Antonio Pampliega es, ante todo, periodista. Nace en un pequeño pueblo de Madrid: “Soy de Mejorada del Campo, el pueblo en el que un señor en bicicleta explica cómo monta una catedral de la nada en un anuncio de Aquarius. Ese es mi pueblo”, cuenta. Es un periodista freelance especializado en zonas de conflicto. Desde 2008 ha cubierto guerras en países como Irak, Líbano, Pakistán, Egipto, Afganistán, Somalia y Siria. Este último lugar marcó un hito en su vida tanto personal como profesional, ya que en julio de 2015 fue secuestrado por el Frente Al Nusra, una facción de Al Qaeda en Siria. Cuenta que durante su cautiverio los yihadistas intentaron que se convirtieran al islam enseñándole los versos de El Corán, líneas que ponía en duda. Curioso y por su afán periodístico, preguntaba a sus raptores el significado de algunas palabras. Todo quedaba en la nada. Las escrituras de El Corán eran argumentación suficiente ante todas las preguntas. “Son muy intolerantes. Pero bueno, nosotros también lo somos con ellos”, comparte.

Diez meses después, en mayo de 2016, él y dos rehenes más, José Manuel López y Ángel Sastre, regresan a España. Antonio Pampliega, cuatro meses después de su llegada, se presenta en la ciudad para recoger un premio que le fue concedido por la Asociación de Prensa de Jerez en 2015, el Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García. Luce una sonrisa. Irradia ilusión y felicidad. No son emociones que fuerce, lo siente realmente así. No es una máscara ante la realidad, cuenta que “es más fuerte de lo que pensaba”. Antonio Pampliega se ganaba la vida arriesgándola en la guerra. Vivía para dar voz a los que no la tienen. Ya no. Después de salir vivo de Siria da gracias a Dios. Le da gracias a ese Dios que encontró mientras vivía cautivo en Alepo bajo el régimen de Al Qaeda. Porque como él dice: “No hay un Dios hasta que te quedas solo. Entonces, es cuando aparece”.

Después de vivir una experiencia extrema, rozando la muerte, Antonio Pampliega quiere que el mundo conozca de cerca la guerra, la realidad que existe en Siria: “Caen de 300 a 400 bombas a diario, al menos cuando yo estuve desde septiembre a octubre de 2014. Ahora la cifra será mayor. La situación ha empeorado”. Comenta que el fotoperiodista Gervasio Sánchez le dijo que Siria le recordaba a Sarajevo, pero que era mucho más salvaje. “En la guerra no hay buenos ni malos, hay hijos de puta. Y yo intento estar siempre donde caen las bombas”, señala durante su intervención en el Ateneo de Jerez.

Tiene especial inquina contra la prensa española. No es fruto de su imaginación, se trata de su propia experiencia. Dice que uno de los periódicos a los que vendía reportajes sobre el conflicto sirio —junto con las fotos de Manuel López— les llegó a pagar 32 euros, es decir 16 a cada uno por artículo. ¿Lo peor según él? Cuándo ambos regresan tras el cautiverio, esos mismos periódicos les llaman para entrevistarles. “¿Nos pagáis eso y queréis entrevistarnos?”, recrea indignado. “A día de hoy ninguno me ha preguntado cómo estoy”, espeta. Pampliega habla sobre vidas que quedan enterradas bajo tierra. Cuerpos que siguen su día a día en Siria mientras caen barriles de TNT desde el cielo a cualquier hora de la mañana. “¿Paro mi vida por la guerra? ¿Y si no se acaba la guerra? Tengo que seguir viviendo”, le decía uno de sus amigos sirios que le acompañó durante su estancia en 2014.

