Lo de Izal son los años impares. Al igual que en las ediciones de 2014 y 2016, el grupo madrileño regresaba de nuevo al No Sin Música -que bien podría ser una especie de ‘No Sin Izal’- en el segundo día de festival. Una Autoterapia colectiva, con el propio Mikel como terapeuta. De forma puntual sonaban los primeros acordes del tema que da nombre al disco, con miles de voces respaldando cada palabra. “Simplemente dejaré que salga todo fuera y vaciarme". Y así empezó a vaciar sobre el público cada melodía, cada crítica enmascarada en canción, cada uno de los gritos eléctricos de sus guitarras.
Un Ruido blanco seguía sonando, invadiendo el puerto, colándose entre los asistentes, retumbando en el pecho. La música lo invadía todo, creando una burbuja inquebrantable. “Un concierto es como una cúpula de cristal que nos aísla de todo lo que hay fuera, mientras aquí dentro se está bien”. Mikel hablaba con el público. Lo hizo durante toda la noche, impregnando de intimidad aquella conversación ante las masas y recordándonos la esencia de las salas pequeñas. Mención especial para la sala Supersonic en Cádiz, donde ellos llegaron a tocar en sus comienzos para unas quince personas. Ahora, en cambio, lo hacen para miles.
Llegó la Pausa, “tú qué sabrás si no vives dentro de esta jaula”. Un tema lento en el disco pero que en directo cobra mucha fuerza. No faltó la Despedida, anunciando que aún quedaba mucho por venir. “Te regalo el sonido del mar”, en Agujeros de gusano, y no faltaron Copacabana, El Baile, La mujer de verde, Tóxico o Qué bien (a ritmo de ukelele). Y en un contexto tan marcado como el que vivimos con respecto a la violencia de género, Mikel Izal quiso dedicar su Adiós al pánico a las mujeres, “para que no tengan miedo al volver a casa”. Un tema muy coreado y celebrado por los festivaleros.
La música de Izal llegaba a su fin, aunque a la noche aún le quedaba cuerda para rato. Bailamos frenéticamente durante una hora y media de concierto, donde el grupo interpretó más de una veintena de canciones haciéndonos vibrar. “Quizás esta sea la última noche, así que disfrutad mucho y, si podéis, follad”, era el último consejo del vocalista. Salgan despacio con los brazos en alto, pongan las manos donde yo las pueda ver.
Todo lo que quiero es verte amanecer
"Te encontré en una isla contemplando el horizonte". Así llegaban los barceloneses Dorian a la 'pseudoisla' gaditana, con la humedad del mar calando los cuerpos presentes -que seguían siendo miles casi a las dos de la madrugada- y la vibración de los graves retumbando en cada salto. El líder de la banda, Marc Gili, se mostraba contento de estar en Cádiz por primera vez, "uno de los sitios más musicales del mundo entero". La segunda canción fue uno de sus himnos, Verte amanecer, que hizo estallar un cañón de confeti que salpicó de color tanto el escenario como al público.
Cinco años han pasado desde que Dorian editaron su último álbum de estudio, La velocidad del vacío, publicado en 2013. Después, en 2015, llegaría Diez años y un día, un trabajo muy especial con el que el grupo celebró su décimo aniversario con la grabación de nuevas versiones acústicas de algunos de sus temas más aplaudidos. Con Justicia universal nos presentan un álbum que nos muestra temas bailables y comprometidos a la vez, electrónicos y oscuros; un disco que los oyentes de Radio 3 podrán conocer en un momento único.
Dorian presentó su último álbum, 'Justicia Universal'. FOTO :E.ESCORIZA.
El tercer tema de la noche fue El temblor, "de donde nadie vuelve, yo te vi regresar". Marc apeló a los movimientos reivindicativos para introducir su Justicia Universal: "Este año esperamos que las mujeres sean iguales que los hombres, que no se juzgue a nadie por el color de su piel y que dejemos de permitir que los urdangarines mean la mano en la caja". Gran crítica social aprovechando el título de su último disco. "No habrá zona neutral ni paraíso fiscal que os salve del gran incendio mundial". Sonaron temas como Duele, Noches Blancas, Vicios y defectos, Arrecife o Hasta que caigo el sol. Esta última es todo un llamamiento al carpe diem, "te cambio un tal vez por un ahora o nunca, te cambio el porvenir por una noche más, te cambio la rutina por un salto al vacío".
El sonido también quiso tener su parte de protagonismo en la noche, dando problemas a los catalanes cuando interpretaban otro de sus sencillos más conocidos -si no el que más-, como es Cualquier otra parte. Problemas técnicos aparte, la banda hizo disfrutar a los asistentes con sus canciones cargadas de contenido y mensaje. Un lujo poderles escuchar sabiendo que son fieles a su esencia y que no rinden cuentas a lo comercial. Diez años después de regalarnos ese himno generacional que llevó a Marc al agotamiento -"Ver que ya no piensas en mí, que ya no crees en la gente, que tomas pastillas rosas y te has vuelto nihilista..."- nos demuestra que no muere de éxito quien no quiere. "Todo el tiempo robado lo recuperaré con vosotros".
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