La belleza es una cosa rara

La bailaora gaditana Rosario Toledo lleva al baile las composiciones del pianista Javier Galiana y de Ornette Coleman

La bailaora gaditana Rosario Toledo lleva al baile las composiciones del pianista Javier Galiana y de Ornette Coleman.
La bailaora gaditana Rosario Toledo lleva al baile las composiciones del pianista Javier Galiana y de Ornette Coleman. FESTIVAL DE JEREZ / JAVIER FERGO

El compositor y saxofonista norteamericano Ornette Coleman tituló uno de sus temas con las palabras que, traducidas, dan título a esta pieza: Beauty is rare thing. Pocas personas como él, poseedor de una obra rupturista no siempre comprendida, para hacer una aseveración así. La belleza y su apreciación no deja de ser una experiencia subjetiva y, además, no tiene por qué atenerse a cánones fijados. Tampoco ser lineal ni, por supuesto, permanente, cualidades alejadas de la condición humana. Sirva, pues, el recurso a este conspicuo músico, abanderado de la libertad, lo que es decir del free jazz, para tratar de descifrar una obra de interpretación no precisamente fácil. 

Podríamos simplificar diciendo que se trata de un concierto más bien jazzístico, contemporáneo en un amplio espectro, pero danzado sin complejos y bailado flamencamente. En origen, la composición musical es anterior a la obra. Douze flâneries sur plages (La Mar Sonora, 2021) son doce composiciones del pianista Javier Galiana, inspiradas en paseos por distintas playas, que cobraron belleza y una forma definitiva con el concurso de la chelista Alba Haro. Los dos soñaron con que esta creación pudiera ser bailada: han visto cumplido su deseo gracias a la capacidad de metamorfosearse, de adaptarse y mimetizarse con la música, de la bailaora Rosario Toledo. También a sus conocidas capacidades dramáticas a la hora de trasladar sentimientos y estados de ánimo a la danza, en obras como la celebrada Aleluya erótica, Giraldillo al mejor espectáculo de la Bienal de Sevilla en 2012.

El baile, sin embargo, como la propia música, no se atendrá a esquemas prefijados y dejará espacios para la improvisación, de tal forma que el espectáculo cobra por momentos tintes de performance, a través de un pretendido diálogo con el público y de un deliberado tono informal en el discurso del compositor y pianista. El espectáculo puede presentar cierta discontinuidad, así como momentos de especial intensidad. Gracias a la danza, los pocos guiños flamencos de la composición musical cobran relevancia. De igual forma, existen señas y detalles de atrezzo o vestuario (los pies descalzos o las bermudas, la nevera, las cangrejeras…) que nos recuerdan que estamos ante unos paseos por playas.

El diálogo entre música y baile va adquiriendo distintas formas. A veces, la primera viaja por paisajes imaginarios, se hace abstracta, accidental o descriptiva. La danza recrea formas playeras, quizás en clave muy doméstica, pero ambas líneas se encuentran cuando el término playera recobra su etimológico origen, el de la plañidera que conocemos por seguiriya. Paradójicamente, se llega a ese punto a través del jazzman citado y de su composición Lonely woman (Mujer solitaria), tenida por una tristísima composición. La chelista Alba Haro, convertida en cantante de jazz de manera sorprendente, la introducirá —y cerrará— para dar paso al baile de una seguiriya que refleja la fuerza de la melancolía y marca el clímax de la representación. La introspección y el lirismo que transporta el chelo se aúnan a un tiempo en un momento de fuerza y delicadeza.

Al principio, y un sobre un obstinato del piano de corte minimalista, Rosario bailó su particular soleá. En mitad, disfrutamos de una rumba americana muy vivaz y, ya hacia el final, tras un hermoso blues instrumental (qué buena en todo momento la interpretación musical), llegó el tiempo de la reivindicación gaditana (qué digo, gadita): unos tanguillos en chancletas, de letra tan actual como desparpajada y, posiblemente, tan irreverente como los antiguos, pero con el lenguaje de la calle de ahora: cambembo, chiguato, guarnío, empetao… ¡No te cabe ná!

Se hizo esperar el cierre. Entre concierto y espectáculo de baile, la obra, que debiera plantearse su formato, se prolonga en demasía. Los sones más gaditanos, que remitían a La Caleta y al baile por alegrías, llegaron quizás un poco tarde.

Rosario Toledo. 'Playeras'

Baile y coreografía: Rosario Toledo. Piano: Javier Galiana. Violoncello: Alba Haro. Dirección artística: Pedro G. Romero. Dirección musical: Javier Galiana. Música: Javier Galiana y Ornette Coleman (Lonely woman). Lugar: Museos de La Atalaya. Fecha: 3 de marzo. Hora: 18:30 horas.

Sobre el autor:

Fermín Lobatón.

Fermín Lobatón

Periodista y experto en flamenco.

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