Momentos antes de la entrega del premio por su reportaje Los niños perdidos de Alepo (El País, 2014), Antonio Pampliega nos recibe en uno de los salones la nueva sede de la APJ. Mantiene la mirada fija durante la conversación. Gesticula mucho con sus amplias manos. Ríe y se emociona al segundo. Muchos pensamientos, muchos recuerdos evocados en su regreso a la carrera periodística. Durante la entrevista está constantemente soltando preguntas al aire. Quiere saber qué opina la gente de Siria, qué saben de la guerra. Por ello propone un juego: lanzar esta pregunta a los lectores y luego, después de leer lo que tiene que contar, volver a trasladar la misma: ¿Qué opina de la guerra de Siria? Antonio Pampliega posando momentos antes de la entrevista. FOTO: MAKY GASSIN. La APJ en el V Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de 2015 reconoce su trabajo: Los niños perdidos de Alepo. Estuvo secuestrado durante ese año hasta que lo liberaron en mayo de este. Ahora se lo pueden entregar, pero… ¿cómo cree que estará a día de hoy Noor y Faisan, que son niños vehiculares en su reportaje premiado? Es posible que estén muertos. ¿Es lo más probable? Sí, es posible que estén muertos. Sobre todo viendo los últimos ataques y bombardeos de la aviación rusa, es posible que no solamente ellos, sino el 80 o 90% de los niños y niñas que salen en ese reportaje hoy sean o refugiados o sean víctimas mortales del conflicto. Como la mayoría de sus familiares, como cuenta en el reportaje. Sí, como la mayoría de ellos que han participado en el conflicto. Es así de triste. Pero no solamente ellos. Tengo muchos amigos y mucha gente a la que he hecho fotos y vídeos… que están muertos. Miro las imágenes de archivo y empiezo a decir: “Este está muerto, este está muerto…”. A uno de mis mejores amigos le cortaron la cabeza, el primer periodista norteamericano que asesinaron, Jim Foley. ¿Cómo se enteró de ello? El día que lo mataron. Otro compañero me mandó un link y recuerdo que era agosto de 2014. Estaba viendo la Supercopa entre Real Madrid y el Atlético de Madrid en mi casa y un amigo me lo mandó. Solo ponía Jim y el link. Le di al play y mi primera reacción fue: “Joder Jim, hacía dos años que no sabíamos nada de él”. Eran momentos antes de la ejecución.
"La gente me pregunta por qué sonrío, y es que de allí no se sale con vida"
Y a día de hoy tiene una sonrisa. Yo estoy vivo, él no (silencio). Yo tengo mucha suerte. He tenido mucha suerte, mis compañeros y yo. Hemos tenido muchísima suerte. Entonces… ¿cómo no voy a sonreír? La gente me pregunta por qué sonrío, y es que de allí no se sale con vida. ¿Ha llegado a superar lo que ha vivido? ¿Se puede superar? Sí, con tiempo, con ayuda psicológica… Ha tenido muy poco tiempo. Llevo cuatro meses. Soy más fuerte de lo que yo pensaba. Muchísimo más. (Silencio). Antonio Pampliega con un nudo en la garganta al comienzo de la entrevista. FOTO: MAKY GASSIN. Es un periodista freelance, que ha cubierto muchas zonas bélicas porque quiere dar voz a aquellas personas invisibles que están en guerra, y puntualiza que si no cuenta sus historias, ganan los Señores de las Sombras. ¿Quiénes son esos señores? Es que tienen tantos nombres… Dictadores, grupos rebeldes, yihadistas, señores de la guerra, países traficantes de armas y tanta gente que no quiere que se conozca la verdad… Podría decir tantos y tantos nombres: Estados Unidos, Rusia, China, Francia… Las grandes potencias. Las grandes potencias que hoy están en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que son los cinco mayores traficantes del mundo. Esa gente no quiere que se sepa. ¿Se ha topado alguna vez con ellos? Me he topado con dificultades para hacer mi trabajo. Nosotros entramos en Siria siempre de manera ilegal porque el régimen de Bashar Al-Assad, por ejemplo, no nos permitía la entrada. Teníamos que entrar ilegalmente. He tenido que entrar en zonas de Siria y de otros países como Afganistán, escoltado por tropas, porque los talibanes en Afganistán nos secuestraban o porque en Siria el Estado Islámico secuestraba a periodistas. Yo tenía que ir empotrado en unidades militares porque mi vida corría peligro. Me he topado con eso. Eso es por ser un periodista freelance Eso es por ser periodista. Antes, hace años, éramos imprescindibles. A día de hoy los periodistas somos prescindibles. Y a las personas que son prescindibles en las guerras, tienes dos opciones: o las tiras a la basura o intentas sacar provecho de ellas. ¿Cómo se saca provecho? O las decapitas para hacer propaganda o intentas sacar beneficio económico. Hablando un poco ahora de los medios de comunicación y de esas grandes potencias que realmente son las que están detrás de los medios, ¿cree que están dando una buena cobertura a lo que está sucediendo en Siria? La guerra siria se ha contado muy mal. Los medios internacionales, o los españoles por ejemplo, no han apostado jamás por una cobertura seria.
