La pesadilla de un hijo tras perder a su padre por covid en el Santa María del Puerto: "Es la casa de los horrores"

El periodista Wayne Jamison muestra su indignación ante "la actuación y la actitud de los supuestos profesionales" que atendieron a su progenitor. "Mi padre se contagió en el hospital y no nos han dado explicaciones ni informes médicos", relata

Imagen del Hospital General Santa María del Puerto. La Junta pagará 121 millones a Pascual para poner fin a sus litigios judiciales.
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El periodista y escritor roteño Wayne Jamison ha mostrado su indignación en redes tras el fallecimiento de su padre, molesto por "la actuación y la actitud de unos supuestos profesionales". 

Wayne ha narrado, desde la rabia e impotencia, lo que le ha tocado vivir "en el supuesto hospital Santa María del Puerto". Relata los hechos con la intención de "alertar a otros usuarios" y para ver "si la administración competente toma cartas en el asunto". 

Su padre falleció el pasado fin de semana a los 85 años. Las circunstancias que han rodeado los últimos días de su progenitor han sido muy dolorosas para el periodista y su familia. "Uno puede aceptar un posible error, incluso en circunstancias extremas como las vividas, pero resulta más complicado cuando a este se suman, encima, recibir escasísima información y la ausencia de tacto y unos modales más que cuestionables por parte de esos supuestos profesionales en unas circunstancias, como digo, extremas.". 

Su padre ingresó el 29 de noviembre en el referido centro hospitalario por una dolencia que nada tenía que ver con el covid. Apostaron por un tratamiento conservador en lugar una operación, que podría ser más peligrosa por su avanzada edad. "Tras tratar con al menos cuatro médicos diferentes y diagnósticos a nuestro entender contradictorios, al menos en lo que al origen del problema se refiere, una cirujana apuesta semanas después por operar de urgencia porque el tratamiento no ha surtido efecto", narra Wayne. 

"Le hacen la prueba del covid, pero no lo aíslan. Se ha contagiado en el hospital. ¿Cómo es posible?"

Tras cinco horas de quirófano y nueve días en la UCI, hay ausencia de reacción neuronal. Pasan las semanas y su padre se va marchitando poco a poco sin haber reacción ni acción por parte del equipo médico, hasta que deciden hacerle un tac pasadas casi tres semanas. "Pero, vaya, mala suerte: cuando van a hacérselo perciben síntomas sospechosos y le hacen la prueba del covid. Pero no lo aíslan. Mientras esperan los resultados lo devuelven a la habitación que comparte con un recién operado de próstata, su acompañante y servidor, primero, y mi madre, después. Da positivo. Se ha contagiado en el hospital. ¿Cómo es posible?".

El miércoles 12 de enero se acaban las visitas y llaman a la familia para informar de que todo "sigue igual". El sábado 15, sobre las dos y media de la tarde, reciben una nueva llamada para decirles que "respira un poco peor". Wayne pide explicaciones. "Quiero saber qué ha pasado, cómo es posible que se haya contagiado en el hospital, por qué hemos recibido tan poca información de todo lo que han hecho con mi padre desde que ingresó, por qué no hicieron algo antes… Amablemente, me dicen que hablarán con el director médico y que el lunes me llamarán". 

El mismo sábado por la noche, una doctora le llama por teléfono para decirle que su padre ha fallecido a causa del covid y le pide que inicie lo antes posible los trámites con la funeraria. "No aguanto más. He tenido la sensación de vivir en la casa de los horrores durante las últimas siete semanas. He visto a mi padre en situaciones deplorables. Ahorro detalles desagradables. He visto a mi madre llorar de rabia e impotencia por la falta de información y la actitud de algunos supuestos profesionales. No hay medios. Las enfermeras están desbordadas. Mi padre ha pasado por habitaciones en tres plantas diferentes, Urgencias, quirófano, UCI y zona Covid. He visto morir a cuatro personas. Intento mantenerme entero y mantener la compostura, aunque me da reparo hasta preguntar", se queja amargamente Jamison. 

