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La compañía jerezana representa este sábado en La Quemá la obra ‘Radio Becquer’, una función teatral situada en una emisora radiofónica de los años 50 y dirigida por Gaspar Campuzano.

Llevan más de una década subiéndose al escenario representando los sueños que tuvieron desde que eran unos adolescentes. El grupo de teatro Tras el Trapo es una familia artística que ha luchado durante mucho tiempo por el fomento de la cultura en la ciudad. Pasacalles, representaciones de obras clásicas u originales, en su imaginación nunca han puesto límites para construir y ponerlo en práctica ante el público.

Aunque no fue hasta el año 2004 cuando comenzaron a trabajar de una manera más profesional, en 1998 ya dieron rienda suelta al gusanillo de la interpretación por Jerez. Pese a sus inicios amateur, han ido a lo largo de los años aprendiendo de la vida, de ellos mismos y de profesionales como Gaspar Campuzano, cofundador de La Zaranda. “Seguimos teniendo la misma iniciativa e ilusión del primer día. Hemos querido ser una compañía de teatro alternativa, eso a nivel creativo es poder soñar nuestras propias obras y llevarlas a cabo a través de nuestra creatividad, imaginación y sentimiento”, aseguran los componentes.

Javier Padilla, Ana Oliva, Ismael Colón y María Duarte forman actualmente esta compañía que sigue cumpliendo los sueños de esa parte del público hambrienta de teatro. Desde hace más de un año, la Bodega de La Quemá se ha convertido en su cueva de las mil maravillas, donde cada rincón del local respira teatro, ya sea en los libros de los autores teatrales que se encuentran en su interior, las sillas que forman el improvisado patio de butacas y que aún mantienen el calor del público del fin de semana, y las paredes que vibran con el sonido de los aplausos.

Cada fin de semana, este grupo de teatro trata de llenar el escenario con el talento de otras compañías alternativas que pese a no gozar del cariño de las grandes tablas, sí poseen el don de la originalidad y frescura teatral. “Cuando nos lanzamos a crear este espacio lo hicimos para dar cabida a otras compañías. Siempre he pensado que en Jerez hay una minoría que le apetece ver la variedad de actuaciones que se ofrecen aquí. La respuesta hasta el momento ha sido muy buena y el público nos agradece que hagamos esta labor. Hay muchos jerezanos que tenían la necesidad de ver otro tipo de actuaciones. Nuestro compromiso tiene que ver con darle un servicio a las necesidades que pide ese público” comenta María.

Con motivo del día de todos los santos, el grupo ha organizado un fin de semana cinéfilo y teatral. La proyección de la película Nosferatu de 1922 será la protagonista en la noche del viernes mientras que el sábado, los componentes de la compañía jerezana se subirán al escenario de La Quemá para hacer viajar al público a un programa de radio de los 50 con la obra Radio Becquer. “La idea surgió de manera espontánea. Queríamos llevar a cabo algo referente al día de todos los santos pero haciéndolo de manera tradicional, dejando de lado Halloween. Por un lado tomamos la tradición de nuestra tierra y la unimos al talento de un gran escritor como fue Becquer. En la función recreamos un programa de radio donde no solo incluimos la novela relato del autor sino también hemos añadido fragmentos poéticos, anuncios publicitarios de aquella época. Hay una gran labor detrás de este espectáculo”, dice Javier.

Radio Becquer tuvo la fortuna de pisar el Festival Internacional de Teatro en Almagro, un evento donde dicha obra dejó sorprendido al público asistente con la propuesta. Hacer un programa de radio como el que se hacía por aquellos años tiene una gran complejidad, una labor realizada por todo el grupo especialmente por su técnico Ismael: “La gente que asista el sábado a la función podrá cerrar los ojos y trasladarse mediante un viaje en el tiempo a otra época. El tempo que se usaba en la radio de estos años era más sosegado, se comunicaba más. A todo el grupo nos ha parecido interesante este trabajo donde hemos puesto toda nuestra originalidad además de usar la picardía como otro elemento importante” comenta María.

