Juan Pedro y William Medina, los hermanos Baba, han lanzado estos días la campaña de micromecenazgo para financiar el rodaje de Sandy, una cinta de terror con el exalcalde Pedro Pacheco como protagonista. Si ya contaron con él para su anterior cortometraje, Despedida sangrienta 2, ahora vuelve a ser el gancho de un proyecto con el que siguen insistiendo en sus sueños de celuloide.
Y no hay otra cosa que trabajo e ilusión por parte de los dos hermanos Medina, que huyen de las peliculas cargadas de clichés y buscan los rostros que ellos imaginan cuando escriben sus guiones: en ocasiones, gente de la calle, o inesperados personajes que se transforman en magníficos intérpretes gracias al trabajo de dirección de actores de estos hermanos.
Debajo del jerez cinematográfico, con cineastas ya de cabecera como Juan Miguel del Castillo, pero también de paisajes bucólicos, bodegueros, santo y seña de la ciudad, donde se han rodado, entre otras, Volavérunt (Bigas Luna, 1999), El verano que vivimos (Carlos Sedes, 2020), o series recientes como La Templanza o The Crown, de la factoría Netflix, subyace un plató menos conocido, pero de igual o mayor valor. Que se lo pregunten si no, a Juan Pedro y Guillermo Medina, John y William Baba, dos directores de cine (John se encarga de los guiones y Willy de la fotografía y estética) amantes de las películas de terror de la década de los 70 y 80, y que se reparten el trabajo de forma equilibrada: "Respetamos mucho las parcelas de cada uno, y eso es parte fundamental para que todo salga como queremos", aseguran.
En Sandy, película en la que están trabajando, regresan al cine de sustos y sobresaltos, con unos personajes muy particulares; propios del estilo de los hermanos Baba. Eso incluye no solo al elenco de actores de los que ahora hablaremos, sino a todos aquellos otros que aparecen en sus películas, y que son gente de a pie, anónimos por completo; que, desde luego, no salen de ninguna escuela de arte dramático. Con respecto a eso, los cineastas madrileños, afincados en Jerez, afirman que esa particularidad no es exclusiva de Jerez: "Vamos a lomos de un gigante. Y eso de utilizar a personas de la calle es algo que ya han hecho muchos grandes directores. Nosotros, en nuestros inicios, por no tener un actor o no poder contar con gente por falta de presupuesto, tiramos de esa posibilidad de coger actores ocasionales que se asemejaran al personaje que queríamos mostrar en nuestras películas".
"Tiramos de esa posibilidad de coger actores ocasionales que se asemejaran al personaje que queríamos mostrar en nuestras películas"
Influenciados y declarados entusiastas del cine de terror que se hacía más de tres décadas atrás, con algunas de sus películas fetiche: El Exorcista (William Friedkin, 1973), o la no menos mítica cinta protagonizada por un colosal Jack Nicholson, El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), los hermanos Baba creen que el cine de terror que hoy hacen otros directores es magnífico, “pero somos hijos de nuestro tiempo. Por lo tanto, juzgar las películas que se hacen hoy en día es prematuro. Hay que darles tiempo. Tenemos gente con muchísimo talento como Tie West. Profesionales de la dirección que tocan el terror de forma magistral, pero la comparativa hay que hacerla con perspectiva. Porque, por ejemplo, hoy no se podría hacer El Exorcista; políticamente no sería correcto. Imagina una niña que se clava un crucifijo en sus partes. Eso ya, hoy por hoy, es inimaginable. Todo ha cambiado y con esos elementos en este momento no sería justo comparar”.
El reparto para esta película es un ramillete de lo más variado, desde la protagonista, Almudena Anido, en el papel de Sandy, al periodista y escritor Wayne Jamison, y el toque pintoresco, o cuando menos especial, del exalcalde Pacheco, quien repite en su experiencia cinematográfica, también con los hermanos Baba, después del cortometraje Despedida Sangrienta 2 (2021) donde encarnaba a un vigilante de seguridad. Pacheco se mete en el papel del padre Merrin, para más señas, reverendo del pueblo. La verdad es que es complicado imaginar al exregidor aceptando órdenes y dejándose mandar. “Lo cierto es que no deja que le digan lo que tiene que hacer, pero luego es muy respetuoso, se involucra mucho y cede con el apartado de dirección, aunque a veces nos cueste a nosotros alguna que otra gota de sudor”.
