El Castillo de Santa Catalina de Cádiz acoge, hasta el próximo 28 de febrero, la exposición Tela de revolución, de la artista Kimika. La japonesa, afincada en Sevilla, toma con fuerza el hilo que une su arte con la vida y el destino, en una luminosa serie de trabajos que transforman el dolor en belleza y en los que su corazón habla enérgica, poética y alegremente.
Las obras de esta exposición brotaron como fruto de su relación y trabajo con las mujeres saharauis a partir de su primera visita en 2011 a los campamentos de población saharaui refugiada de Tinduf, en Argelia, y han ido germinado en varias visitas posteriores.
Los trozos de tela con los que trabaja son parte de la colorida vestimenta tradicional de la mujer saharaui, la melfa —su segunda piel— una pieza de cuatro metros de tela de brillantes de llamativos colores tintados a mano con la que las mujeres envuelven su cuerpo y su cabello para protegerse del sol, de las inclemencias y dureza del clima, y al mismo tiempo sentirse bonitas.
Los fragmentos de melfas que han ido regalándole las mujeres saharauis a Kimika, forman su paleta multicolor, que cose, pega, une, traza, entreteje, superpone, ata, enlaza y confronta, para crear estas obras textiles que se deslizan sinuosamente por la delgada línea que separa lo figurativo y lo abstracto.
Los últimos años han sido muy difíciles para esta artista como mujer, pues tuvo que enfrentarse y superar con valentía un grave reto a su salud. A partir de entonces, su práctica artística ha caminado hacia un aspecto más íntimo, más en relación con su propio cuerpo y el cuerpo de las mujeres en general. Ahora Kimika “cose” las melfas de las mujeres saharauis con todas las mujeres, así como con el origen del mundo.
Comentarios