Sentado en el improvisado patio de butacas, Gaspar Campuzano observa atentamente a los cuatro protagonistas. La labor del reputado actor jerezano con la compañía teatral, no solamente se ciñe a dirigir este espectáculo sino también a compartir su experiencia profesional con ellos. “Estos chicos son unos monstruos. En la radio de aquel entonces todo giraba alrededor de ella, los programas actuales giran todos alrededor de la televisión. He tenido la fortuna de dirigirles en otras funciones y han tenido mucha paciencia conmigo porque a veces se me va la olla pero es precioso trabajar conjuntamente”.

La elocuencia de Gaspar no pasa desapercibida para el grupo, que agradecen el enorme esfuerzo realizado por el intérprete de La Zaranda. “Buscamos la manera de crear obras de calidad, y Gaspar es nuestro controlador en ese aspecto. Gracias a él evolucionamos como compañía” destacan.

La época de la censura, homenajear a la radio de aquellos tiempos o documentarse con anuncios de por aquel entonces ha sido un trabajo muy laborioso donde incluso se han quedado muchas noches hasta las cinco de la mañana montando el espectáculo. “Hemos cuidado mucho el lenguaje de aquella época. Ahora mismo cuando ves la televisión o la radio, hay un reflejo actual de la sociedad ya que el lenguaje se ha degradado. Antes había paciencia a la hora de hacer los programas y eso aquí se va a ver reflejado no solo en los textos sino también en los silencios elocuentes”, dice Javier.

Bienvenido Pérez es la figura ficticia de la emisora en aquella época. Este personaje que se sostiene en un cuadro encima de los personajes, es otro de los hilos conductores de la función. “Lo hemos usado como eminencia del periodismo. Hay mucha sorna sobre el escenario como en la relación de los personajes con Bienvenido que nos sirve para dar un palo a la burra en muchos aspectos. Es fundamental crear una atmósfera estética que permita al espectador viajar hasta los años 50. Lo único que falta es que la gente nos pueda ver en blanco y negro”, señala Ana.

Los proyectos de futuro para Tras el Trapo no tienen fin. A través de una simple idea consiguen crear algo insólito y original para el espectador. Apuestan por el teatro que les gusta además de que son conscientes de que el público siente las cosas que hacen, viven el teatro que hacen. Su camino ha sido lento pero siguen recorriéndolo día a día con la misma pasión. “Es importante que haya un público condescendiente con lo que se hace y que no aplaudan por bulerías a la primera chorrada que se haga. Es bueno que la gente vea diferentes compañías y puedan discernir lo que tiene calidad y lo que no”.

La obra Leche y Picón ha sido sin duda una de las que más satisfacción personal ha otorgado a sus integrantes. Fue la primera que trabajaron junto a Gaspar y en términos generales fue redonda en todos sus aspectos. El próximo 3 de diciembre el Teatro Villamarta acogerá la representación de este trabajo en un ciclo de representaciones teatrales de la ciudad.

En lo que se refiere a próximos proyectos, el grupo de teatro pretende llevar a cabo un tiempo de pausa creativa en el que poder vender su talento. “Nos hemos centrado a lo largo de los años en buscar la calidad, en hilar fino más que en vender. Ninguno tenemos ese don o virtud y vamos a invertir tiempo y dinero en promocionar nuestros espectáculos. La punta del iceberg es lo que siempre se ve sobre el escenario pero detrás hay muchas horas de trabajo. Si nos hubiéramos aburrido ya habríamos dejado esto hace tiempo pero haciendo teatro nos sentimos como en casa”.

Tras el Trapo es sinónimo de cultura y arte, es el significado de la palabra pasión por un sueño. “Hay gente que valora lo que se hace en Jerez pero la cultura generalmente no se valora, están las empresas normales como la que vende pan y luego está la que hace teatro que nunca termina de ser una empresa en el sentido económico”.

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Borja García Tejero

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