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Una mirada a los estereotipos de la etnia en el XIX.

Son conocidas las referencias a Andalucía como paradigma romántico en todos sus sentidos. Una Andalucía exótica, de bandoleros y gañanes, de herencia islámica y oriental, manifestada no sólo en la arquitectura sino en las tradiciones y en la cultura popular descrita por numerosos viajeros europeos. Entre esos estereotipos se encuentra también el tópico del gitano andaluz. Para la investigadora y profesora de la Universidad de Sevilla María Sierra Alonso, entre los datos más imprescindibles del estereotipo gitano siguiendo los parámetros de los viajeros románticos más conocidos se incluye que los gitanos sean un pueblo arcaico, libre y salvaje, con todas las connotaciones que ello representa. En este orden, los gitanos eran vistos como una raza que había permanecido inmutable al paso del tiempo, con todo lo bueno y lo malo del hombre primigenio: es decir, con su inocencia y con su salvajismo. Llegados a ser tachados incluso de caníbales, los gitanos eran, al fin y al cabo, “los otros” (Sierra, 2017).

En cuanto a la libertad vinculada a su nomadismo, a los gitanos se les presumía del contacto con la naturaleza y el erotismo desde una perspectiva de salvajismo en lo sexual. Son numerosas las obras literarias y musicales que en época decimonónica responden a ese criterio de lo andaluz y lo gitano, como la novela Carmen de Prosper Mérimée (1803-1870) que sirvió de inspiración a Georges Bizet (1838-1875) para la famosa ópera homónima. El componente de tribalidad presente en su música y sus danzas es para los románticos una de las señas de identidad. Los franceses Théophile Gautier (1811-1872) y Alejandro Dumas (1802-1870), el danés Hans Christian Andersen (1805-1875) o el inglés  George Borrow, que llegó a elaborar uno de los más nutridos léxicos de lengua calé, se encuentran entre muchas de los autores románticos que citaron o contribuyeron a tal fin, relacionando además al pueblo gitano con lo oriental y lo exótico. El caso, bastante posterior, del viajero estadounidense Irving Brown (1888-1949) es significativo. Asombrado por el misticismo de los gitanos, Irving Brown recorrió los principales puntos de la geografía andaluza en busca de la pureza gitana. En esa línea continuarán otros viajeros de principios del XX que a pesar de no enmarcarse dentro del Romanticismo harán sus viajes y sus estudios antropológicos con una clara influencia de este. Los estereotipos sobre Andalucía y los gitanos continuarán dando procesos, según la investigadora María Sierra, de alteridad. El binomio civilización-barbarie asegura, fue una pesada carga para los gitanos andaluces, provocando unas imágenes tópicas reduccionistas. Los gitanos seguirán siendo marginados tanto a nivel institucional como social; el reconocimiento de los gitanos nacidos en España como españoles por la Constitución de Cádiz de 1812 será truncado por la vuelta al poder de Fernando VI que continuará con políticas regresivas a los gitanos. Si bien los procedimientos no serán como los del siglo anterior tal y como explicamos en algunos de nuestros artículos anteriores sobre las creencias gitanas y los gitanos jerezanos, la situación no cambió mucho (Aparicio Gervás, 2006). Durante el siglo XX en el plano sociológico, la manipulación del franquismo en torno a los tópicos de lo andaluz y lo gitano continuará en esta línea: toreros, bandoleros, bailaoras y todo tipo de artistas con pretensión por el libertinaje serán figuras asociadas a lo gitano y lo andaluz en el imaginario colectivo a nivel nacional e internacional. Su imagen, presente en la vida cotidiana de los españoles, es contradictoria.

"A través de los arcos reconocimos a toda la tribu gitana que antres viera yo subir hacia allí; les habían mandado llamar para animar los retratos con personas vivas. Habían sido agrupados en el patio; un par de los críos más pequeños totalmente desnudos y dos muchachas jovencitas con dalias en el pelo posaban en actitud de bailar: una gitana vieja, infinitamente fea, reclinada contra una esbelta columna de mármol, tocaba una zambomba, una especie de puchero de tocar, mientras que una mujer gorda, pero aún bastante guapa, vestida con faldas de volantes y colorines, tocaba la pandereta. En un santiamén estuvo hecha la foto; imposible describirla; quizá algún día la vea, pero esta fue, con toda seguridad, la última vez que contemplaba La Alhambra".

Hans Christian Andersen, 1862

Pero en definitiva, tanto estereotipos como prejuicios negativos sobre los gitanos no son solo una cosa exclusiva del siglo XIX ni del XX. En la actualidad, la discriminación hacia la etnia gitana aunque es menor sigue existiendo, siendo muy interesantes los estudios que se han hecho en este ámbito desde disciplinas como la psicología social, la sociología o la antropología. En estas recientes investigaciones se coincide en un rechazo al otro especialmente si ese colectivo étnico es de reciente acogida, tal y como muestra la hipótesis de prejuicio genealógico (Berta Chulvi & Juan A. Pérez, 2005). De esa forma y entre otras variables, los prejuicios negativos contra la etnia gitana tienen matices muy diferentes en base a su relación con la sedentarización y la conversión cultural de un determinado grupo de estos. La percepción positiva o negativa del gitano sigue ligada a su grado de supuesta integración, tal y como se atestigua en el tiempo. Sin embargo, los prejuicios que sectores que influyen poderosamente en la opinión pública siguen existiendo y son normalmente negativos, en base a los estereotipos heredados en el tiempo (Porras Soto, 1996).

"Otros indicios señalan el grado de integración de los gitanos andaluces. Notamos, por ejemplo, que, después del prendimiento general de 1749, el porcentaje de los gitanos en las provincias de Sevilla y Cádiz reclamados por sus residencias de origen alcanza un 79% cuando solo alcanza un 20% en otras regiones. Hay que tener en cuenta, además, el porcentaje de casamientos mixtos, o sea con payos o payas, que representa, en Andalucía, a finales del siglo XVIII, el 92% de los casos señalados en toda España. Estos diferentes parámetros caracterizan una situación excepcional, probablemente única, un ejemplo de integración lograda sin detrimento de una cultura original. En la actualidad, los gitanos de Jerez, pro ejemplo, afirman que no han expeerimentado nunca, en su tierra, ningún tipo de discriminación por el hecho de ser gitanos y consideran que esto representa una ventaja efectiva en comparación con ciertas situaciones que han podido notar en otras comarcas”.

Bernard Leblon, ‘Los gitanos,’, 1987

Bibliografía

Sierra Alonso, María. (2017). Estereotipos gitanos del siglo XIX en Andalucía en la historia, ISSN 1695-1956, Nº. 55, págs. 20-23

Aparicio Gervás, Jesús María. (2006). Breve recopilación sobre la historia del pueblo gitano: desde su salida del Punjab, hasta la Constitución Española de 1978. Veinte hitos sobre la "otra" historia de España en Revista interuniversitaria de formación del profesorado. ISSN 0213-8646. Nº 55. págs. 141-162.

Leblon, Bernard. (1987). Los gitanos de España: el precio y el valor de la "diferencia". Gedisa.

Porras Soto, Sebastián. (1996). Medios de comunicación de masas y gitanos en I Tchatchipen: lil ada trin tchona rodipen romani = revista trimestral de investigación gitana, ISSN 1133-6420, Nº. 15, 1996, págs. 21-24.

Urbiola Vega, Ana. (2016). El valor de la diversidad: ideología multicultural y reducción del prejuicio hacia las personas gitanas. Tesis doctoral de la Universidad de Granada.

Sobre el autor:

Sebastián Chilla.

Sebastián Chilla

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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