Derroche extremo de energía con Carolina Durante en Sevilla: sudor, frenesí y "Aaaaaa#$!&"

La banda de indie rock madrileña revoluciona la Sala Pandora con 'Elige tu propia aventura', su último álbum, y con Las Dianas como teloneras

Carolina Durante, en la Sala Pandora, en Sevilla.
Carolina Durante, en la Sala Pandora, en Sevilla.

“¿Has conseguido entrada?”, le dice un chico a una chica en la cola que se ha formado en las inmediaciones de la sala Pandora de Sevilla. Hacerse con un QR para ver en directo a Carolina Durante no era fácil. El año pasado ya se habían agotado. Un sold out sorprendente que dejó fuera a muchos de los enganchados a esa mezcla de punk y pop con la que esta banda madrileña revoluciona cuerpos y mentes desde 2017.

Tres veinteañeras ataviadas con pantalones anchos se aferran a la valla. Han conseguido la codiciada primera fila. “Estoy flipando”, dice una de ellas. Inmersas en esta concentración de chavalería alternativa, aguardan al momento más esperado. Pero antes, tocan las teloneras. En cuanto salen al escenario Las Dianas, las tres amigas no alzan sus móviles, sino esas pequeñas cámaras compactas con la que se hacían fotos en un parque los niños y niñas de los 90.

Calentar un poquito para entrar en acción fue el cometido de estas jovencísimas que no deben llegar a los 20 años y ya pisan con seguridad las tablas. Las nuevas generaciones van fuerte. De Granada, —viva el indie—, la vocalista, con un marcado acento de la Andalucía Oriental y un gorro ruso, verbalizó su rabia en canciones que hablaban de dar putivueltas y de que “cuando te veo el cubata me sienta mal”. Después de ofrecer su divertido pop y manifestar que “nos jode que los jóvenes no podamos pagar el puto alquiler”, llegó el turno de “los grandes”.

Las Dianas
Las Dianas, durante el concierto. 

Cables, pruebas de micro y corear Voy con todo de Ralphie Choo o una de Amaia Romero para amenizar los agónicos últimos minutos de espera. “Quilla, tengo el corazón, pum pum”. Por fin salieron Diego Ibáñez, vocalista; Martín Vallhonrat, bajo; Juan Pedrayes, batería y Mario del Valle, guitarra. Lanzando aviones de papel y abriendo el concierto con Joderse la vida y gritar Aaaaaa#$!&.

De talante serio, con la mirada perdida pero la mente en su sitio. Diego está poseído por el sonido. Movimientos frenéticos, balanceos de brazos y el ceño fruncido. De Misil, una de las nuevas de Elige tu propia aventura, y después de soltar un megáfono y dejar ver su torso desnudo, saltó a Famoso en tres calles. Derroche de energía. Tanto que uno de los fotógrafos casi se lleva un palazo con el pie del micro.

“Vamos a pasarlo de puta madre. Yo tengo ganas de pegarmela hoy. ¿Dónde vamos después?”, dijo el madrileño, que acabó quitándose el jersey con Tempo 2 de fondo. Se quedó con una camiseta que, por la razón que sea, no fue santo de devoción para el público. “Puta Real Madrid”, fue la reacción inmediata. Luego Juan, el batería, lo compensó poniéndose una gorra del Betis ante unos fans entregados que gritaban de todo y que enloquecieron como si hubiesen tomado cinco cafés antes de entrar.

Diego se preparó uno para entonar Tomé café, un tema corto pero intenso que exalta a esa bebida que saca de apuros a la población cada mañana. “¿No crees que es un poco pronto para toda esta energía?”. Puede ser, eran las 21.30 de la noche. Hora perfecta para seguir saltando con Niña de hielo o San Juan, esta también del último álbum.

Con una garrafa de agua en la mano, Diego lo dio absolutamente todo. Arropado por los otros tres chavales, concentrados en el sonido y mucho más estáticos. Tampoco era muy difícil. La cita musical dejó momentos de cantar a pleno pulmón y ciertas píldoras generacionales. Unos chavales les dieron una pancarta con un Ditto, el Pokemon que tiene la capacidad de reorganizar su estructura celular para convertirse en otras formas de vida. Y decía “dime qué quieres que yo seré lo que quieras”, verso de San Juan.

Verdes, césped; Joder, no sé; o Granja Escuela formaban parte de la set list de esta banda que no defraudó a sus fieles. Que les dio todo lo que querían. Saltar, gritar, entrar en trance y dejar caer hasta la última gota de sudor con Cayetano o Monstruo.

Diego se mostró cercano con su gente. No tuvo ningún problema en darse un baño en la piscina humana o saltar junto a esas personas que cantan sus canciones en bucle. Himnos de una generación “vacía” que le ha tocado vivir una época compleja.

Al escenario salió un tío disfrazado con post its por todo el cuerpo mientras el vocalista seguía con su público pegando botes. Hubo tiempo para tocar Casa Kira, la colaboración con Orslok; Elige tu propia aventura, más relajadita; Probablemente tengas razón o La noche de los muertos vivientes, de las míticas. Un temazo que a algunos les recuerda al sonido de la Movida. “La noche ha estado bien”, canta Diego, que después se vuelve loco En verano y luego confiesa que Yo pensada que me había tocado Dios.

Carolina Durante también dejó hueco para Perdona (Ahora Sí Que Sí), que canta con Amaia Romero esta versión de Marcelo Criminal. “Ayer sacó disco”, comenta el madrileño sobre su amiga. Y llegó Hamburguesas, de las más esperadas, y que más de uno se zampó después de tanto desgaste. En su línea, Diego volvió a acercarse a la valla y se subió en ella impregnando con su dulce aroma (a sudor a esas alturas del concierto) a las que habían conseguido la primera línea de batalla.

Son los momentazos del directo. El goce elevado al cubo. El no querer que acabe pero acabó. Y lo hizo con Las canciones de Juanita, después de Normal, la canción donde Rosalía saca su lado más indie. “Muchas gracias, joder. Ha salido de puta madre, nos vemos luego”. Bañado en sudor y exhausto. Así terminó el público. Acalorado, sobreestimulado y con ganas de retroceder una hora y media en el tiempo. “Hostia puta, mi oído, macho”, comenta un joven que se está poniendo la sudadera.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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