sus infinitas posibilidades de una forma práctica y muy focalizada.

Una de las principales desventajas del formato impreso es su carácter definitivo. Confeccionar un Diccionario de escritores/as en plena actividad implicaría forzosamente sucesivas reediciones –al modo de los textos legales o las guías de viaje- que, en el improbable caso de que alguna editorial se lo planteara, quedarían superadas desde el mismo momento en que entrara en imprenta, en cuanto uno de los autores/as incluidos tuviera una nueva muesca en su historial. Los intentos anteriores más logrados en la provincia gaditana adolecen precisamente de ese hándicap, porque ni siquiera los autores/as fallecidos y que, en apariencia, pueden ser fácilmente objeto de referencia, se escapan al continuo fluir bibliográfico, pues aparecerán con el tiempo nuevas ediciones, textos inéditos, biografías, estudios, etc.

La edición digital no sólo permite subsanar esta temporalidad sino que alienta el cambio, emparejándose con el devenir creativo del autor/a. Sin embargo, los esfuerzos realizados en este sentido, ya sea por el esfuerzo de muchos usuarios –wikipedias y otros epígonos-, por organismos oficiales, editoriales o incluso por los propios escritores/as, pecan en muchos casos de errores, olvidos, o una alarmante desactualización bibliográfica, cuando no de un vacío absoluto. Se hacía necesario aplicar criterios de rigor y exhaustividad para sistematizar toda esa información dispersa e incompleta. La página web podía haber sido la opción más sencilla, pero descubrí que el formato del blog se adaptaba más a mis objetivos, pues al margen de la fácil actualización de sus contenidos y de haberse convertido casi en un género más para el escritor/a, permitía la inserción de comentarios en cada entrada o ficha por parte del autor/a citado/a, ya sea como vía informativa de sus nuevos trabajos o como filtro para indicar posibles errores o cuestiones varias.

La monumentalidad del proyecto exigía acotar forzosamente el territorio de acción. Así que, concibiendo el Diccionario como una ventana abierta al futuro y en permanente expansión, se imponía elegir una fecha de partida lo suficientemente lejana para dar cabida a autores/as ya con una obra importante a sus espaldas, pero también lo suficientemente cercana como para evitar unas dimensiones que excedían, sin duda, mis posibilidades. El año 1960 parecía una fecha redonda, ya que incluía a los autores/as que ya habían cumplido la cincuentena, quienes, a buen seguro, seguirán regalándonos grandes muestras de su talento durante muchos años más. La flexibilidad que permite el mundo virtual no impedirá, no obstante, que algunos escritores/as que se han quedado fuera por escaso margen, puedan ser incorporados al mismo en cualquier momento.

Esta barrera temporal ha condicionado también el contenido de otras entradas complementarias del Diccionario, caso de las “Antologías”, “Fundaciones”, “Premios” o “Revistas y suplementos”, siempre puesto en relación a los autores/as seleccionados, tomando, en concreto, como punto de partida las fechas en que estos empezaron a publicar. Tanto en estas últimas como en las de los propios autores/as, he tratado en todo momento de facilitarle la navegación al usuario potencial –periodistas, lectores, investigadores, editores, escritores o simples interesados- intercalando enlaces que permiten pasar rápidamente de un autor/a a otro/a,  a un tema concreto, o incluso, en caso de que lo tengan, a su propia web o blog, sin necesidad de dirigirse al índice alfabético de entradas.

Para terminar, y más allá de los objetivos citados y de poner en valor la fértil cantera de escritores/as de la provincia de Cádiz, no podía dejar de mencionar las tres máximas ideológicas que han presidido y presiden la ejecución del Diccionario: evitar los comentarios subjetivos –la obra de cada autor/a debe hablar por sí misma-, descartar los autores/as que sólo han publicado autoeditándose, y, siendo fiel al carácter del blog, contemplar el ámbito de creación estrictamente literario en sus variados géneros.

Diccionario de escritores gaditanos: http://diccionariodeescritoresgaditanos.blogspot.com/

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Juan Carlos Palma

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