Camino del Arroyo, la calle Barranco, como su propio nombre indica, es una salida natural desde plaza de Belén y el corazón de los barrios de San Mateo y San Lucas hacia el Arroyo. Desde allí, por esta calle, y hasta el Arroyo, fluían —y fluyen— las aguas buscando la salida de la ciudad.
No siempre se llamó calle Barranco. De hecho, en el siglo XVI parece que se denominó Arroyo Alto, tal y como indica su situación y su función, pero también Cuesta de Belén, nombre que tampoco nos debe de extrañar. Sí nos debe extrañar, por contra, la situación en la que se encuentra. A espaldas del palacio de los Condes de Puerto Hermoso, en el final de esta preciosa calle que sería de postal si otro gallo cantara en Jerez, se encuentran unos edificios "apuntalados" de aquella manera, que bien merecen un respeto por su singularidad; de ellos he oído que tienen hasta patrimonio etnográfico por haberse albergado en ellos oficios singulares, y tener una tipología muy particular.
A ciencia cierta, no sé hasta qué punto será así. Sea como fuere, el anterior gobierno local anunció que iba a licitar su demolición. Pero no sucedió nada. El actual, por su parte, también viene con la retahíla de la rehabilitación de la zona pero pocas actuaciones se están viendo. Y es que ya que hablábamos de Barranco y del Arroyo... mejor que pasemos a hablar en plural. Barrancos, arroyos... y por ellos, las promesas políticas, en busca, precisamente, de una salida. Años y años en los que poco o nada se mueve. Y es que precisamente esto hablar de la calle Barranco me ha llevado a preguntarme... ¿por qué en intramuros todo tiende siempre a "abarrancarse" (según la Real Academia: "formar" o "meter" en un barranco)?
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