manifestacion-mayo68
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Corría 1969. Nunca olvidaré cuando por primera vez se me abrieron los ojos a esas otras realidades que yo hasta entonces, como tantas otras personas de este país, había ignorado por completo. Tenía entonces 16 o 17 años y empezaba a estudiar PREU —el curso Preuniversitario— en un instituto sevillano, un instituto sólo de niñas. Llevábamos un uniforme que ahora me parece ridículo, no había coeducación ni educación sexual, sí había Religión obligatoria, una clase de “Formación del Espíritu Nacional” donde aprendíamos que “España era una unidad de destino en lo universal” —siempre me pareció una frase muy rimbombante pero nunca llegué a entender su significado— y otra de “Labores” —las propias de nuestro sexo, se entiende—, donde recortábamos sofisticadas recetas de cocina y las pegábamos en un álbum (luego no sabíamos cocinar en la práctica) y aprendíamos a hacer vainicas y bodoques, algo que a mí nunca me ha servido para nada y que en realidad hacía mi madre en casa para que no me bajaran la nota. Pero en los intermedios entre clase y clase una compañera más madura e inteligente que el resto, Mari Cruz (no recuerdo su apellido), se levantaba y nos daba —muy rápidamente, antes de que llegara el siguiente profesor— una especie de mitin sobre lo que estaba ocurriendo en otros países, sobre las ideas de la izquierda y lo que había pasado hacía poco con el mayo francés. Así llegué a tener las primeras noticias de que había mundos diferentes a ese tan pequeño, gris y cerrado en el que vivíamos. Mari Cruz se matriculó al año siguiente, igual que yo, en la Facultad de Filosofía y Letras de Sevilla y llegó a ser una exaltada líder estudiantil a principios de los años 70, en un momento álgido de la lucha contra la dictadura, por lo que fue expedientada y expulsada de la Universidad y tuvo que terminar la carrera más tarde en Madrid. Daniel Cohn-Bendit, Dani el Rojo. El mundo estaba cambiando, las costuras que reprimían a los jóvenes estallaban por todas partes. Y sí, el estallido más fuerte se acababa de producir en mayo del 68 en Francia. Aquí llegaban pocas noticias sobre el tema, sólo alguna que otra escena en aquella borrosa televisión en blanco y negro donde una multitud de jóvenes parisinos apedreaba a la policía, que se empleaba a fondo contra ellos. Más tarde llegué a saber de líderes como Daniel Cohn-Bendit, Dany el Rojo, el más atrevido y mediático del movimiento. También supimos de lemas como “la imaginación al poder”, “prohibido prohibir”, “abolición de la alienación” —una palabra muy en boga entonces—, “bajo los adoquines está la playa” —adoquines que fueron el arma de los estudiantes—, “haz el amor y no la guerra”, o “la humanidad no será feliz hasta el día en que el último burócrata haya sido colgado con las tripas del último capitalista”. Nada más llegar a la facultad, nos sorprendió el proceso de Burgos, y también entre clase y clase compañeros más experimentados se subían a la tarima y nos animaban a pedir el indulto para los presos. La mayoría de nosotros, unos pipiolos, no teníamos ni idea de lo que estaba pasando y más bien nos moríamos de miedo. Manifestación en París contra el Proceso de Burgos, 3 de diciembre de 1970 El Proceso de Burgos fue un juicio sumarísimo que tuvo lugar en 1970 en esta ciudad contra 16 miembros de ETA, seis de los cuales habían sido condenados a muerte. Las movilizaciones populares y la presión internacional lograron que no llegaran a ser ejecutados y que se les conmutara la pena capital por penas de reclusión. Y es que, efectivamente, fue también en 1968 cuando ETA empezó oficialmente su trayectoria. Otra cosa que se comentaba por los pasillos de la Facultad es que tres profesores de la Complutense de Madrid, Agustín García Calvo —que ya antes había pasado por la Hispalense—, Enrique Tierno Galván y José Luis Rodríguez Aranguren —cuyo libro publicado en 1967 El marxismo como moral me produjo una fuerte y vivísima impresión—, habían sido expulsados sine die de sus cátedras por apoyar las reivindicaciones estudiantiles. Concierto de Raimon.Facultad de Económicas, Madrid, 18 de mayo de 1968 Era la época de los conciertos de Raimon, uno de los integrantes de la gauche divine barcelonesa, de las