Otra estrella por descubrir, como decíamos arriba, es Wayne Jamison, pero los directores no sueltan prenda. “Va a dar mucho juego, pero no podemos adelantar detalles”.
A veces, el cine y la vida te deparan las mismas sorpresas. Imagínense a Almudena sirviendo una triple hamburguesa, con queso y doble de cebolla, y que se le acerquen dos tipos a los que no conoce de nada y en lugar de pedirle un menú completo le digan: “Hola, ¿quieres hacer una peli? Y la chica sin saber si hay una cámara oculta o le están tomando el pelo, sonría sin creerse aquello que le proponen.
Detrás de todo esto está la productora jerezana Rosso Demente, lo cual no deja de tener su aquél, porque en este cine tan especial, donde la película se desarrolla en un pueblo imaginario, cuyo vecindario necesita terapia de grupo, el apellido se las trae.
Los hermanos Baba dicen al respecto de la localización de Jerez como escenario para sus películas: “Lo de Jerez como lugar del vino, caballos y flamencos como mecanismos cinematográficos está muy bien, pero nosotros queremos anexarle una rama a ese árbol, para mostrar a productoras externas las posibilidades que da un plató de cine como es Jerez”.
No deja de ser curioso esto que nos cuentan los Baba, porque, paradójicamente, el resultado de sus filmaciones son escenarios de Jerez que para nada se reconocen con facilidad. “No se ha vendido esa cara del plató. El ojo de la ciudad no está hecho a eso, sino a los que nos han vendido. Hay que vender otra opción que dé a conocer el potencial que existe”.
Como todo artista, necesitan los medios y la infraestructura adecuada. Y ya saben, todo en esta vida se mueve con dinero, y algo como el cine, ni es barato ni es una excepción. De momento, los dos madrileños trabajan con ahínco y entusiasmo detrás de las cámaras, pero sueñan que, alguna vez, esas subvenciones de las grandes plataformas y del Ministerio de Cultura les permitan hacer un largometraje como ellos quieren. “Duele, no por nosotros, sino por todos los que intentan hacer un cine más defendible. Evidentemente, te enteras del amiguismo de las subvenciones y esas historias, y te cae una buena dosis de dolor, pero siempre esperando que la moneda caiga de tu lado, tener esa esperanza.
El mundo del cine: "Todavía no pudo decir muchas cosas feas. No nos ha ido mal"
Hay talento de sobra, a la vista está con los resultados obtenidos en todos los certámenes de cortos que han presentado por muchísimos países del mundo. Y saben los artistas que todo el que publica, en cierto modo se desnuda, lo que ya no le queda tan claro a este redactor es que tipo de despelote es hacerlo delante de un jurado: “Sinceramente, siempre lo vemos con alegría, es verdad que después te quedas con ese dolorcito de barriga de cuando dictaminan lo que les ha suscitado a ellos. Pero en la corta trayectoria que llevamos todo han sido alegrías. Con el tiempo llegarán los palos más gordos. Todavía no pudo decir muchas cosas feas. No nos ha ido mal”.
No es de extrañar. El cine de las Hermanos Baba no es un cine de andar por casa, de montajes y postproducciones para salir del paso. El trabajo de John y Willy Baba es de cocción pausada, porque, a la postre, va dar el resultado apetecido: “Al tener pocos recursos, lo que te queda es trabajar el doble o el triple. Nosotros tenemos que ser más artesanos para que la producción quedara al menos en el punto que no se notara esa diferencia entre la financiación de una y otra. No tenemos presupuesto, pero tenemos tiempo”.
“El cine nunca es arte. Es un trabajo de artesanía, de primer orden a veces, de segundo o tercero lo más”, decía Luchino Visconti. Tal vez, al maestro de Milán le gustaría el trabajo orfebre de los hermanos Baba. Un cine hecho sin prisa, con oficio, y con un sorprendente elenco que pondrá en marcha Sandy. Si Boskov decía “fútbol es fútbol”, para John y Willi, el cine de verdad, es cine. Cocinado sin urgencias. Sin relojes. Al fin al cabo, los asesinos siempre aguardan en cualquier esquina. Sin prisa. Con la sangre bien fría.
Comentarios