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La guitarrista israelí Noa Drezner disfruta en Jerez durante unos días del compás flamenco, la música y la tierra que conquistaron su corazón nada más conocerlas.

La guitarra es su fiel amiga, esa que nunca la abandona incluso cuando duerme. Siente las palpitaciones de sus cuerdas, esas que mima para expresar muchas veces lo que siente cuando se queda muda con palabras pero no de sentimientos. Noa Drezner (11 de agosto de 1983, Tel-Aviv) pisó Jerez por primera hace ocho años, una ciudad que besó en época de Zambombas y que conquistó el corazón de la israelí gracias al compás del flamenco.

Con tan solo nueve años sintió la necesidad de dedicarse a la música a través de las teclas de un piano, un instrumento que dejó de lado al descubrir una pequeña guitarra que le regalaron a los doce sus padres. Hasta Granada llegó para comenzar los estudios de guitarra clásica, una ciudad que le invitó a descubrir otros lugares de Andalucía como Jerez, cuna del flamenco y del vino. “La guitarra y el flamenco son un idioma con el que no hacen falta las palabras. Ella me acompaña para expresar o desahogar lo que mi corazón siente”.

Lleva viajando por todo el mundo para dedicarse en cuerpo y alma a la música, una profesión que sus seres queridos no entendieron en su día y siempre le aconsejaron que buscara otra cosa hasta comprender la pasión que ponía. El alma de Noa es rebelde, como el taconeo de una bailaora que expresa la vida con el ritmo de sus pies.

El flamenco no entiende de raíces, es universal como el aire del que respiran los ojos azules de esta artista israelí que se siente jerezana de adopción. Cada vez que pisa suelo jerezano se llena de vida y acude a pequeños rincones para deleitarse con un vaso de vino y un tablao para dejarse llevar por la música flamenca. “Me gusta venir siempre a El Pasaje. Hay actuaciones increíbles siempre, sales de casa, te sientas con un vaso de vino dulce y disfrutas del flamenco”.

Ha tocado con algunos de los más grandes como Rafael de Utrera además de haber aprendido con Jesús Agarrado El Guardia los compases para dar vida a unas cuerdas que palpan sus manos como un bebé la leche materna por primera vez. “Cuando veo a un guitarrista y me gusta como toca, yo no lo suelto hasta que aprenda como lo hace. A mi escuchar a alguien tocar la guitarra me da la gloria”.

Sueña impregnar su tierra de flamenco, un lugar en el que la guitarra y el cante van por detrás del baile. “Cuando he tenido la oportunidad de tocar allí siempre he comentado que tienen que venir a Jerez, esta ciudad quita el sentido”.

Con el tablao de El Pasaje de fondo, lavozdelsur.es se sienta a la vera de Noa Drezner para degustar su historia.

¿Cómo llegó a descubrir Jerez?

Vine a Jerez hace cuatro años. Estaba aprendiendo flamenco y tocando en algunos sitios a la vez que aprendía. Siempre he querido provocar la afición del flamenco en mi país. En música flamenca he encontrado algo especial. He tenido la suerte de conocer su cultura y me gustaría que mi gente pueda disfrutarlo y apreciarlo. Desde que empecé a tener un nivel óptimo ya hacía mis bolitos. Después de haber luchado mucho ya he tenido la oportunidad de tocar en algunos festivales donde hay mayor afluencia de público. A nivel mundial el flamenco ha dado un salto muy grande, en muchos lugares que antes no se escuchaba ya se escucha. He tenido la oportunidad de tocar en mi país con Rafael de Utrera, están actuando artistas de una talla increíble.

¿Ha pasado mucho tiempo desde que llegó a España?

Fue hace diez años. Siempre me gustó la música. La guitarra la empecé a tocar con doce años y cuando viví aquí en Jerez empecé a darme cuenta que me apasionaba. En mis comienzos con el flamenco solo tenía la imagen de una bailaora bailando tocando las castañuelas. En Granada empecé a escuchar flamenco y me llamó mucho la atención la guitarra, probé tocarla para conocer otro instrumento y me di cuenta de que me gustaba. Una noche, en esta misma época en la que estamos con las zambombas como protagonistas, me enamoré del soniquete de aquí. Por aquel entonces no sabía que era, pero sentí la energía y me vine al año siguiente a estudiar en serio. Poco después, una mujer de un bar me invitó a tocar, y poco a poco ya fui haciendo mis cositas por aquí, sin planear nada.

