Esta vez sí se quiere que se cumpla el dicho aquel que señala una Semana Santa con buen tiempo si no se ‘moja’ la ceniza. Y la ceniza no se mojó en una día despejado de nubes y con aires primaverales. Es más, por algunas zonas el azahar ha dejado escapar su aroma al haber florecido algunos naranjos antes de su tiempo natural, confundidos, tal vez, por las más que agradables temperaturas.
Lo de veneraciones, sin que se diga en voz alta, parece que va quedando en el olvido porque hoy, por ejemplo, en San Francisco y San Miguel han besado manos y pies de las imagenes sin que nadie lo impidiera; incluso estaba dispuesto el hermano o hermans que se ocupaba, con un pañuelo, de limpiar rastros del ósculo. Así que un nuevo paso dado hacia la más absoluta normalidad, de lo que a buen seguro habrán tomado nota los cofrades que han pasado por estos templos y que trasladarán a sus propias hermandades. El que da primero...
Lo que no ha cambiado ha sido el boato con el que se adornan estas convocatorias que son aprovechadas también para lucir talento en las mayordomías, una ocasión especial para alardear de elegancia y buen gusto, que no en todos los casos sucede. Por San Miguel el aroma del particular incienso que usan para el Santo Crucifijo envuelve la plaza como una llamada para admirar a esta soberbia talla de José de Arce.
A la vera de la Plaza, puertas abiertas en San Francisco para venerar al Señor; en Capuchinos, en la Victoria, en San Lucas… y a la caída de la tarde noche tiempo para el inicio de cultos cuaresmales en varias hermandades junto a misas de imposición de la ceniza.
Desde el siglo IV esta jornada tiene lugar cuarenta días antes del Jueves Santo, inicio del triduo pascual. La ceniza que se impone es el rito característico y se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año litúrgico anterior.
¿Por qué en miércoles? Se fijó en domingo el inicio de la Cuaresma pero, como doctores tiene la Iglesia, desde los orígenes de la liturgia cristiana nunca se ayunó en domingo por ser el día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado del mes.
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