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¿Cómo pudo Francesco De Gregori entregar un primer álbum así?

Respeto máximo al poeta, ensayista, periodista y director experimental Pier Paolo Pasolini. Entiendo el impacto cultural que su controvertida figura supuso para la época. Más aún su presencia revolucionaria en la Italia de entonces. Sin embargo, no empatizo con su obra. Para mí, Pier Paolo Pasolini es una canción fabulosa de Francesco De Gregori. Estremecedora balada rock, poema hermético de figuras simbolistas aparentemente accesibles.  Aún más estremecedora cuando recordamos la trágica muerte de Pasolini. El crimen de todo un pueblo.

El limbo lo quitaron y el infierno lo recalificaron. Hay algo de desgarrador y veraz al pensar que buena parte de la obra mayúscula de un artista parte de cierta reminiscencia previa. En el caso del cantautor Francesco De Gregori venía de años de aprendizaje en grupos medio jipis en la Roma comunista. Su formación le debía tanto al cancionero baladista italiano como a las canciones de resistencia de la lucha obrera. Sin embargo, serán las obras del canadiense Leonard Cohen y del estadunidense Bob Dylan las que marcarían para siempre al autor romano. En 1973 editaría su primer disco de estudio en solitario, Alice non lo sa. Trabajo completísimo y de sonido soberbio, alejado de las habituales producciones excesivas y chafadas por las famosas reverbs. Ojo, además de sobradísimo letrista,  De Gregori había militado en varias bandas en paralelo a la música experimental y psicodélica de la época. De un álbum con título tan evocador sobresale, cómo no, su primera canción, Alice. Una pieza deliciosa, una obra maestra imperecedera. Una historia preciosista que transita, inevitablemente con ese nombre, entre la emotividad y la simbología. Sin caer en el ejercicio retórico, se vislumbra algo más que una protagonista femenina tocada por la noche. Ya advertía Luis Alberto de Cuenca: «Pocos mitos literarios universales circulan por ahí con los poderes simbólicos e iconográficos que confluyen en la Alicia de Carroll. Nadie puede llamarse Alicia impunemente, como bien saben todas las que se llaman así o todos los que tenemos la suerte de convivir con una de ellas. »

¿Cómo pudo Francesco De Gregori entregar un primer álbum así? ¿Cómo era tan dueño era de su arte ya por entonces? ¿Existe cierta reminiscencia? ¿Es el caso de Rimbaud un hecho aislado?

Recurro a mi consultor de cabecera, tantas veces ya citado en esta columna, el colaborador de este mismo periódico e íntimo amigo mío, don Óscar Carrera. Le pregunto acerca de la reminiscencia creativa, si todo gran autor explota con una obra primeriza o si en toda ópera prima podemos observar los rasgos personalísimos que irá enraizando su obra posterior. «Yo creo que sí, que existe un "contenido" significativo que nos es traspasado y que en esta corta vida mortal apenas tenemos tiempo de descifrar. Ahora bien, como todos sabemos, los niños están "muy cerca" de eso y a partir de la adolescencia la personalidad se ofusca. Entonces nos dejamos arrastrar por los otros (que pone coto a nuestro potencial divino, literalmente "el infierno" de Sartre) y podemos llevarnos muchas décadas (o todas las décadas) luchando con gigantes invisibles. Por eso ves que algunos autores no aciertan de primeras y sin embargo, décadas después, nos sorprenden con una obra maestra. ¿Qué les pasó? Que "se aclararon". Abandonaron manías y dejes adquiridos»

Eternas preguntas, círculos viciosos. Y, queridos amigos, como dijo Antonio Machado, el arte es largo y, además, no importa. 

Sobre el autor:

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Daniel Vila

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