"El día que me vaya me gustaría que pensaran de mí que le di color y cariño al flamenco"

Fatima Canca, 52 años, jerezana de nacimiento y de corazón. Desde su tienda de ropa y calzado se ha convertido en una embajadora extraoficial de este universal arte

Fátima Canca, con su Lola Flores de cartón, uno de los emblemas de su negocio. FOTO: JUAN CARLOS TORO
Fátima Canca, con su Lola Flores de cartón, uno de los emblemas de su negocio. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Su tienda y ella son un referente para los aficionados al baile flamenco de Jerez que nos visitan o que nos siguen a distancia. Esas personas amantes del flamenco de Jerez que ella mima, asesora, ayuda, viste y calza desde hace más de 25 años y que ella llama “Enamoradas del flamenco”. Sus enamoradas del flamenco son más que clientas, y ella es más que una proveedora para ellas. Estas enamoradas del flamenco visitan a Fátima durante su estancia, a veces para comprar, a veces para charlar o para pedir información sobre eventos en la ciudad o incluso ayuda para encontrar alojamiento. Más que una tienda, Fátima se ha convertido en el referente para todas estas personas que acuden a Jerez para formarse en flamenco o para disfrutar de él.

Firme defensora del comercio local y de proximidad, ella empezó en el sector del pequeño comercio desde pequeña, en la tienda de muebles de sus padres. Allí aprendió la importancia del servicio y el trato con el cliente. Después siguió trabajando en comercios de la ciudad, ya en el sector de la ropa y la moda. Hasta que un día, hace ya más de 25 años, decidió emprender y abrir su propia tienda de ropa y calzado, dedicada exclusivamente al flamenco.

Cuéntenos, ¿Cómo surge la idea de abrir una tienda de ropa y calzado flamenco y cómo fueron esos inicios?

Yo quería tener mi propia tienda, ya que desde jovencita me había dedicado al comercio. Abrí la tienda en la calle Francos, cuando la calle Francos era una calle con mucho comercio, no como ahora, y cuando era la calle por la que pasaban aficionados al flamenco ya que iban de paso al Centro Andaluz de Flamenco y a Santiago. La tienda se llamaba La calle del flamenco. Empecé vendiendo ropa y calzado pero la ropa en ese momento no la confeccionaba yo. Al poco tiempo me apunté a clases de confección en el convento que tenía cerquita y poco a poco fui incorporando mis creaciones y servicios de costura. En esa época yo tenía unos 20 años. Y empecé a coser para niñas que traían sus padres y que necesitaban ropa para sus clases y bailes. Niñas como Mercedes Ruiz, Irene Carrasco, RocÍo Marín, Paloma Sandoval y que estaban empezando. Ahora a algunas de ellas las sigo vistiendo y también son ellas las que traen a sus hijas.

Quería tener mi propia tienda, ya que desde jovencita me había dedicado al comercio. Empecé vendiendo ropa y calzado pero la ropa en ese momento no la confeccionaba yo"

En esa tienda, y poco a poco, fui creando esta red de lo que llamo las “enamoradas del flamenco” y siempre con una premisa en mente: Nunca repetir traje a nadie. Coso vestidos exclusivos, no solo para que la clienta se sienta diferente. También porque el flamenco es muy rico y está vivo. El flamenco es variedad. Cada persona tiene no solo su forma de cuerpo, sino también su estilo y personalidad bailando. Yo adapto el vestido al estilo de cuerpo y de baile. A algunas bailaoras les gusta bailar con una falDa ancha para abrirla durante su baile, otras son más de recogerla o agarrarla con un pellizco. Yo tengo en cuenta su forma de bailar para confeccionarles la ropa.

¿Y que siguió a esa época? ¿Cómo es que decidió cambiar la ubicación y ahora la tienda está en la calle Tornería?

