20 años de Uta Geub en Sanlúcar, la alemana que colorea la vida tras un cáncer

La artista, que ha realizado los carteles de la Feria de la Manzanilla y el Corpus Christi este año, continúa pintando tras superar esta enfermedad que la alejó de la vida pública

Uta Geub, artista alemana afincada en Sanlúcar creadora de carteles de eventos como la Feria de la Manzanilla o el Corpus Christi de Sevilla.
Uta Geub, artista alemana afincada en Sanlúcar creadora de carteles de eventos como la Feria de la Manzanilla o el Corpus Christi de Sevilla. MANU GARCÍA

Un atardecer desde esta azotea es todo un espectáculo sensorial. Desde el punto más alto de Sanlúcar se divisa una panorámica inigualable. Doñana, las salinas y el mar brindan una estampa que Uta Geub (1971), natural de Friburgo, no se pierde cada día. La alemana nacida entre naturaleza y animales, en este pueblo próximo a la Selva Negra, cuna de los relojes de cuco, contempla una vista que lleva disfrutando 20 años. Su sueño era vivir junto al mar, en un lugar ajeno al bullicio, donde poder dar rienda suelta a su creatividad.

Esta artista alemana no baila sevillanas ni se funde entre la masa que bebe rebujito desde este martes y hasta el 11 de junio. Pero sí que pinta con un estilo único el cartel que anuncia la feria de este año en esta ciudad donde vive desde 2003. Primero, se mudó a una casa en segunda línea de playa en la que no duró ni dos años. Pronto adquirió una casa en una urbanización que empezaba a tomar forma hace dos décadas.

Sanlúcar Club de Campo, repleto de zonas verdes y caminos peatonales, se convirtió desde 2005 en el hogar de esa pintora que buscaba su sitio en el mundo. “Un proyecto con un futuro seguro” donde apenas había tres vecinos cuando se instaló. “Sanlúcar sigue conservando ese ritmo de pueblo, aunque sea una ciudad”, dice mientras baja las escaleras para entrar en el interior de un inmueble donde no falta el color.

Uta durante la entrevista en el salón de su casa.
Uta durante la entrevista en el salón de su casa.  MANU GARCÍA

Uta no se cansa de estas vistas ni de la tranquilidad que le ofrece este entorno próximo a la desembocadura del Guadalquivir. Desde allí, despierta esa habilidad que comenzó a manifestar desde muy pequeña. Su pasión era la pintura, le gustaba dibujar en los cuadernos, en las mesas y en las sillas todo tipo de animales, e incluso jugaba con la perspectiva y la tercera dimensión. “Yo quería dar esa posibilidad de entrar dentro de lo que estaba dibujando”, recuerda la alemana sentada en el sofá de su salón. Un auténtico deleite para la vista. Los ojos de cualquiera se quedan embobados intentando captar cada detalle de sus obras mientras ella se remonta a sus orígenes. A esas tardes en las que completaba los trabajos de sus compañeros de la carrera de Bellas Artes. “Pintar las tareas de mis compis fue mi primer negocio”, cuenta a lavozdelsur.es.

“Pintar las tareas de mis compis fue mi primer negocio”

A Uta no le quedó más remedio que ir contra viento y marea y no contar con el apoyo de sus padres no era un problema para ella. Tenía claro a qué se quería dedicar y luchó por ello. “Me decían que pintora no era un trabajo y tuve que estudiar hostelería a la vez que Bellas Artes, mis padres estaban totalmente en contra, pero no me importaba, yo quería eso tanto…Cuando pude me independicé”, comenta.

Así, trabajó en una empresa de inmuebles que reformaba edificios antiguos e incluso en un despacho de abogados. “Hice de todo para poder hacer lo que yo quisiera sin tener que escuchar la crítica de mis padres”, cuenta.

