La odisea de Elizabeth: dar a luz en su casa de Lebrija guiada por teléfono por un sanitario

Un parto adelantado imposibilita que pueda trasladarse al hospital. Tanto ella como su marido agradecen la magnífica labor de los policías y sanitarios que les ayudaron durante el parto

Elizabeth junto a su bebé en la ambulancia tras haber dado a luz en su casa de Lebrija.
Elizabeth junto a su bebé en la ambulancia tras haber dado a luz en su casa de Lebrija.

El pasado martes por la mañana, Elizabeth se puso de parto en su casa de Lebrija. Todo ocurrió tan rápido que no les dio tiempo ni de acudir al hospital. "Me levanté temprano para llevar a mi peque a la guardería y comencé a sentir dolores de regla", cuenta a lavozdelsur.es.

"Se lo comenté a mi marido, que se iba a trabajar, me preguntó si eran contracciones y yo le dije que no", continúa. Tan intenso era el dolor que sentía que tuvo que llamar a su madre para que le ayudara a vestirse y se llevara a su hijo a su casa. "No podía ni hablar, me encerré en el baño y traté de seguir organizando las cosas que me tenía que llevar", recuerda.

A pesar de que, como explica, "yo ya sabía lo que era parir", reconoce que "creía que mi cuerpo se estaba preparando para dar a luz", de modo que tenía previsto ir a Sevilla para someterse a una revisión en el Hospital Virgen de Valme.

Con los dolores cada vez más constantes e intensos, llamó a su marido para que volviera a casa y la recogiera para marcharse. "Yo quería dar a luz rodeada de médicos. Pensaba que me daba tiempo de marcharme", asegura, pero se equivocó.

A su llegada, Elizabeth aún pensaba que le daba tiempo de ser ingresada antes de ponerse de parto. "Los dolores ya se iban produciendo cada medio minuto y le pedí que me echara un poco de agua caliente. Me relajé mucho, pensaba que era lo que me hacía falta para poder salir de casa pero cuando salí de la ducha y me puse la ropa interior volví a sentir un dolor muy intenso", explica.

En el momento en que sintió el aro de fuego —en partos sin epidural, un intenso escozor cuando la cabeza del bebé comienza a asomar— se dio cuenta de que el alumbamiento era inminente. "No quería asustar a mi marido, así que le dije que ya tenía ganas de empujar y le pedí que llamara a una ambulancia", rememora emocionada.

Fueron momentos de gran desconcierto para la pareja. "Cuando él vio la cabeza del niño asomando fue corriendo a llamar al 061 mientras yo me apoyaba en el lavabo y le agarraba la cabecita", señala Elizabeth, que agrega que "el sanitario nos daba instrucciones por teléfono y me pedía que me tumbara pero no era capaz de hacerlo".

 

"Recordé que en los partos sin epidural no podemos empujar porque nos podemos desgarrar. Suspiré y poco a poco fue bajando en la bolsa"

 

Contra el lavabo, casi en silencio y con la voz del trabajador médico de fondo esta mujer de Lebrija puso en práctica lo que había aprendido en las clases de preparación al parto a las que acudió durante su primer embarazo para dar a luz sin producirse ningún tipo de lesión. "Recordé que nos explicaron que en los partos sin epidural, cuando sentimos el aro de fuego no tenemos que empujar porque nos podemos desgarrar, lo que hay que hacer es suspirar y eso hice. Suspiré y poco a poco fue bajando en la bolsa", dice.

Lo suyo fue un parto velado, que es como se llama al nacimiento del bebé sin romper la bolsa amniótica que lo recubre. Con la ayuda de su marido, Elizabeth consiguió expulsar al neonato y acogerlo entre sus brazos. Poco después comenzaron a escuchar las sirenas de la ambulancia y de la Policía. "La llamada a emergencias duró tres minutos y no tardaron nada en llegar. Estuvieron fantásticos, cortaron el cordón para reanimar al niño, nos trataron súper bien y nos ayudaron a los dos", cuenta.

Una vez superado el momento crítico, la mamá y su pequeño fueron trasladados al hospital. Para ello los agentes de Policía cortaron el tráfico y les escoltaron hasta llegar a su destino. Estos padres de Lebrija no tienen palabras para agradecer lo que hicieron por ellos y por su bebé, la celeridad con la que actuaron y lo bien que se portaron con ellos.

"El apoyo emocional que nos dieron, el valor humano y el corazón que demostraron tener es algo que les voy a agradecer por siempre", concluye Elizabeth, que este mismo jueves ha recibido el alta y que ya se encuentra en su hogar desansando junto a su hijo recién nacido, Enzo.

Sobre el autor:

Pablo Mata

Pablo Mata

Periodista, graduado en la Facultad de comunicación de Sevilla en el año 2020. Miembro de la Asociación de Prensa de Jerez. He hecho prácticas y colaborado en varios medios para ganar experiencia. También escribo en mi propio blog sobre mi pasión, el deporte, y ahora tengo la oportunidad de aportar mi granito de arena en lavozdelsur.es.

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