Por mi situación personal, yo estaba casada y sufría malos tratos. Nació mi hijo y al verle decidí separarme para que él no tuviera que sufrir lo que yo sufría. Fue su nacimiento el que me ayudó a enfrentarme a la situación. Me separé pero mi exmarido me quitó todo. Me quitó la tienda para que yo no pudiera ganarme la vida. Me amenazó a mí y a mi familia pero aun así decidí seguir adelante con la separación. Le planté cara a la situación, sobre todo gracias a la ayuda de mi familia. Me quedé sin ingresos y sin trabajo. Pero sabía que a pesar de eso era la mejor decisión que había tomado. Fue una época difícil: Un calvario de denuncias, amenazas, desgaste, hasta que mi exmarido, y para no enfrentarse a sus responsabilidades y a la justicia, decidió irse de Jerez. Esos momentos abrieron mi conciencia y supe que eso tenía un nombre y que le pasaba a muchas mujeres: Violencia de género, ahora violencia machista. Así es que dediqué varios años a colaborar con una asociación “Mujeres unidas contra la violencia”. No tenemos que callar frente a esta violencia, sino darla a conocer. Eso ayuda a las mujeres que la están sufriendo a hablar sobre ello, a denunciar y a salir de su pesadilla. No hay que callar, porque callar favorece al maltratador.

Fátima Canca, en su negocio. FOTO: JUAN CARLOS TORO

Desde la asociación pusimos en marcha muchas actividades. Algunos nos llamaban “Esas son las que les pegan los maridos”. Hicimos una campaña que se llamaba “Doy la cara” aquí en Jerez. Íbamos a los institutos. Hacíamos charlas con los policías para que también cambiaran su forma de abordar las llamadas de emergencia. Pero sobre todo acompañábamos a mujeres que padecían maltrato, las escuchábamos y cada una mostraba su caso. Al final son patrones muy parecidos que se repiten y al verlos y escucharlos de otras mujeres, muchas pueden ver que no son las únicas, que los maltratadores suelen seguir las mismas pautas y que se puede salir de esa situación. Fui la presidenta de la asociación durante cinco años. En ese periodO yo me centré en la asociación e iba haciendo trabajos eventuales y cualquier cosa que me saliera. Pero me centré mucho en la asociación.

Pero luego volvió a emprender y volvió a trabajar…

Si, con otras socias pusimos en marcha una empresa social “Aflamencando”. Dábamos trabajo a víctimas de maltrato de la asociación. Cosíamos ropa de mujer aflamencada y la vendíamos en una tienda que abrimos en el zoco de artesanía. En ese momento el Ayuntamiento tenía subvenciones para el zoco, y otros artesanos y proyectos nos instalamos en él. Pero al acabar las ayudas nos tuvimos que ir. Además, una de mis socias murió, así que decidí empezar de nuevo sola y abrí esta tienda, aquí en la calle Tornería. Y volví a centrarla en ropa y calzado flamenco.

En mi tienda no solo vestimos, ayudamos en todo lo que podamos para que los visitantes pueden estar a gusto en la ciudad y puedan conocer mejor Jerez"

Y desde aquí viste y calza a bailaores y bailaoras amateur y profesionales de todo el mundo.

Sí, tenemos clientes de todo el mundo. Y nos siguen muchas personas en las redes, que quizás no han venido a Jerez pero que nos siguen y comparten nuestras publicaciones. Y no solo vienen a comprar. Muchas de las clientas son habituales que vienen a Jerez a formarse cada Festival o cada verano, o incluso más a menudo. Y no solo les vendemos ropa o zapatos. Algunas me piden contactos, información sobre cursos, sobre escuelas, sobre alojamientos, o vienen a comprar entradas a espectáculos. Aunque este verano ya no podemos vender entradas ya que lo ha canalizado todo el Ayuntamiento. En mi tienda no solo vestimos, ayudamos en todo lo que podamos para que los visitantes pueden estar a gusto en la ciudad y puedan conocer mejor Jerez.