"A día de hoy los periodistas somos prescindibles. Y a las personas que son prescindibles en las guerras, tienes dos opciones: o las tiras a la basura o intentas sacar provecho de ellas"
¿Apuestan más por el morbo? Apuestan por otras cosas, no solamente por el morbo. Ellos siempre se escudan en que no hay dinero. No tenemos dinero para pagarte, no tenemos dinero para desplazar equipos y pagar un seguro de vida que son muy caros. Mi respuesta siempre es la misma: Ha habido Juegos Olímpicos hace dos meses y habéis desplazado equipos de 20 personas. Radio Nacional, por ejemplo. Y uno de mis amigos que trabaja allí me dijo: Éramos la radio que menos gente llevó. Solamente la radio, imagínate las televisiones. Y todavía dicen que no tienen presupuesto para la guerra de Siria. Con que manden a uno o dos redactores, bastaría. La guerra de Siria lleva cinco años y ninguna televisión española ha mandado a gente. No hay interés. Yo creo que no. Lo tienen en internet. En internet está todo porque ha surgido la figura del periodista ciudadano que lo cuelga todo en internet, entonces ¿para qué voy a mandar cosas si ya me lo dan gratis? Hay propaganda, es partidista. Eso ya les da igual, yo tengo la imagen. Antonio Pampliega durante la entrevista concedida a lavozdelsur.es. FOTO: MAKY GASSIN. El nivel de calidad de los textos periodísticos que llegan de Siria, ¿puede ser parecido al caso de la CNN (se prometió la primera guerra televisada y esta cadena fue la única con acceso informativo una vez pasada la censura iraquí) en la guerra de Irak? La CNN ha hecho cosas muy buenas y muy malas. Por ejemplo, en 2003 en la invasión a Bagdad, el grupo de CNN que estaba allí se dirigió a una plaza donde estaba una estatua de Sadam Hussein y dio dinero a los iraquíes que había allí para que se juntaran y tiraran la estatua. Eso es mal periodismo. Hay otros medios que también manipulan, no solamente la CNN. Vivimos en un país convulso políticamente donde se manipula casi todo. Es complicado. En una guerra la primera víctima es la verdad. ¿Qué realidad no se ha mostrado? Si la gente fuese consciente de lo que es la guerra de Siria, mañana mismo había manifestaciones de personas en la calle pidiendo que se detuviese. La gente no sabe realmente lo que es eso. Es posiblemente una de las peores guerras del siglo XXI, si no la peor, y no se sabe absolutamente nada. ¿Cuáles son los estereotipos que han circulado sobre la guerra? Hablan de terrorismo, manipulación mediática… ¿Es real, pero es todo muy superficial? Es muy superficial. No hay sensibilidad y la propaganda lo está cubriendo todo. Hablan de terrorismo, pero es que esto vino de una guerra civil que vino de una revolución pacífica. La gente, después de 40 años aguantando a la familia Al-Assad, salió a la calle a decir: Ya está bien. Y en las manifestaciones pacíficas les disparaban francotiradores del régimen. Lo sé porque lo he visto. A mí me han disparado. Y eso ha acabado en lo que es hoy, que es un nido de terroristas. Con muchos frentes ¿no? Son muchas facciones. No se sabe quién está detrás de cada una de ellas, todos tienen intereses… Están los rusos ahora, están los americanos, los franceses, los iraníes… Todos quieren parte del pastel. Siria es hoy una guerra mundial a pequeña escala. Están todos, pero solo en un territorio. Es lo más parecido a una guerra mundial.
