Una Salamandra con 25 años: será cosa de Harry Potter (y también Lemaitre, Towles o Franzen)

El sello editorial, hoy en Penguin Random House, cierra un año de efeméride, con un catálogo en el convive el joven mago (nuevo 'agotado', por cierto), con varios nombres clave de la narrativa internacional actual

Algunos de los libros clásicos de Salamandra, junto a unos polvorones, qué mejor compañía en estas fechas.
19 de diciembre de 2025 a las 19:24h
Actualizado a 21 de diciembre de 2025 a las 19:08h

La edtorial Salamandra ha cumplido 25 años durante este 2025 que acaba. No ha sido exactamente un lanzamiento de celebración, pero es inevitable referirse a la edición especial de Harry Potter y el cáliz de fuego (ahora mismo técnicamente agotado) que ha puesto a la venta hace unos días la editorial, sin duda con la vista puesta en el mercado navideño. De esta forma, Salamandra rinde un homenaje a una de las dos almas que, sin duda, conviven en esta editorial, sobre la que conviene pararse un momento. Aunque nació ocho años antes, Salamandra, como nombre, comienza a utilizarse en 2000 tras la compra de Emecé Editores España por Grupo Planeta. Finalmente, en 2019 el sello fue adquirido por la multinacional Penguin Random House.

¿Y cuáles son esas dos almas? Pues lógicamente la comercial juvenil, el enorme pelotazo que ha supuesto la serie de Harry Potter –sus derechos fueron adquiridos ya en el 2000, casi desde el nacimiento de Salamandra– y la otra es la edición en español, a su vez, de alguno de los grandes escritores internacionales del momento, como pueden ser Pierre Lemaitre, Amor Towles o Jonathan Franzen... vaya, que no es fácil decir que se trata de un sello 'especializado en...', tal vez al contrario, los beneficios que ha aportado la obra de J.K. Rowling (y ahora, una vez terminada la saga de Harry Potter, las lujosas reediciones que están apareciendo) hacen que sea más fácil la edición de estos autores importantes pero cuyas ventas son infinitamente más modestas.

Fue el prestigioso crítico literario –y catedrático de Literatura en la Universidad de Yale– Harold Bloom (el del 'canon occidental', sí, ese) el que dijo que es mejor no leer nada a leer lo de Harry Potter. Se lo dijo a un periodista que se puso un poco pesado con que siempre será mejor que los niños y los adolescentes lean a Harry Potter a no leer nada, lo que llevó a Bloom a decir que no way, vaya, que de ninguna manera, que, como diría la influencer María Pombo, lo de leer (sobre todo si es por leer) está sobrevalorado. Afortunadamente para Salamandra al desaparecido Bloom no le han hecho mucho caso, lo que no quiere decir que debamos seguir mucho más tiempo hablando de algo que este cronista solo ha visto –literalmente– por el forro (el tal Harry Potter)... y algún fin de semana por la tarde en la tele entre cabezadita y cabezadita.

Vamos a lo que interesa, que son los grandes narradores. Empecemos por Pierre Lemaitre, el escritor francés que compagina la novela negra en la que es todo un maestro con el fresco que está haciendo sobre el siglo XX francés, obra que arrancó con la magnífica Nos vemos allá arriba (Premio Goncourt). Con esta novela sobre la Gran Guerra y su correspondiente posguerra arranca la saga Los hijos del desastre, que con el cambio de protagonistas –en realidad es una especie de spin off, ya que una familia secundaria en la primera aquí pasa a ser la prioritaria– se convirtió en Los años gloriosos. Van seis o siete novelas. Cada dos años, más o menos, Lemaitre saca un libro, lo que lleva a pensar que lo tiene hace tiempo escrito. El problema es que el francés tiene un poco abandonados a sus lectores de novela negra. El autor de Irene o Vestido de novia, no obstante, sacó en esta editorial hace poco La gran serpiente, un texto que el autor dice que llevaba muchos años en un cajón y que ahora –vale, hace cosa de dos años– no quiso actualizarlo, es decir, sigue habiendo cabinas telefónicas en la trama, por poner un ejemplo.

Dejemos al nuevo Balzac francés –así le ha definido la crítica por su empeño en tan magna obra– y vamos a Jonathan Franzen. El norteamericano tiene un pequeño problema: ha pasado el tiempo y sigue siendo el autor de Las Correcciones y Libertad, más de veinte años después en el primero de los casos, es decir, no ha vuelto a romperla. A Franzen, no obstante, siempre se le espera y es –o precisamente porque es– uno de los últimos buscadores de eso que se da en llamar 'la gran novela americana' (búsqueda de una especie de Santo Grial que ya fue objeto de burla en su día por un auténtico grande como Philip Roth en la novela de título homónimo).

Nos queda Amor Towles. Lo de este escritor es curioso ya que su primer gran éxito sigue siendo su último gran éxito. Como diría un guía marroquí competente: "Explicación". Como ustedes probablemente sepan, El caballero de Moscú, hasta entonces un éxito razonable, fue convertida en serie y, a partir de ahí, hala, todo el mundo a comprar la novela. En 2024, Towles, con libro de relatos nuevo –por cierto, muy recomendable, Mesa para dos–, seguía vendiendo en España más del 'caballero'. Estamos, vamos a decirlo ya, ante un narrador estupendo, al que este cronista descubrió en Autopista Lincoln, novela también más que recomendable. Una cosa característica de este escritor es la de dejar finales abiertos (lo hace tanto en la 'autopista' como en el 'caballero'), así que no sería raro que se viniera arriba y proximamente siguiera con el 'caballero de Moscú' una vez que el caballero se asentó en su pueblo en la incipiente URSS o que sepamos del todo qué ocurrió en NYC, por lo que se refiere a la autopista, que no podemos contar más. Y qué decir, de los relatos de Mesa para dos, qué maravilla salvo la novelita final que incluye, que baja un poco...

 Vaya... ¿Y qué hacemos con Andrea Camilleri y su comisario Montalbano, que también publica en Salamandra? Pues próximamente preguntaremos si una editorial –o cualquier cosa– puede dar un paso más y tres almas. Mantendremos informados...

Sobre el autor

Carlos Piedras

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