José Manuel y Aurora, exempleados de la cadena, cuentan el acoso laboral que han sufrido por parte de los responsables de varios establecimientos.
Le obligaron a trabajar como reponedor con 20 puntos en la pierna y un vendaje compresivo, le modifican el horario “para castigarle” por haberse operado de varices bajo prescripción médica, recibe presiones para que sustituya la imagen de sus perfiles en las redes sociales por el de la marca de la cadena… Como consecuencia de todo esto, José Manuel Estudillo, portuense de 30 años, desde 2006 trabajador del Maxi DIA, ubicado en El Puerto —frente a El Paseo— se encuentra de baja laboral desde el 7 de junio. Diagnóstico del psiquiatra: trastono adaptativo por acoso laboral. Este medio se ha puesto en contacto con la cadena para conocer su versión de los hechos, pero no ha obtenido respuesta.
El caso de este joven no es el único que supuestamente tiene lugar en la famosa cadena de supermercados. Según el sindicato CNT, hay detectados otros cuatro casos más correspondientes a diferentes establecimientos de la provincia, aunque los afectados temen dar la cara por miedo. “Es una situación cotidiana, cualquier trabajador del DIA puede decir que es lo habitual", asegura Francisco José Cuevas Noa, secretario local de CNT. Por ello desde el sindicato iniciarán este lunes 8 de julio una campaña de denuncia de casos de acoso laboral por los responsables de los supermercados DIA.
En 2007 José Manuel ya era un empleado fijo de la plantilla. Todo marchaba bien hasta 2011. “Me salieron unas varices y tenía que operarme, entonces me dicen que no debo operarme, que lo debería hacer en vacaciones”, cuenta. Lo que no se imaginaba es que le acarrearía consecuencias tan graves. Recibió el alta de la mutua a las tres semanas de ser operado. “Me dicen que le van a poner en caja o en otro puesto que no me afecte”. Pero no fue así. Aún con 20 puntos en la pierna izquierda, le asignan las tareas de reponedor, "me dijeron que me buscara la vida", y además le redujeron las horas de contrato de 40 a 30, pero le exigían el mismo trabajo. “Les dije que si hacía el trabajo de 40, que me pagaran las horas de 40 horas, y vino el jefe de Sevilla y para decirme que estaba muy mal asesorado por el sindicato, que si quería que dejara el trabajo y respondí que no, que yo quería continuar”.
Le amonestaron porque había disminuido su trabajo voluntariamente. “Respondí que era por mi enfermedad, no podía rendir como antes, ni como el resto”. Según el portuense, quisieron bajarle el cargo, le enviaron a una supuesta compañera que en realidad le investigaba, trabajaba más horas de las estipuladas y también le hicieron responsable de la frutería. “Evidentemente, si tienes más tareas, no rindes igual; Me decían el horario la noche antes. Si me tenía que dar patadas en el culo, me las daba. Te tiene que dar tiempo, me decían”.
Lo peor vino después cuando debió operarse de la pierna derecha en enero de 2016 y le vuelven a insistir en que la intervención debería ser durante sus vacaciones. Le llaman por teléfono incluso de camino al quirófano y cada miércoles durante las seis semanas que estuvo de baja. Ante la presión, llegó a enviarle la foto de la pierna. A su vuelta, le modificaban el horario para que no pudiera descansar, le presionaron para que cambiara de aspecto, y la imagen de los perfiles en redes sociales. “Me llaman cuando estoy dormido, me dicen que cambie la foto y que después siga durmiendo”. Hasta que ya no pudo más. Le dio un ataque de ansiedad y desde entonces se encuentra de baja. “El psiquiatra dice que los cambios de turnos, de compañeros, el no tener un horario fijo… es una bomba de relojería; sufro insomnio crónico, a nivel personal me afectaba porque todo eran discusiones con mi pareja”. Hoy sigue con medicación.
El suyo es uno de los casos que trabaja la CNT. El sindicato comprueba la información de los especialistas y los trabajadores afectados, y el abogado prepara un informe y se interponen denuncias por acoso si procede. Pero no es el único caso de acoso laboral denunciado por trabajadores de esta cadena de supermercados. Aurora Van Echelpoel, afincada en Jerez, se formó en el DIA de la Asunción en 2007 y luego la pasaron al establecimiento ubicado en la avenida de Puertas del Sur. Ella tuvo que trabajar cuando aún no se había recuperado de una fractura en el pie producida por una caída mientras trabajaba. “Me hicieron firmar un papel: que yo pedía bajar a 24, me dijeron que si no ya sabía. Viendo que mi situación familiar era mala y lo firmé. Me incorporé colocando el pie sobre la caja fuerte —ubicada debajo de la caja registradora—, decían que estaba apta para trabajar”.
Aurora deja claro que es imposible hacer lo que te piden en el tiempo establecido y que ordenaban a los empleados tareas para humillarles. Me presionaban con la niña porque me decían que me tendrían que cambiar de turno. Y se lo cambiaron. “¿Quién iba a cuidar a mi hija de seis años, sola?. Tuve que enseñar a mi hija abrir la puerta, a cerrarla, a utilizar el microondas y calentarse la comida…”. Y por supuesto, tenía miedo de que Asuntos Sociales la apartaran de su lado por no poder cuidarla. Llegó a trabajar con tendinitis en la mano.
Finalmente, en 2014, se dio de baja por una fractura en el pie. Mes y medio después le enviaron la notificación de despido por baja productividad. “Ese es el motivo estrella de despido en DIA”, apostilla José Manuel. Cuando el sindicato contactó con el supermercado y mencionaron el despido de Aurora, la empresa respondió directamente con una sola palabra: "improcedente". “Sentí que me quitaba un gran peso de los hombros. No he podido cuidar en condiciones a mi hija durante varios años, aunque ella me dice que soy una súper mamá”.
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