Tiene seis años y padece una enfermedad congénita de carácter genético, aún sin diagnosticar. Tiene problemas motóricos, déficit cognitivo y una hipoacusia neurosensorial que fue detectada tarde. Leo Arellano de la Rosa, natural de Puerto Real va todos los días al centro de educación especial SAR La Infanta Doña Cristina de Upace en San Fernando. Aunque no habla y tiene un déficit de atención grave, su mirada lo dice todo.
Hace cuatro días, en torno a las 15.15 horas, el pequeño regresó a casa en el autobús escolar, pero, cuando se bajó, sus padres se percataron de que le faltaba uno de los dos procesadores que lleva implantados en cada oído para poder oír. "En una aplicación tengo un geolocalizador y cuando lo miré ya no me daba señal. Por eso pensamos que se le ha caído, se ha mojado o se ha roto", comenta Ana María de la Rosa de la Vega, madre del menor, a lavozdelsur.es.
Leo tiene sordera profunda y necesita este apoyo auditivo para poder escuchar, un proceso de recuperación lento que se agrava tras la pérdida del implante, que es esencial para su recuperación. En verano de 2021 fue la primera vez que este pequeño pudo oír gracias a dos procesadores en ambas orejas que, según su madre, deberían haber llegado antes a su vida.
"Le implantamos tan tarde porque no lo detectamos antes. Desde que nació hasta los 5 años se ha criado en un mundo diferente, nosotros no lo tratabamos como un niño sordo, le gritábamos mucho porque nos daba la sensación de que no se enteraba. Pero no nos hemos comunicado con él como deberíamos de haberlo hecho", expresa Ana María.
"Se alargó porque realmente lo que ha habido es una negligencia", sostiene su madre, que se remonta a cuando Leo tenía 10 meses, momento en el que ella empezó a notar que tenía problemas de audición. "Yo llamaba a mi hijo y no se volvía", cuenta. Decidió llevarle a Atención Temprana de Puerto Real, donde le explicaron que se debía al déficit de atención que presentaba.
"Llamaba a mi hijo y no se volvía"
"Me decían que era por su discapacidad intelectual, pero cuando entró en un colegio ordinario, a los tres años, me comunicaron que tenúan la sospecha de que Leo era sordo", comenta. A partir de ahí, Ana María recurrió a un especialista para que le hiciera una valoración, cuyo resultado fue que su hijo respondía a todos los estímulos menos al auditivo. Acto seguido, le llevó al hospital de Puerto Real donde, tras someterse a una audiometría, determinaron normoacusia, es decir, que disfrutaba de buena salud auditiva.
A los tres años, el pequeño entró en el colegio de Upace y, de nuevo, le volvieron a comentar lo mismo. "Creían que era sordo, y decidí acudir a la sanidad privada, fue ahí donde diagnosticaron que era sordo profundo", cuenta. Tras realizarle una serie de estudios le detectaron hipoacusia neurosensorial y fue implantado bilateralmente. "A veces todo se achaca a la discapacidad y no es así. El otorrino me dijo: Gracias a su cabezonería hoy tenemos un diagnóstico para Leo", relata.
El nuevo procesador auditivo de implante coclear que el pequeño necesita cuesta aproximadamente 9.000 euros, precio que esta familia puertorrealeña no puede asumir. Hace unos días solicitaron ayuda por redes sociales y su caso se extendió con rapidez. Tanto, que ya han recaudado unos 5.000 euros.
"Estamos muy agradecidos con la ayuda que estamos recibiendo. Estamos muy emocionados y llenos de amor. El viernes se anunció y ya el sábado por la tarde me quedé sin poder operar en Bizum", expresa Ana María que no pierde la esperanza de volver a ver a su hijo de nuevo con su implante.
Las personas interesadas pueden aportar su granito de arena a través del número de cuenta ES69 2103 4010 3300 4002 8558 o a través del Bizum al 645 30 53 50.
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