Las limpiadoras de la UCA prefieren "llegar más tarde a casa antes que destruir puestos de trabajo"

Un grito de guerra se ha escuchado este viernes en las puertas del Hospital Real, donde se encuentra el rectorado de la Universidad de Cádiz. Los trabajadores y trabajadoras del servicio de limpieza de la UCA han recorrido las calles de la capital para alzar la voz en defensa de un sector “feminizado y precarizado” que supone el medio de vida de unas 180 personas, en su mayoría mujeres.

Paqui Camacho es una de ellas. “Nos han cerrado las rejas como si fuéramos delincuentes”, manifiesta esta gaditana de 49 años que empezó a trabajar en el campus de la Universidad en 1996. Apenas tenía 18 años cuando se adentró en las aulas. Hoy, como presidenta del comité del servicio de limpieza del Campus Universitario de Cádiz, planta cara a una problemática que se repite en los cuatro campus, Puerto Real, Jerez, Cádiz y Algeciras.

La empresa ITELYMP S.L, adjudicataria del servicio desde hace más de 25 años, “incumple el acuerdo de 2013” para las plazas vacantes definitivas. Según explica, aunque hay dos plazas vacantes desde septiembre de este año -una en Cádiz y otra en Puerto Real- “no las da a las personas correspondientes de la bolsa”.

La plantilla ha salido a la calle para manifestar su indignación. “El rector sabe perfectamente que la empresa incumple con esto y está mirando a otro lado”, lamenta Paqui, que manifiesta que dos trabajadoras se quedan sin puesto y “si esas plazas no se cubren, el trabajo lo tenemos que hacer las demás”.

Ante esta situación, la empresa les ha ofrecido cambiar esas plazas vacantes por 35 horas semanas como jornada máxima. “No nos cuadra, no nos vamos a vender, preferimos llegar más tarde a nuestras casas y no tener conciliación familiar a destruir puestos de trabajo”, sostiene.

Las limpiadoras cuentan con dos tipos de contrataciones, el el fijo de doce meses y el fijo discontinuo, que provoca que el personal vaya al desempleo en Navidad, Carnavales, Semana Santa y dos meses de verano. Además, no tienen mejoras económicas. “Somos el segundo colectivo de la provincia de Cádiz dentro de los centros de la Educación Pública las que peores condiciones sociales y económicas tenemos”, aseguran en un comunicado.

No es la primera vez que luchan por que los priegos de condiciones se cumplan. Los limpiadores y limpiadoras ya sufrieron en 2012 los recortes propiciados por la crisis. “No es nuevo para nosotras. Cuando hay un problema como la guerra o la inflación, empiezan por nosotras. Esto es una batalla en la que a la mayoría nos han salido las canas”, denuncia la presidenta del comité.

Pancartas y carteles para hacer ruido y luchar por sus derechos tras ver que las condiciones no mejoran pese a las expectativas que tenían con el actual equipo de gobierno. En su programa electoral contemplaba por no externalizar más servicios e incluir mejoras en los existentes. “El UCA Ilusiona para nosotros sí fue ilusionante, veíamos que era un equipo de gobierno cercano. Pensábamos que iban a cambiar las cosas”, añade la gaditana que reconoce, que aunque “nos dieron algo de lo que nos quitaron en 2012”, los incumplimientos continúan.

El colectivo, que se mantiene con un sueldo de 860 euros líquidos -el personal con más de 25 años- ha ofrecido a ITELYMP S.L propuestas “para que no solo la UCA y ellos salgan ganando”. Sin embargo, la respuesta ha sido negativa.

La fecha límite del contrato vigente entre la UCA y la empresa es el 16 de abril de 2023. “La empresa argumenta que no les dan los números para seguir con la prórroga”, explica. Los trabajadores y trabajadoras piden que se cumpla con el acuerdo y que se atribuyan las plazas correspondientes a las personas que les pertenecen. “Estamos pidiendo lo que es nuestro. La lucha para nosotras es el único camino”, expresan.

A ellas, lo que más les duele es la forma en que se les veía en pena pandemia y cómo se les ve ahora. “Los y las imprescindibles han sido olvidados. A nuestro sector ya no se nos mira como lo que fuimos en pandemia, las que desinfectábamos, las que nos comíamos el virus”, sostiene Paqui.