Hoy se sigue robando patrimonio a plena luz del día y no se mueve un solo dedo. Entre el patrimonio perdido y el destruido, todo un catálogo.
Bodegas Valdespino, año 2004. El Gabinete de Estudios del Ayuntamiento de Jerez elabora un proyecto para albergar en este histórico casco de bodega de la calle Ponce un museo del vino dentro del proyecto del Museo de la Ciudad, que contaría con su sede principal en el edificio de los Arcos en la Plaza del Arenal. El llamado Sherry Heritage o La herencia del Sherry se incluía dentro del Plan de Promoción Integral del Centro Histórico y daba sentido a la bodega Valdespino de la calle Ponce. Esta pintoresca bodega, procedente de los siglos XVIII y XIX, pretendía albergar un museo al jerez en un entorno turístico singular: la cercanía de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre y el Palacio del Tiempo favorecía un circuito turístico interesante en esta zona. Pero el tiempo pasó y, con él, los distintos gobiernos PSA-PP, PSA-PSOE... y PSOE.
El coste de este innovador proyecto —un museo del jerez gestionado desde lo público y con contenidos históricos, sociales y culturales— se estimó en 3 millones de euros, para el cual se preveía una ayuda del proyecto de las Culturas Turísticas de la provincia de Cádiz. La idea partía de la “intervención social y cultural” sobre el vino, poniendo de relieve aquello que no se explica en las visitas de las grandes bodegas de la ciudad, véase una explicación integral del vino: “desde la viña al mercado, pasando por la bodega y el papel del vino en la economía y sociedad jerezana”.
Pero ni lagares, ni cepas, ni patio de embarque. El Sherry Heritage nunca llegó a existir. La arquitectura contemporánea destruyó por completo –una vez más- otro espacio singular que pretendía ser y no fue. En la ciudad de las no oportunidades sonó en los medios de comunicación aquello del alambique perdido. Hasta la adquisición por la Junta y la construcción de la Escuela Oficial de Idiomas de Jerez, este lugar permaneció olvidado. Un singular alambique llenó las portadas de los medios de comunicación de la ciudad: alguien lo había robado, el cómo había sido es otra historia. Una historia que, por cierto, pese a las portadas no parece interesar a nadie. Hoy se sigue robando patrimonio a plena luz del día y no se mueve un solo dedo. Entre el patrimonio perdido y el destruido, todo un catálogo.