Una pareja ha mantenido a sus hijos encerrados durante al menos cuatro años en una vivienda de Oviedo, en condiciones insalubres, sin escolarización y prácticamente sin contacto con el exterior. La alerta de una vecina hace unas semanas facilitó al fin la liberación de los pequeños, que no conocían el exterior y permanecían cada uno de ellos con tres mascarillas cubriendo sus bocas.
La Policía Nacional investiga el caso como un posible efecto extremo del llamado síndrome covid, una secuela psicológica derivada del confinamiento prolongado y el miedo al contagio.
Los menores vivían rodeados de excrementos, basura, medicamentos y animales enfermos. El único que salía al exterior era el padre, encargado de abastecer de comida y suministros al hogar. Precisamente, pese a que para el vecindario vivía solo, traía mucha comida al interior de la casa, lo que fue poco a poco levantando sospechas.
La madre, según relatan los agentes, llegó a pedir tiempo para ponerse una mascarilla antes de permitir la entrada de los policías, un gesto que llamó la atención por su rigidez en el cumplimiento de medidas sanitarias.
El asombro de los niños al ver el exterior
Uno de los momentos que más impactó a los agentes fue la reacción de los menores al pisar el jardín por primera vez. Según fuentes policiales, se quedaron hipnotizados mirando un caracol y sorprendidos por lo que veían a su alrededor, un reflejo del prolongado aislamiento sensorial al que fueron sometidos.
La familia, de origen alemán, se instaló en la vivienda en noviembre de 2021, poco antes del estallido de la pandemia. Esta circunstancia podría explicar cómo lograron permanecer desapercibidos durante tanto tiempo. Solo el padre estaba empadronado, lo que habría dificultado el seguimiento escolar obligatorio de los menores.
El psicólogo José Antonio Galiani considera, en declaraciones a Telecinco, que en este caso hay indicios de una "clara enfermedad mental" por parte de los progenitores. "Vivían en una burbuja. Ni siquiera salían al patio. Todo lo que necesitaban lo pedían por internet", señala el experto. "Esto ha provocado una privación física, cognitiva y lingüística muy grave en los niños", añade.
Un largo proceso de adaptación para los menores
Los agentes también se sorprendieron por la gran cantidad de medicamentos acumulados en la vivienda, lo que refuerza la teoría de un temor obsesivo a la enfermedad. La familia no mostró resistencia a la intervención policial, pero sí una actitud marcada por el aislamiento extremo y el miedo al contacto humano.
El caso está siendo abordado desde una perspectiva tanto judicial como psicológica, dadas las posibles consecuencias en el neurodesarrollo de los menores. Los especialistas señalan que ahora deberán enfrentarse, además, al duelo por la separación de sus progenitores y a un proceso de reintegración que podría ser largo y complejo.
Las autoridades han puesto en marcha los protocolos de atención a la infancia en riesgo, y la investigación sigue abierta para determinar responsabilidades y evaluar el alcance del daño psicológico sufrido por los niños tras años de reclusión.