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Desde hace dos años, Carlos se sienta todas las mañanas en la misma puerta de la calle Corredera de Jerez. Rosario, Elsa…, las vecinas le tienen mucho afecto. Es un hombre aseado —insisten— y muy educado. “Además, no le pide dinero a nadie”. El pasado miércoles, dos supuestos policías de la “secreta” le ordenaron que desapareciese porque estaba dando —le dijeron— muy mala imagen: “Me dijeron que eran policías. No me enseñaron placa alguna pero me ordenaron que me quitara de aquí porque estaba dando muy mala imagen a la ciudad. ¡Como si yo tuviese la culpa de que Jerez esté como está!”. Los vecinos están consternados con lo sucedido.

"Carlos no es invisible", lo dice con mucho coraje, Elsa, quien se ha acercado a darle ánimos junto con Rosario, una empresaria cuya tienda se encuentra al lado donde este linense de 55 años se sienta todos los días por las mañanas para colocar su gorra en el suelo y dar los buenos días a los viandantes. Elsa le vio llorando el pasado miércoles, cuando dos supuestos agentes de paisano le hicieron levantarse del suelo. "Le dijeron que eran policías pero no le enseñaron placa alguna. Y lo echaron de aquí como si...", Elsa hace por reprimir sus palabras. "Yo estoy acostumbrado a que me pidan la documentación —dice Carlos con media sonrisa— siempre son muy respetuosos conmigo, pero estos...".

"Me sentó como un tiro", apostilla Rosario, empresaria de moda que le ha dado, disimuladamente, una tableta de turrón del blando, tal vez para endulzarle el disgusto. "¡Mire usted!, yo conozco a Carlos. Es una persona que no tiene derecho a —sufrir así—. Es muy buena persona —insiste Rosario una y otra vez— muy solidario y muy educado". "En los tiempos que corren esto no es muy normal. Lleva más de dos años aquí al lado de mi tienda y ¿sabes una cosa? —le pregunta al periodista— el otro día un señor mayor le dio un euro y se le cayó un billete, cuando se iba, Carlos se dio cuenta y llamó al hombre para devolvérselo".

Nadie vio a los supuestos agentes que echaron de mala manera a este hombre. Él —dice— lo único que quiere es encontrar un trabajo para poder tener acceso a una paga que le permita vivir en una casa digna, con luz, con agua y con sus dos mejores amigos a los que recogió un día: dos perros. La Policía local de Jerez tiene a seis agentes de paisanos y desde la Jefatura insisten en que ellos no tienen nada que ver con este modo de proceder, porque como ya recordaron al presidente de una conocida organización de hostelería: “La calle es de todos". Además, este equipo policial se encarga de evitar que haya pedigüeños molestando a los ciudadanos. Pero sobre todo, se encarga de informar a las personas sin hogar a dónde pueden acudir a pedir ayuda. El Ayuntamiento de Jerez niega que esté mandando limpiar de mendigos el centro de la ciudad ahora que los contribuyentes se reúnen al son de las Zambombas, para alegrarse por el próximo nacimiento del mismísimo Hijo de Dios.

Cuando se habla de ayuda municipal, Carlos gira la cabeza con impotencia. "¿Cuál es la solución? ¿Llevarme a un albergue? Del albergue a la calle, de la calle al albergue y así siempre. Tengo 55 años. Quiero trabajar. Trabajé en la Agencia EFE en Barcelona, luego en la albañilería, la hostelería... Puedo trabajar en cualquier cosa". "¡Mira, Paco! —me dice—. Los trabajadores sociales me venían a ver al sitio donde vivo con otra persona: un lugar abandonado en el que sin agua ni luz intento organizarme para estar siempre aseado. ¡Pero claro…! Me ven aseado y viviendo bajo una techumbre y porque no soy drogadicto ni extranjero ya no puedo aspirar a vivir dignamente, en un piso o casa y con un trabajo. Yo he tenido la oportunidad de ponerme a trabajar en Todos con casa —una ONG—. Me pedían tener la pensión de los 55 años, pero los trabajadores sociales, sinceramente, no me ayudan".

Y no deja de llevar razón puesto que personas consultadas en Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Jerez reconocen estar desbordados. Y así llevan desde hace mucho tiempo. "Yo lo único que tengo, hoy por hoy, dice Carlos con cierta ilusión, es sacar el día adelante. Me dan ocho o doce euros de limosna, según el día. Esto no es un cajero automático. Dependo de la solidaridad de las personas, porque yo no pido.

El sueño de Carlos por Navidad

Carlos no pierde la esperanza. Dice que aunque los Servicios Sociales de Jerez no le han apoyado en nada, espera contar algún día con un contrato para recibir la ayuda de los 55 años y cuya cuantía desconoce. Entregó su currículo en Cáritas para un trabajo en una tienda solidaria pero sigue esperando esa llamada que tanto anhela. "Me da igual trabajar de lo que sea. Yo lo que quiero es tener una ocupación con mi sitio tranquilo. Con luz y agua. A la edad que tengo no puedo aspirar a dirigir un casino... —ríe—". Los papeles de Carlos para solicitar empleo parecen tan invisibles como él y eso que los entregó todos donde le mandaron…, pero el heraldo de “Sus Majestades” lleva años ocupado entre tanta necesidad como la suya. Algunos quieren creer que “Sus Majestades”, como buenos magos de Oriente, han dejado para consolarle a personas como Elsa, como Rosario y su marido…, gente de corazón sano que pasean a diario por esta calle que es de todos y se inclinan ante él con dignidad para preguntarle si ha desayunado hoy.

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paco mendez

Francisco Méndez

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