Tras todo lo sucedido, este miércoles, Wayne acudía al Hospital Santa María del Puerto a pedir las explicaciones que "no nos han dado y los informes médicos correspondientes. Cojo número y guardo cola con la esperanza de poder cerrar de una vez el capítulo más desagradable y doloroso de mi vida, deseoso de pasar página. O al menos de intentarlo. Área de administración. Me atiende una chica muy amable. Pido el informe médico. Me dice que tengo que rellenar un formulario y adjuntar una serie de documentos. Mierda. Ya empezamos. Uno de ellos es… ¡el certificado de defunción que con suerte el juzgado tardará dos semanas en entregarme! La defunción, por cierto, que el propio hospital había certificado el sábado. '¿Y cuánto tardarán después ustedes en facilitarme el informe médico?', pregunto a la chica mientras me revuelvo incómodo en la silla. 'Puede que unas dos semanas. Ya le llamaremos'. Es decir, que, con un poco de suerte, hasta dentro de algo más de un mes no dispondré de ello". 

"Jamás olvidaré estas ocho semanas. Ni los episodios relatados ni otros que me guardo de momento"

Una situación que el periodista califica de "surrealista" y pide hablar con un superior. "A los pocos minutos llega quien parece estar al frente, al menos esta mañana, del área de administración del hospital. Sale de su despacho con cara de pocos amigos. Pienso que no le ha gustado que le molesten. No se digna a sentarse. Me atiende de pie mientras yo permanezco sentado. A nuestro alrededor, personal del hospital y otros usuarios. Todos pueden escuchar. Le digo que no es un tema para tratar así. Accede de mala gana a sentarse. Le planteo la situación. Me responde sin un lo siento ni un pésame por delante. Nada. Me dice que eso es lo que hay y amaga con marcharse. Le digo que quiero que me informen, que ni tan siquiera se dignaron en llamarme el lunes y que no sé si tengo que enfrentarme a un caso de negligencia y que quiero saber qué ha pasado con mi padre. Si no estoy conforme, puedo denunciar en un juzgado, me suelta. Tal cual. Sin anestesia". 

Aunque el cuerpo le pide reaccionar de otra forma, se limita a pedir la hoja de reclamaciones. "Jamás olvidaré estas ocho semanas. Ni los episodios relatados ni otros que me guardo de momento. Afortunadamente, tengo pruebas de lo que digo. Pero lo que seguro que tampoco olvidaré nunca es la cara del ¿señor? que me atendió esta mañana. Su respuesta, sus gestos, su soberbia, su ausencia de tacto, su capacidad para multiplicar el dolor en un trance ya de por sí tremendamente complicado de gestionar emocionalmente.

"El Santa María del Puerto es un hospital –cuenta– concertado perteneciente al Grupo Pascual. Eso quiere decir que cobra a la administración pública correspondiente los servicios que presta cuando esta le deriva pacientes. Mi padre vivía en Rota y fue derivado allí por el Servicio Andaluz de Salud, como parece que está haciendo con la mayoría de los residentes en esa población, en lugar de hacerlo a hospitales públicos cercanos, como el de Puerto Real o el de Jerez. ¿Cuánto cobrará por las casi ocho semanas que mi padre ha estado allí? Mis propios cálculos me producen escalofríos y aumenta mi indignación. Lamento este vómito, pero la rabia, la indignación y la impotencia han podido esta vez conmigo". 

Sobre el autor:

R. G.

Periodista con más de veinte años de experiencia en los medios de comunicación (prensa escrita, digital, radio y televisión). Autor de 'Nosotras. Historias del olvidado deporte femenino' y otros seis libros más. Recuperando la ilusión por contar la vida en lavozdelsur.es

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Comentarios (1)

Pepa Lozano Hace 2 años
Siento mucho por lo que has pasado. Los hospitales de Pascual son lo peor y algunos de sus "profesionales" deberían ser inhabilitados para siempre. Yo también sufrí una doble negligencia en el Hospital de Villamartín del mismo grupo y las explicaciones brillaron por su ausencia, hablaron de un "accidente". Al terminar la pesadilla pedí el historial e informe médico y me dieron unos cuantos folios con información incompleta y la parte de los días que estuve en UCI no aparecía. Espero que
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