El Palacio de Ezpeleta como espacio escénico del festival Flamenco On Fire de Pamplona se está convirtiendo con el paso del tiempo en un santo grial de la muestra, donde siempre pasan cosas interesantes. Desde que se abriera como escenario para acoger diferentes recitales de cante flamenco y de toque de guitarra, parece como si la hora del espectáculo al caer la tarde, lo emblemático del edificio y, por supuesto, las ganas que le ponen los artistas que lo visitan, hacen de él un lugar dionisíaco donde la naturaleza en su grado máximo de fuerza aflora con mayor intensidad.
Y prueba de ello fue lo que ocurrió en la tarde de ayer jueves con José Carpio Fernández ‘Mijita’ al cante y Antonio Higuero al toque. Jerez al poder. Mejor dicho. La Plazuela y San Miguel. Dos lugares tan cercanos por estar en el mismo barrio, pero fronterizos al mismo tiempo, cuyo genoma jondo vital puso a Pamplona on fire, nunca mejor dicho.
La racialidad, el genio, el carácter, el sentido vital de pertenencia a una zona cantaora fundamental – y capital- para el flamenco como es Jerez y el respeto a los maestros del cante de la tierra por parte de uno – El Mijita-, además de la sabiduría a la hora saber estar arropando sin estorbar del otro – Antonio Higuero- sacando de sus manos a los grandes de la prima y el bordón, fueron elementos más que suficientes para que, en sólo 45 minutos, el público, que esta vez sí llenaba el espacio porque hacía menos calor que la jornada anterior, disfrutara de un magnífico recital de cante del que duele y toque del que gusta.
Y si por tonás en la apertura José Carpio Mijita quiso acordarse de Agujetas y Tío Juane antes de cerrar con una debla de letra personal, por tientos tangos el Higuero tira de Cepero para hacer de prólogo a las Viejas Playas de Albariza (El flamenco vive, 2019) y dejarnos posteriormente una soleá que pueden disfrutar en el siguiente video:
Sin dejar atrás la dureza del cante más visceral, por seguiriyas tiró de las letras que saben a sangre (Se llama flamenco, 2016) y el cierre que Rafael Lorente le compusiera al rayar el día (La Plazuela en estado puro, 2014) y por fandangos sacó del baúl de los recuerdos las letras históricas de Chocolate y Agujetas, además de una letra personal con la que puso al público en estado de gracia para afrontar un remate por bulerías donde quedó patente que el compás es algo que se lleva en la masa de la sangre.
Sólo 45 minutos necesitaron José Carpio Mijita y Antonio Higuero para echar en el esportón los máximos trofeos de una tarde en la que el Palacio de Ezpeleta se volvía a refrendar en el festival Flamenco On Fire como un espacio muy a tener en cuenta, por las cosas que están ocurriendo en el durante estos últimos años.