La artista sujeta una carabela decorada.
La artista sujeta una escultura decorada.  MANU GARCÍA

A mediados de los 90, Uta se dio cuenta de que no estaba cómoda en su país natal. Su ideario no encajaba con la mentalidad de la época, y mucho menos su obra. “Con mi forma de pintar no podía encontrar suficientes amigos de mi pintura allí. Es una forma muy atrevida, revolucionaria y de mucho colorido, y no estaba bien visto”, sostiene echando la vista atrás.

Entre cuadros repletos de líneas rectas y colores fluorescentes, la artista se muestra crítica con Alemania, lugar del que acabó escapando para explorar otros rincones de Europa como Italia, Francia, Suiza, Holanda o Bélgica. “A mí me parece muy bien que cada cual hace lo que quiere hacer y enfoca la vida como quiera, pero lo que critico de verdad en Alemania es que no te dejan vivir. Como no había manera de enfrentarse a la opinión pública y a la vez ser creativa, tenía claro que me tenía que ir”, opina.

Tras vivir unos meses en Estados Unidos e incluso plantearse trasladarse al otro lado del charco, decidió que su sitio tampoco era allí. “Me di cuenta de que me hacía falta en cierto sentido la vieja Europa. La forma de enfocar la tradición, la vida, la cuna de la cultura, eso no lo hay allí”, señala la alemana, que acabó en Andalucía.

Materiales que utiliza la artista en su estudio.
Materiales que utiliza la artista en su estudio.  MANU GARCÍA

Llegó a Marbella, de la que quedó prendada, pero, con el tiempo, notó que el municipio malagueño se había convertido en algo que no era lo que había conocido en un primer momento.  “Veía el agobio de las personas que vivían allí, que no podían con las subidas de los precios. Se convirtió en una pequeña Babilonia que no tenía nada que ver con lo que en un principio me gustaba”, continúa mientras sus perros revolotean en la terraza.

"Me hacía falta la vieja Europa"

La luz y el clima guiaron su camino hasta la costa gaditana donde, después de una ardua exploración por ciudades como El Puerto o San Fernando, se decantó por Sanlúcar. El silencio acompaña las horas de creación de Uta en su estudio, donde le gusta trabajar en varias obras a la vez. “Al menos dos”, dice mostrando una carabela llena de colorines. A veces, escucha música “sin texto porque me despista demasiado”, mientras alza sus pinceles frente al caballete.  Otras, prefiere dejar el sonido propio de las casas, el ladrido de sus perros o el motor de un coche que pasa por su calle.

Para la mayoría de las obras que nace en estas cuatro paredes utiliza acrílico y óleo sobre lienzo. Técnicas que lleva practicando desde que aterrizó en la ciudad, cuando se atrevía a dibujar elementos de la agricultura, el mundo taurino o escenas cotidianas imprengnándolos de este estilo tan particular y definido que ha desarrollado. “El enfoque es mucho color y una mezcla entre realismo y abstracto. Cuando llegué mi obra no se entendía. Y se entiende que no se entendiera. Empecé con naturalezas muertas y pintando carreras de caballos de todos los colores menos de los de verdad, como suelo decir”, explica señalando un cuadro donde se observa un equino rodeado de trazos hechos con la regla.

La alemana comparte los detalles de sus obras.
La alemana comparte los detalles de sus obras.  MANU GARCÍA

Uta sonríe transmitiendo esa emoción que sintió en su primer verano, cuando comenzó a hacer exposiciones. “Aposté por ese tiempo porque es cuando hay público que no solamente es de aquí, sino también de fuera. Los primeros clientes vinieron mucho más rápido de lo que yo me esperaba, encontraba a personas que decían que les gustaban mis cuadros y les llamaba la atención. Empecé a tener muchos clientes que compraban su primer cuadro y se atrevían con una obra mía. No querían comprar lo típico que compraban sus padres al hijo del pintor de toda la vida”, señala.

"Los primeros clientes vinieron mucho más rápido de lo que esperaba"

Esa “chiquilla que hacía cosas con muchos colores” fue ganándose un hueco en su nuevo hogar y, en muy poco tiempo, logró dar a conocer sus trabajos, no solo en exposiciones sino también en carteles, formato del que se declara una gran admiradora. 