algaradas, de los encierros en las iglesias, del estado de excepción y del desmantelamiento de los sindicatos de estudiantes. Una efervescencia que no se limitaba a la España de Franco con su continua represión de huelgas y manifestaciones, ni tampoco a la Francia del autoritario general De Gaulle, donde las guerras de Indochina y Argelia, además de una creciente crisis económica, estaban originando movimientos anticolonialistas y antifascistas. En 1968 los tanques del Pacto de Varsovia acabaron con la llamada “primavera de Praga”, que había buscado “un socialismo de rostro humano”. En Cuba hacía una década que había triunfado la revolución y en Latinoamérica aumentaba el auge de los movimientos de izquierda: Salvador Allende llegó al poder en Chile en 1970. La guerra de Vietnam y el movimiento hippie polarizaban a la juventud norteamericana contra el stablishment y el imperialismo, pero también a la europea. En Alemania Rudi Dutschke, líder estudiantil y orador carismático, sufrió en abril de 1968 un atentado del que ya nunca pudo recuperarse. Martin Luther King, en plena lucha por los derechos civiles de los negros, era asesinado en el mismo mes y año. En Méjico tenía lugar en agosto la matanza en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco para reprimir las demandas estudiantiles de una mayor libertad y democratización. En China estallaba la revolución cultural y aparecía la corriente maoísta. No sólo a nivel político el mundo estaba cambiando, también los intelectuales y artistas lo veían de forma diferente. Ya desde finales de los años 50 en Inglaterra los autores teatrales presentaban en sus obras -lo que no era nada usual entonces- ambientes de clase obrera y media-baja. Se crea el Free Cinema con cintas como La soledad del corredor de fondo (1959) y los ecos de los Angry Young (Jóvenes airados) llegan hasta finales de los 60. Algo parecido ocurre en En Francia con cineastas como Jean Luc Godard (A bout de souffle, 1959) y otros integrantes de la Nouvelle Vague —François Truffaut dirige el mismo año la cinta Los cuatrocientos golpes, que cuenta de manera impactante cómo se llega a ser delincuente con 12 años—. Ambos interrumpen en 1968 las proyecciones del festival de Cannes en solidaridad con el movimiento estudiantil y obrero. También Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre se solidarizan con éste. En Italia, el director de cine Pier Paolo Passolini, que centra su mirada en las clases marginales, la delincuencia y la pobreza de su país en la posguerra, estrena en 1968 Teorema, que aborda el proceso de descomposición de una familia burguesa y que no fue estrenada en España hasta 1976. Antes había rodado, entre otras, La pasión según San Mateo (1964), una interpretación marxista de la vida de Jesús, que recuerdo haber visto, porque entonces estas películas no se proyectaban en salas comerciales, en el famoso Cine Club Vida de Sevilla. Ya a mediados de los 50 se ruedan también en EEUU películas como Rebelde sin causa con un juvenil James Dean que desobedece a su padre y se enfrenta a los caciques del Instituto local. También es muy significativa Esplendor en la hierba, dirigida por Elia Kazan en 1961, donde se tratan temas como las relaciones prematrimoniales —expresión muy común en la época—, la oposición a los padres y cómo tienen que abandonarse los ideales de la juventud a medida que se va creciendo. Aparecen movimientos contraculturales como el underground y el beatnik. El rock y los movimientos de cadera de Elvis Presley habían ya anticipado la rebeldía juvenil, pero en los 60 triunfan plenamente los Beatles, Rolling Stones, Bob Dylan o Leo Ferré, con un lenguaje y música propios y maneras de vestir y de peinarse muy criticadas por los mayores en nuestro país, que se referían a ellos como “los peludos”. Aquí se hacen famosos Los Bravos, un grupo que con su Black is black en inglés consigue en 1966 repercusión internacional y con su Los chicos con las chicas reivindica por primera vez la no separación entre los sexos. A mediados de los 60 dan un concierto en Sevilla, en un teatro hoy ya desaparecido. Yo tenía 14 o 15 años. Nos volvimos locas tirándoles claveles y ellos tirándonos a las fans —otra palabra nueva— sus sombreros. Recuerdo que en mis viajes a Bélgica en esos años