El MotoGP a través de una cristalera

Crónica de la final del Gran Premio de España desde la zona VIP, donde se sigue la carrera desde una televisión, entre canapés, vinos y aire acondicionado

Aficionados intentando fotografiar a los pilotos de MotoGP a su llegada a podio. FOTO: LVDS.
Aficionados intentando fotografiar a los pilotos de MotoGP a su llegada a podio. FOTO: LVDS.

Es mi primera vez. Son las 12:00 horas y no sé ni por dónde tengo que entrar. El dispositivo de la Guardia Civil agiliza el tráfico y me corrige hasta en tres ocasiones. Nada, se me olvida decir que tengo pase VIP y me envían al aparcamiento más lejano.

Está todo abarrotado, incluso hay gente haciendo cola para esperar a que un tren como el del Zoo de El Tempul les ahorre una buena caminata hasta llegar al acceso número 3. Bien. Una vez allí me dicen que no, que siga más adelante: unos 15 minutos a pie y que acceda por la entrada principal. Hace un sol de verano, pero el viento es frío. El ambiente es idílico. Aun así, por el camino no faltan esos buscavidas que, con camisa abierta, riñonera y sombrero de paja, venden bebidas bien frías en neveras de playa.

Llego, muestro la tarjeta que me cuelga del cuello, y me dirigen hasta el puente de Repsol. Al fondo, se ve cómo la Torre Tío Pepe todavía está en obras; y a mi derecha la zona de Tribuna VIP engulle los perritos calientes, bocatas y hamburguesas una hora antes de que la carrera de MotoGP dé el pistoletazo de salida.

https://twitter.com/JuanMarin_Cs/status/1124984191517642752

Cruzando el puente de hierro: unos torreones azules donde bajar a paddock. Pero mi pase no me permite acceder hasta allí. Tengo que seguir un largo pasillo hasta llegar a prensa. Pero antes me topo con algunas salas como la de Repsol, Cirjesa, González Byass o la Junta de Andalucía, donde el presidente, Juanma Moreno, y el vicepresidente, Juan Marín, acompañados de otros diputados del Gobierno andaluz, siguen la final del Gran Premio de España tras una cristalera, con aire acondicionado, canapés, vino y una pantalla con la carrera en directo.

Así estaré yo en breve: entre sofás, camareros, catering y barra libre. En efecto. Saludo a mis compañeros del gremio, a ediles del Ayuntamiento de Jerez y de varias pedanías. Solo consigo identificar a gente del PSOE e IU. Ah, claro, los demás partidos estarán en la sala de la Junta, pienso.

Ahora, una vez en la sala presidencial, a disfrutar. ¿Qué escribo yo ahora?, me pregunto. Mi primera experiencia con el Mundial de Motos es este, así que observo a través de la cristalera y me surgen muchas preguntas: ¿Por qué yo puedo ver el tramo de la salida y luego seguir la carrera a través de una televisión y los aficionados que están en las gradas no? ¿Es divertido ser espectador de tan solo una curva o una recta? ¿Se estarán asando de calor? ¿Cuánto tiempo llevarán ahí?

Un joven sujetando una copa de jerez en una se las salas de la zona VIP. FOTO: LVDS.

Veo que en las gradas gritan, ondean banderas, se levantan y aplauden al piloto del Pramac Racing, Bagnaia, que se ha caído en la curva 2 en el minuto 12. Mientras, en las salas que están tras las cristaleras la gente contempla la tele y cuando escucha un estruendo, mira hacia la ventana. Charla de pie, come, bichean el móvil, se hacen fotos... Fuera hará calor, sí, pero es eso mismo, donde hay calor hay vida.

Dentro, la gente se apelotona a la cristalera en el momento de la salida. Al igual que una vez que esta termina: todos se van en tromba al cristal que da con la zona de podio. Pero ya no son ni aficionados, son teléfonos móviles los que esperan la llegada de los victoriosos: Marc Márquez (1º), Alex Rins (2º) y Maverick Viñales (3º). 

Tras recibir los premios, fuera, en ese pasillo largo: la gente aguarda. Llevan esperando cerca de una hora a que los pilotos salgan. Pero no hay fortuna. No obstante, ahí se quedan, sin sol y donde el viento hiela.

Son las 15:30 horas. Espero a los postres, me tomo un café, y me voy a eso de las 16:15. A la salida del Circuito, un joven me pide el pase que me cuelga al cuello para que su hermano pequeño pueda entrar a ver a su ídolo. A su alrededor, muchos esperan, queriendo hacer lo mismo. Dudo que pueda hacerlo. Sin embargo, me desprendo de la tarjeta y se la cedo. Y es que al final las motos despiertan una pasión que bien muchos no podrían vivir tras una cristalera.

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Claudia González Romero

Periodista.

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