¿Por qué Jerez?

El ambiente flamenco de esta ciudad me conquistó. Fui a una Zambomba que duró dos días. Me instalé en un piso e iba a los sitios a escuchar flamenco y a acompañar a algunas personas al cante. Tuve la suerte de que un cantaor me dijera que sacara la guitarra y tocara por seguiriyas. No he tenido vergüenza nunca y así he aprendido, a medida que me decían he ido sacando la manera de hacerlo.

¿Quiénes han sido sus maestros en Jerez?

Empecé con Jesús Agarrado El Guardia. Con él he aprendido durante año y medio. Tiene una hija que es una bailora impresionante que se llama Gema Moneo. Ella tenía 17 años cuando la conocí. Tomaba incluso lecciones de baile para coger el compás. He escuchado a guitarristas por mi cuenta como Agustín de la Fuente, Ramón Trujillo o José Manuel León. Si veo un guitarrista y me gusta lo que toca, no lo suelto hasta que aprenda.

¿Y ahora está perenne en Jerez?

He venido porque me ha salido un trabajo con una compañía de baile de Burgos. Hace días volví de allí y he aprovechado para venir a Jerez, que es un sitio que me inspira.

En El Pasaje la tienen mucho cariño.

Siempre vengo aquí por supuesto. Me encanta venir aquí porque hay unas actuaciones increíbles. Sales de casa, te pides un vaso de vino y disfrutas con la magia de este tabanco. Aquí se puede escuchar un flamenco muy bueno. La música de Jerez tiene un idioma con el que no hace falta hablar, solo tienes que estar ahí, acompañar o colaborar al que salga al escenario. Cada vez que me ven aquí me invitan a tocar. Busco un cantaor o cantaora que no sea muy conocido porque me gusta que la gente sea aficionada, esa que está luchando por llegar a los escenarios. Me gusta que tengan esa ilusión o energía. 

¿Qué le aporta el flamenco?

Es complicado definirlo con palabras, pero una cosa que hay aquí en Jerez es la alegría de la vida, una chispa vital que sucede incluso cuando alguien coge una guitarra y toca una bulería, en ese momento todo el mundo quiere participar. No es normal lo que ocurre en Jerez, de repente una abuelita sale al escenario a tocar o bailar. En Jerez sienten mucho respeto por los que nos dedicamos a esto, yo puedo estar en mi piso estudiando, sin molestar a nadie porque notan que amas el flamenco y a la gente le gusta. Llevo más de ocho años enamorada del flamenco y su arte. En la India he estado tocando el sitar, también soy una gran aficionada a la música hindú clásica. Ahora solo lo toco incluso por seguiriyas. El flamenco es algo increíble, para mi aprender es un desafío del que nunca me aburro. Me levanto todos los días y tengo que mejorar lo que he hecho para coger la fuerza y el nivel necesario.

"La música de Jerez tiene un idioma con el que no hace falta hablar, solo tienes que estar ahí, acompañar o colaborar al que salga al escenario"

¿Quién es su referente en la guitarra?

Estoy loca por Manuel Parilla. Es uno de los que escucho a diario, lo tengo fichado como el mejor de los mejores por el sentido que pone. Hay muchos otros que me flipan pero a Parilla le observé en la peña de Terremoto y me quedé muerta porque no se puede tocar mejor que él. Tiene de todo, moderno y antiguo. Es un músico muy profundo.

Conoce los rincones como cualquier otro jerezano.

Hay muchas peñas en Jerez que tienen un increíble poder flamenco. Da igual si eres pobre, en esta ciudad si quieres te puedes ir a cualquier peña a escuchar alguna programación de flamenco de calidad. En Jerez puedes estar todos los días escuchando flamenco sin parar. Mantener esa tradición viva es maravilloso porque muchas veces ves a los abuelos llevando a sus nietos pequeños y pienso en la suerte que tienen, poder escuchar una cosa tan internacional pero que es cultura jerezana.