para visitar a mi familia paterna mis primos coreaban y bailaban el Black is black: estábamos saliendo del aislamiento. Es ahora cuando los jóvenes adquieren una personalidad propia, convirtiéndose en una categoría social diferente a la de los adultos, y el mayo francés fue definitivo en este sentido. Es cierto que la revuelta no perseguía llegar al poder sino reivindicar más libertades en la esfera privada, pero eso alcanzó también a la esfera pública, porque cambió los valores morales y abrió muchas causas diferentes dentro de una izquierda hasta entonces compacta: el ecologismo, la revolución sexual, la educación igualitaria, el pacifismo, el antiracismo, el anticonsumismo o el feminismo. Las mujeres, en efecto, fueron muy visibles en las manifestaciones, y siete años después de terminarse el movimiento se aprobó la ley del aborto en Francia. En el país galo la agitación social empezó en la periferia de París, en la Universidad de Nanterre, barrio obrero con una gran parte de la población de origen inmigrante. Los detonantes fueron la reforma universitaria de 1967 y las protestas contra la guerra de Vietnam.. Al principio se exigían medidas para cambiar normas del funcionamiento universitario, por ejemplo, que se permitiera visitar las habitaciones del sexo contrario en las residencias universitarias, algo que estaba prohibido: se luchaba contra el puritanismo dominante y contra la incuestionabilidad e inaccesibilidad de los catedráticos. El 22 de marzo 142 estudiantes, entre ellos anarquistas, trotskistas, comunistas y un grupo de llamados “indignados”, tomaron la torre central de la Universidad de Nanterre y firmaron un manifiesto en el que mezclaban reformas educativas con peticiones políticas. El 3 de mayo se cierra la de Nanterre y los estudiantes se trasladan a la Sorbona, la Universidad más elitista del país. Interviene la policía y hay 600 detenidos; el 10 de mayo se levantan barricadas. Dos semanas después hay casi diez millones de obreros secundando una huelga general. No funcionan trenes, ni fábricas, ni aeropuertos; no circulan los coches; la televisión y la radio públicas secundan la huelga. La Sorbona se mantiene ocupada hasta el 10 de junio, pero el movimiento de protesta comienza a desactivarse con los acuerdos de Grenelle del 27 de mayo, por los que se aumenta el salario mínimo un 35% y se conceden otras mejoras salariales y beneficios como más días de vacaciones. La primera reacción de De Gaulle había sido enviar a los antidisturbios, pero acabó por descartar la represión como única solución. Decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones para el 30 de junio. Le salió bien la jugada porque supo tejer una alianza entre el gaullismo y los partidos de derecha, invocando los miedos al comunismo, y ganó las elecciones. Sin embargo, su carrera política había quedado muy resentida y dimitió en 1969, sucediéndole George Pompidou. La incapacidad para cambiar el sistema llevó a pequeños grupos de izquierda a optar por la violencia después del 68. Por ejemplo, Acción Directa en Francia, la Baader-Meinhof en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia probarían la vía revolucionaria en años posteriores. Ya nada volvería a ser igual, como había profetizado Dany el Rojo. El mayo del 68 marcó a una generación, la de mi juventud, y también a las siguientes, y fue un intento hermoso de cambiar las cosas que había que cambiar. Como dice el poema citado en la cinta de Elia Kazan:

Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la yerba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse, porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo.

Fuentes: http://www.la vanguardia.com/internacional/20180506/443237104279/mayo-68-francia-revolucion.html https://es.wikipedia.org/wiki/Mayo_de_1968_en_Francia https://elpais.com/cultura/2016/05/02/actualidad/1462211207_133995.html https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Luc_Godard https://es.wikipedia.org/wiki/Los_400_golpes https://es.wikipedia.org/wiki/Gauche_divine https://es.wikipedia.org/wiki/Los_Bravos https://es.wikipedia.org/wiki/Esplendor_en_la_hierba https://es.wikipedia.org/wiki/Rudi_Dutschke

Sobre el autor:

Leonor de Bock.

Leonor De Bock Cano

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