"A día de hoy, en 2016 se sigue crucificando a la gente como hacían los romanos en tiempos de Cristo"
Aquellos que os secuestran, el Frente Al Nusra, ¿de quién es aliado? Cuando empieza la guerra de Siria, Al Qaeda entra y forma el grupo que hoy se llama el Frente de la Conquista del Levante. En ese momento el Estado Islámico de Irak se mete dentro de Al Qaeda y de este grupo para apoyar. Pero en 2013 se separan. Se separan porque el Estado Islámico quiere otra cosa. Entran en Siria para hacerse un hueco para que les dejaran entrar con esa excusa, y una vez que están dentro se apartaron, se quitaron las caretas y dijeron, ahora, a lo nuestro, que no es la libertad de los sirios, sino la reunificación de lo que ellos llaman Sham, que no es otra cosa que Siria, Líbano, Palestina y Jordania, que es de donde salió Saladino, el que crea el gran islam y lidera la lucha contra los cruzados cristianos. Leyendo su blog he visto que hay cruzados del siglo XXI. Sí. Este nuevo conflicto, que se está produciendo en estos momentos, es una especie de regresión a las cruzadas. Por un lado tienes a los musulmanes del Estado Islámico que lo que quieren hacer es crearse un Califato, como quería Saladino, y por otro lado tienes a los cristianos. Son los nuevos cruzados. Van ahí a luchar, a hacer la yihad. Tanto unos como otros. Cruzadas como las del siglo XI. Son como si fueran las del siglo XI, pero con armamento del siglo XXI, aunque usan técnicas también como las del siglo XI o el siglo primero. A día de hoy, en 2016 se sigue crucificando a la gente como hacían los romanos en tiempos de Cristo. En Siria, los del Estado Islámico crucifican a gente y decapitan, como se hacía en las cruzadas. Propaganda. Propaganda… y porque la imagen visual es muy potente. El mensaje llega mucho más. Una cosa es que te rajen o te peguen un tiro y ahí te quedas, ¿pero qué te cuelguen en una cruz? O que te decapiten y pongan tu cabeza en una plaza de Raqqa para que el resto de vecinos entienda el mensaje. Antonio Pampliega durante la entrevista concedida a lavozdelsur.es. FOTO: MAKY GASSIN. ¿Hay cruzados de los dos bandos? Sí, por supuesto. La guerra también se ha globalizado. Tienes gente pro Estado Islámico como los que atentaron en París, lobos solitarios que los llaman, que son los cruzados del Estado Islámico aquí que luchan contra occidente. Y después tienes a los occidentales que se van a combatir contra el Estado Islámico. Hay de los dos bandos. Al final esto se ha terminado convirtiendo en una guerra religiosa. ¿Qué intereses hay detrás del nacimiento de este conflicto? El nacimiento del Estado Islámico es recuperar los bastiones de los musulmanes que era el Sham (El Levante), pero había algo más: implementar lo que quería el profeta, o lo que quería Alá. El Corán dice que todo el mundo tiene que acabar siendo musulmán y el que no se convierta hay que matarlo. Al final no solo acaba extendiendo El Levante, como lo llaman ellos, sino que su objetivo es extenderlo a todo el planeta. Ese es su principal objetivo: acabar con todos. ¿Por qué? Porque lo dice el Corán. Y como tienen tiempo… Los talibanes tiene una frase que a mí me gusta mucho y que le decían a los americanos: Vosotros tenéis el reloj, nosotros tenemos el tiempo. ¿Piensa que el cerrojazo por parte de Europa a los refugiados puede sumar más aliados al Estado Islámico? Sí, claro. Lo que estamos consiguiendo nosotros es que haya una separación muy grande y abismal entre Oriente y Occidente. El problema es que no entendemos que toda la gente que rechazamos, a la que maltratamos, se acaba radicalizando porque, insisto, no se sienten de ningún grupo. No tienen pertenencia a ningún bando. Entonces esta gente acoge a todo el mundo con los brazos abiertos. Los que se han reventado en Bataclán o en Niza son de aquí. Es que no vienen de Irak. No vienen de Siria ni de Somalia. Son nacidos y criados en Europa. La pregunta es: ¿Qué hemos hecho mal como sociedad para que nuestros propios conciudadanos, gente nacida en Occidente, nos odie? El hijo de puta que ejecutó a Jim Foley era británico, no era sirio. Era británico, rapero. ¿Qué lleva a un rapero británico a decapitar a un occidental en Siria? La pregunta quizás se la tendríamos que mandar a nuestros políticos. ¿Qué habéis hecho mal para que esta gente nos odie? Si te vas a Londres, a Bruselas, a Príncipe… verás dónde viven, y lo que ves son guetos. Viven ellos solos en su burbuja. No tienen educación, las escuelas son muy malas, las oportunidades laborales son pésimas, la gente les mira mal… Crean rechazo. Y eso al final va haciendo mella en gente que no tiene ninguna esperanza de nada. Cuando pierdes la esperanza te ganas muchos enemigos. En el mundo siempre habrá gente dispuesta a inmolarse por Alá mientras haya incultura, desesperación, odio, rencor…