Del flamenco beben muchas otras músicas, ¿en Israel también?

Hay una conexión entre la música de mi país y el flamenco. La familia de mi abuelo procede de Irak. Mi familia me cuenta que por aquel entonces en casa hablaban ladino, un lenguaje antiguo. Creo que el palo de la petenera tiene un hilo con la música judía. Me parece un cante precioso y me gustaría encontrar aquellas letras y traducirlas al hebreo.

¿Hay alguien en su casa que se haya dedicado a la música?

Mi familia está tiesa en cuanto a la música. Me han contado que mi bisabuelo, un irakí con un gran bigote, tocaba el laúd. Mi madre siempre le pedía que tocara, al parecer lo hacía muy bien, seguro que si yo lo hubiera escuchado me habría muerto de lo bien que lo hacía. Por parte de mi padre nadie se ha dedicado a la música. Para mi esta profesión es muy importante en mi vida, mi familia me apoya porque ellos se dan cuenta de que esto lo hago con mi corazón.

¿Qué le parece que no se hable tanto de mujeres guitarristas?

En otros estilos musicales hay muchas mujeres guitarristas. De piano mejor no hablamos porque hay miles y cantaoras o cantantes de otros estilos también hay muchas. No sé lo que pasa con la guitarra flamenca. Hay un documental que se llama Tocaoras, muy interesante en el que tuve la oportunidad de participar y ahí hablamos de la escasez que hay de mujeres dedicadas a tocar la guitarra flamenca. Las mujeres realmente siempre han sido las que han formado la juerga flamenca. Antes de que apareciera Paco de Lucía, el cual cambió la manera de coger la guitarra, los hombres antiguos decían que una guitarra tenía forma de mujer y que una persona del sexo femenino no podía coger una guitarra con las piernas abiertas. Es una lástima que no haya más porque una mujer puede tocar igual de bien o incluso mejor.

¿Cuáles son los referentes que ha escuchado?

Siempre he escuchado a Moraíto. Cuando empecé a escuchar flamenco lo hacía con Camarón, que me gustó desde el principio, al igual que Lole y Manuel. Han sido los mejores junto con Tomatito. Manuel tenía un compás increíble, sabía llevar las bulerías de una manera descomunal. Me gusta fijarme en ellos y sacar un poco de sus estilos. Yo sé que no soy gitana ni tampoco de Jerez, pero busco mi manera personal de expresar lo que siento. Sé que no voy a estar al nivel de ellos, nunca se sabe, pero yo busco mi verdad, mis sentimientos.

"Yo sé que no soy gitana ni tampoco de Jerez, pero busco mi manera personal de expresar lo que siento"

¿Tiene ya algún tema grabado?

Estoy grabando actualmente un tema, pero soy una persona muy exigente y tardo mucho en hacerlo. Tengo un par de bulerías y una soléa, las estrené en un espectáculo que hice llamado Flamenca.

Cuando viene por Jerez, ¿dónde le gusta estar?

Cuando he vivido aquí siempre lo he hecho en San Miguel, la calle Campana o Molineros, sitios en los que pueda encontrar cerca una tienda de alimentación, o un tabanco en el que escuchar flamenco. Me gusta incluso ponerle a lo que toco nombres de donde he estado. A veces puedo estar encerrada escuchando una falseta, salgo para tomar el aire y viene esa inspiración. Hay días que puedo estar en casa tocando durante ocho horas, mi mundo es la guitarra.

El vino de Jerez inspira.

Siempre que vengo, antes de volver a mi país, me llevo un par de botellas de vino, pero no invito a un vaso a cualquiera que viene a mi casa. Solamente lo prueba aquel que sabe lo que es, el vino no lo gasto con alguien que no entienda.

La guitarra es su fiel escudera.

Llevo más años tocando la guitarra que viviendo sin tocarla y ya tengo 32 años. Son más de 20 años tocando unas cuerdas, tuve una época que incluso fue la guitarra eléctrica. Es una parte más de mi cuerpo con la que soy capaz de expresar aquello que no hago con palabras.

Sobre el autor:

Borja García Tejero

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