El hotel de la Casa de las Cuatro Torres entra en su fase final tras un intenso de trabajo de rehabilitación que ha convertido el número 3 en un establecimiento con encanto que traslada al turista al Cádiz de la Casa de la Contratación.
Desde lo alto, la vista de la inmensidad del mar sigue evocando a esa ciudad próspera, rica y cosmopolita que fue el Cádiz del siglo XVIII. El que impregna cada una de las paredes del número 3 de la calle Argüelles, la finca de la torre noroeste de la Casa de las Cuatro Torres cuya rehabilitación y conversión en un hotel entra en su fase final.
Más de dos años han tardado los promotores en recuperar este patrimonio catalogado como Bien de Interés Cultura (BIC) en grado 0, la máxima protección de la que puede gozar un inmueble. La finca, de 990 metros cuadrados, alberga doce plazas hoteleras y ocho apartamentos turísticos permitiendo al huésped vivir una experiencia única e histórica.
Antes de llegar a la pequeña recepción, ubicada en el patio central de la casa, dos estancias dan una pista de que el lugar que se pisa está lleno de historia. El salón Juan Clat Fragela, el comerciante sirio que mandó construir la casa y la sala de Andrés de Pez, el precursor del traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, de donde todo parte en este hotel. El florecimiento económico, cultural, urbanístico que vivió Cádiz en ese momento histórico es lo que pretende recuperar y reflejar este establecimiento propiedad de la empresa Alantel, que ha invertido cuatro millones de euros.
A medida que se va subiendo por la escalinata, van apareciendo habitaciones y apartamentos turísticos, todos con una distribución singular y única –ninguno es igual- y con los nombres de marinos ilustres (Gravina, Jorge Juan, Churruca, Malaspina o Alejandro Orelly). “Lo que buscamos es que el cliente alcance esa experiencia de vivir en una casa del siglo XVIII, en una de las casas de Cargadores a Indias más importantes de Cádiz”, explica Miguel Ramos gestor de la iniciativa. Para ello, “hemos recuperado todo lo que se podía recuperar”, además de reutilizar materiales, como los ventanales de la galería acristalada que circundaban las escaleras del patio central. Ahora lucen en el interior de las habitaciones, que muestran al menos una pared original de piedra ostionera y ladrillo. Cada estancia contará además con un libro (en español, inglés, francés y alemán) y un canal en la tele sobre la historia de la casa para que la inmersión sea mayor.
Pero para entender este enclave en su totalidad hace falta subir a la azotea, donde tienen previsto organizar celebraciones de pequeño formato, y a la torre mirador donde las vistas del mar y de la ciudad trasladan al turista, alojado o no, y a gaditanos a ese Cádiz al que llegaban navíos, riqueza y cultura desde América. Con precios de entre 220 y 60 euros, la Casa sigue los criterios propios de un parador, en los que el alojamiento supone mucho más que dormir en un hotel. Así, los desayunos serán también singurales y apostarán por productos de la Bahía de Cádiz.
A niveles de empleo, la rehabilitación de la casa ha supuesto la contratación de hasta 138 trabajadores de distintos gremios. Una vez que abra, la plantilla fija será de ocho trabajadores altamente cualificados, con conocimientos de idiomas e historia, y personal auxiliar, dado que muchos servicios, como la lavandería, se tendrán que subcontratar.
A punto de terminar la obra, Ramos no da una fecha fija para abrir. “En verano va a ser difícil” pero el otoño es un plazo razonable. Sobre todo, porque no quieren abrir al público con tres contenedores de basura casi en la puerta. “Estamos esperando que el Ayuntamiento reorganice la zona”. Tampoco quieren dejar escapar ni un solo detalle. Por eso, “abriremos cuanto todo esté perfecto”.
La Casa de las Cuatro Torres, construida entre 1746 y 1753, con el objetivo de dar alojamiento a los comerciantes, marinos, extranjeros, todos asociados con el comecio con las Indias, vuelve a convertirse en el reflejo de una ciudad cosmopolita que tiene en su pasado las claves de su futuro.
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