"Las guerras dejarán de existir el día que dejen de ser rentables"
También hay una construcción de la guerra. A algunos les interesa alejar Occidente de Oriente. Da mucho beneficio, cuánto más separación haya entre los dos, mucho más enfrentamiento. Para luchar se necesitan armas. Y las armas se compran. Valen mucho dinero, las guerras son muy caras. Las guerras dejarán de existir el día que dejen de ser rentables. Hace unos años, en Somalia, encontré a un señor de la guerra que había estado con todos los actores en conflicto durante estos 25 años. Había estado con el gobierno de facto, con los golpistas, con el gobierno anterior, había estado con los gobiernos musulmanes, con Al Qaeda y ahora estaba con las tropas de la Unión Africana, los cascos verdes. Y mi pregunta es: ¿Tío, por qué? Y dice: Porque yo soy una persona que cambia, como cambia la vida, como cambian las circunstancias. Antes, lo más rentable para mí era vender armas y hacía negocio con la guerra. Hoy es mucho más rentable la paz porque el país está tan destruido que aquí hay que edificar, y yo ahora vendo cementos y vendo ladrillos. La paz ahora es más rentable que la guerra. El día que eso cambie, yo volveré a cambiar. Una persona sin principios. Sí, como muchos que hay. Antonio Pampliega mordiendo el premio 'a lo Nadal'. FOTO: MAKY GASSIN. Todo por dinero. El dinero es lo más importante. En Siria no se están matando por la religión, sino por dinero. Las cúpulas son los que buscan el dinero; las bases son las que luchan por Alá. Eso es. Si escarbas, el motivo de las guerras son siempre las mismas. No esta, todas. En la guerra de 2003 en Irak las tropas norteamericanas lo primero que defendieron fueron los pozos de petróleo. La guerra de Sierra Leona en 2001 fue por los diamantes. Y si te vas hacia atrás, la batalla de Troya, no fue porque los troyanos se llevaron a Helena, es porque los griegos querían hacerse con el control de Troya. Las cruzadas no son una guerra de religión, son unas guerras por comercio. El Papa Urbano II fomenta esta guerra porque Jerusalén es un paso obligado para todas las mercancías que venían de Europa y que venían de Oriente. Es un paso obligado para las caravanas. Por eso se luchaba por Jerusalén.
"En Siria no se están matando por la religión, sino por dinero"
¿Qué consecuencias deja ser espectador de esas atrocidades que cuenta en sus reportajes? A nivel personal te deja tocado. Si lo que ves no te toca emocionalmente como persona, no estás haciendo algo bien en tu trabajo. Si no empatizas con una víctima, es que no puedes ser periodista. Tienes que empatizar porque tus fotos, tus vídeos y tus textos tienen que llegar a otra persona que no conoce el conflicto y cuando te lea o vea tus fotos tiene que entenderlo. Entonces si no es buena persona, como decía Kapuscinski, no puede ser periodista. Te toca a nivel emocional muchísimo. Yo tengo pesadillas. Hablo en sueños. Mucho. Y mis muertos son míos y me van a acompañar durante toda mi vida por desgracia. Te cambia la vida cubrir un conflicto. Para bien, pero también para mal, sacrificas muchas cosas y hasta que a mí no me ha pasado lo del secuestro, yo anteponía mi trabajo a mi vida personal. Ahora es al revés. Ahora mi vida es más importante que mi trabajo. Por mucho que yo vaya a Siria, Somalia, Afganistán… jamás seré ni un sirio, ni un somalí, ni un afgano… Soy un occidental, tengo la suerte de ser español y lo siento mucho, yo también soy persona y merezco también disfrutar de la vida. Se va la semana que viene de España. ¿vuelve a la acción? Vuelvo a probarme, a ver cómo estoy, cómo me han afectado estos diez meses anteriores y porque soy periodista. Yo soy lo que soy, y a mí una panda de hijos de puta no me va a cambiar mi modus vivendi. Ello lo que quieren es que vivamos con miedo y eso no puede ser. Quiero empezar, ir poco a poco. Son solamente diez días pero lo necesito para saber si quiero seguir, o en este caso dar un paso hacia atrás y dedicarme a otras cosas, quién sabe si dar clases en la Universidad, que también me gustaría. Preferiría que fuese algo a largo plazo, pero si veo que no tengo ánimo para continuar en una zona de guerra, pues por qué no dar clases a los chavales y que les llegue algo de mi experiencia. Va a Irak. Me voy al Kurdistán iraquí con las tropas peshmerga, a combatir contra el Estado Islámico. Sus trincheras están a 800 metros del Estado Islámico. No vuelve a Siria. A Siria nunca más. Y ahora: ¿Qué opina de Siria?

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

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