Su nombre empezó a sonar desde que creó el cartel del carnaval de Chipiona en el año en el que lo pregonó Rocío Jurado, en 2003. “Los carteles me parecían un rollo super interesante, en los países nórdicos habían desaparecido cuando yo era una niña. Sin embargo, aquí se les da una importancia increíble. Me parecía la manera ideal para poder comunicarme con las personas que quizá normalmente no alcanzo con una exposición”, comparte la pintora, que ha dado ida al cartel del el Corpus Christi o del Salón Internacional del Caballo (Sicab) en Sevilla. 

Toda su casa está repleta de sus obras coloridas que algunos distinguen a leguas y, otros contemplan con asombro. Sin sombras, con colores perfectamente elegidos y una buena carga de simbolismo. “Por favor, no me preguntes cómo lo hago porque no lo sé. Es como los actores de cine, te sale”, confiesa.

Una de las meninas decoradas.
Una de las meninas decoradas.  MANU GARCÍA

Uta recorre la vivienda mientras destaca algunos detalles de sus creaciones. En todas se distingue parte de un tablero de ajedrez que llama la atención en un golpe de vista. “Aparece hasta en el cartel de la feria. Se refiere a que lo que vamos a hacer y no hacer depende del paso que acabamos de dar. Estamos tomando decisiones en cada momento de nuestra vida, en cada día. Estamos forjando nuestra vida a través de una decisión y otra, y otra y otra, como si estuviéramos jugando al ajedrez”, sostiene la artista, que compara sus obras configuradas a base de capas como si fueran “personas interesantes que tienen buena apariencia pero nos encantan si tiene cosas detrás que nos sorprenden”.

Le gusta la cocina “a ratos”, sobre todo, porque la comida, que también son obras de arte, desaparece, pero las pinturas permanecen. “Puedo hacer platos que están bastante bien”, ríe frente a un enorme lienzo que preside el salón. “Es una de las más complicadas que he pintado jamás” dice la alemana, que tardó unos tres meses en retratar a la pequeña tortuga de su hija.

Además de artista, Uta es madre de una niña de 10 años y una luchadora innata ante las circunstancias con las que le sorprende la vida. En 2016 le diagnosticaron un cáncer, cuando su hija apenas tenía tres años. “Fue un antes y un después, no me lo esperaba. Nunca había tenido contacto directo con esta enfermedad. Se diagnosticó a tiempo y me operé. Después de recuperarme me separé”, cuenta. Para ella, fue un varón abrupto, se alejó de la vida pública y paralizó las exposiciones, pero nunca dejó de crear.

Cuadro en homenaje a la tortuga de su hija.
Cuadro en homenaje a la tortuga de su hija.  MANU GARCÍA
La artista enseña el estudio donde trabaja.
La artista enseña el estudio donde trabaja.  MANU GARCÍA

“Estoy viviendo una prórroga, quiero se consciente de ello todos los días y hacer realmente lo que yo entiendo que debo hacer”, expresa Uta, que se dispone a mostrar con entusiasmo su última serie de 18 obras que serán digitales. “Yo creo que tengo la suerte de crear un tipo de obra que no es confundible con otros artistas actuales”, comenta. Es el motor que le empuja a seguir dando libertad a su imaginación, a retomar el ritmo y a seguir llenando su casa —y la de otras personas— de aves, muñecas, payasos, bebés o meninas.

Uta levanta una escultura de este símbolo popular en el que ha dejado su huella dándole “un poco de marcha y modernidad”. Después, se dirige a la entrada, decorada con recortes de prensa que tantas veces han puesto en valor su trayectoria. “El ratón colorado soy yo, soy consciente de ello, pero siempre habéis tenido ganas y habéis puesto interés en hablar de lo que hago”, dice agradecida.

Ya huele a feria con un toque de cubismo pop y transgresión. Mientras los sanluqueños bailan, el tiempo se detiene para ella en un lugar de ensueño donde nunca para de pintar.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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