El cante de Jerez, al desnudo

Jesús Méndez y Pepe del Morao ofrecen un recital que será recordado en el Festival Flamenco de Nimes; “Qué bonito suena Jerez cuando se canta bien”, reconocían los espectadores que acudieron a la cita en el Teatro Bernadette Lafont

El recital de cante minimalista y al desnudo de Jesús Méndez y Pepe del Morao triunfa en el Festival Flamenco de Nimes
El recital de cante minimalista y al desnudo de Jesús Méndez y Pepe del Morao triunfa en el Festival Flamenco de Nimes Sandy Korzekwa (Festival Flamenco de Nimes)

Jesús Méndez y Pepe del Morao - XXXIV Festival Flamenco de Nimes

Cante: Jesús Méndez - Guitarra: Pepe del Morao - Lugar: Teatro Bernadette Lafont - Fecha: 18 de enero de 2024 - Aforo: Lleno

El Teatro de Nimes tiene un algo especial que provoca en su escenario que se puedan vivir grandes momentos flamencos. En cualquiera de sus disciplinas. Cante, toque y baile. El de ayer, el de hoy o el de mañana. Como ocurrió en la jornada del jueves 18 de enero, con Jesús Méndez y Pepe del Morao. Uno de La Plazuela. Otro de Santiago. Los dos de Jerez.

Según la línea discursiva del evento, a ellos les tocaba mostrar el cante de raíz y el toque de dinastía. La desnudez del flamenco en su más pura génesis y clasicismo. Y dos heraldos de dos de las casas más flamencas de las tierras borbóreas ejercieron de dignos herederos de la manera cabal que tienen los Méndez de entender el cante. Y la de los Morao de entender el toque.

Sabedores que el envite exigía compromiso, no se dejaron nada en los camerinos. El calor del público, que sabe más de flamenco de lo que algunos presuponen, así como el ambiente que se respiraba, invitaba a tirar la moneda al aire. Y hacer que saliera cara apostando fuerte en un envite absolutamente minimalista donde todo se engrandece y nada o casi nada puede esconderse.

21   Jesus Mendez &  Pepe del Morao © Sandy Korzekwa
Jesús Méndez quiso tener un emocionado recuerdo con Moraíto dedicándole su cante por seguiriyas.   Sandy Korzekwa

Zambras caracoleras para abrir plaza fue el cante escogido, en las que "el compás del martillo" con el que los gitanos fragüeros cantaban fue maridado con el pregón del uvero como carta de presentación. Nervios fuera y saludo al público, que agradecía el gesto y que también hicieran algo de pedagogía flamenca para los no iniciados. “Vamos a hacer ahora unas cantiñas y alegrías, para todos ustedes”. Es tan fácil como eso.

El faro de la caleta; que tú pases y no me hables; sé que te llamas María; o el contrabandista camaronero, encontraban acomodo en una voz que tenía cobijo y alivio en el toque que ofrecía Pepe del Morao y, a la vez, se colocaba para afrontar de forma valiente un cierre de reminiscencias tortistas. Y sin salirnos de Cádiz, sin marcharnos de ese lugar capital para el flamenco, agarrado a la mano del Mellizo sacó de la manga dos malagueñas en las que mostró que los bajos ya no son un quebradero de cabeza, sino una herramienta que controla.

Al igual que los tientos y tangos que dieron continuidad y donde tuvo un recuerdo a su idolatrado Luis de la Pica y una soberbia soleá que mejor que explicársela a todos ustedes, les invitamos a que vean el vídeo porque es “de lo mejor que se ha escuchado en este teatro en lo que llevamos de festival”, como le alentaron desde el patio de butacas.

Jesús Méndez y Pepe del Morao, por soléa, en el Festival Flamenco de Nimes - Canal YouTube Flamencomanía TV

Y tras la reina de los cantes, la seguiriya. Llegaba el otro momento del todo o la nada. El momento de la puerta grande o la enfermería. Y la casta le pudo a todo lo demás. Tirando de pentagrama familiar, la guitarra embarcaba el cante que paseaba a borbotones entre Paco La Luz y Manuel Torre para rendir honores a Moraíto. “Yo tuve la suerte de estar con él, aquí en Nimes, como artista invitado, en el último concierto que dio y que fue aquí en este mismo teatro” reconocía Méndez emocionado. Y esta tierra, que es sabia, torera y flamenca, supo cómo agradecerlo.

Con las dos orejas en el esportón, la bulería ponía punto final a un recital de cante redondo. Tirando de repertorio familiar, salían y entraban por la puerta que más le apetecía, el compás de doce tiempos para ellos es como jugar en casa, para mayor goce de un público que, tras un bis por fandangos naturales, salía del teatro toreando de salón. Nunca mejor dicho.

Sobre el autor:

David Montes

David Montes

Comunicador, flamencólogo.

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