En las redes nos siguen más de 4.000 personas. Y no solo colgamos cosas sobre nuestros productos. Desde hace unos años me ayuda con las redes un experto en comunicación, porque yo siempre digo que zapatero a tus zapatos, y vamos haciendo y colgando videos; informando de lo que tenemos en Jerez en verano como espectáculos, o cosas tan dispares como enseñar a guardar una bata de cola en una bolsa o como refrescar un patio. Nos ha pasado que viene gente a la tienda y al verla la reconocen y nos dicen que nos han visto en videos en la red. Sobre todo cuando ven a nuestra Lola Flores en la puerta. (nota: Para los que no conozcáis la tienda, una Lola Flores de cartón casi a tamaño real preside la puerta de entrada, y Lola aparece en muchos de sus videos).

La empresaria Fátima Canca, mirando por la ventana de su tienda. FOTO: JUAN CARLOS TORO

¿Cuál es el sitio más remoto o extraño donde ha enviado algún pedido?

Hemos enviado ropa y zapatos a casi todo el mundo: Canadá, Japón, Corea... Pero creo que el más curioso fue a Burundi, y fue antes de la guerra y el genocidio que tuvieron allí. De hecho no lo envié directamente. Me pidieron que lo hiciera a la embajada francesa y ellos lo reenviaban.

¿Qué opina de la situación del flamenco en Jerez y de su futuro?

Opino que deberían llevarse a cabo más iniciativas para apoyarlo. Sobre todo para que siga siendo un flamenco autentico y de Jerez. Estaría bien desde el ayuntamiento hacer más cosas en la calle y gratuitas para la gente que nos visita. Tampoco debemos perder la esencia y espontaneidad de nuestras peñas y de nuestro flamenco más local. Y esto es algo que no digo yo, es lo que me dicen a mí las “enamoradas del flamenco”. Sobre todo en época de Festival de Jerez. Ellas dicen que echan en falta mayor presencia de artistas jerezanos. Ellas pueden ver la programación más internacional en sus ciudades y en sus teatros pero cuando vienen aquí buscan otro tipo de flamenco. Por eso intentan ir a las peñas, tabancos y espacios alternativos todo lo que pueden. Y yo estoy de acuerdo con ellas. Creo que deberíamos ayudar más al flamenco de aquí y darle más visibilidad.

En cuanto al futuro, por suerte tenemos buena cantera. Bailaoras y bailaores muy buenos, profesionales y trabajadores. Hay que cuidar nuestro flamenco, es nuestro potencial como ciudad y como reclamo turístico. Deberíamos mimarlo más.

Su tienda está en el centro de Jerez. ¿Qué opina de la situación actual del centro de la ciudad a nivel comercial y turístico?

Más o menos lo mismo que del flamenco. Que debemos cuidarlo y mejorarlo. El centro tiene gastronomía y bares, pero creo que debemos poblarlo no solo con bares. Es necesario que la gente viva en él y que haya más comercio. Muchas tiendas están cerrando, y son tiendas multinacionales. Así es que imagínese lo difícil que está para el comercio local. El centro es lo que visitan los turistas, y no solo debemos ofrecerles gastronomía y bares. Y también es una pena que cada vez haya más gente que se vaya a vivir a otros barrios. Deberíamos mantenerlo poblado con nuestros propios ciudadanos, no solo de visitantes.

Fátima Canca durante un momento de la entrevista. FOTO: JUAN CARLOS TORO

¿Cómo se imagina en 10 o 15 años?

Me gusta mi trabajo. Me encanta que vengan a verme, a saludarme y soy y seré feliz si consigo mantenerme igual que hasta ahora. Yo firmo si consigo seguir igual. Cada día es un regalo. Y el día que tenga que irme, me gustaría que gracias a mi trabajo y esfuerzo pensaran de mí que le di color y cariño al flamenco. Con eso me siento recompensada.

Acaba la entrevista que hemos hecho en su tienda, acompañadas de Lola Flores y de muchas visitas que han venido. Y como ella dice, algunas a comprar, otras simplemente a darle un beso, a llevarle arreglos o incluso un gazpacho recién hecho. Gente de fuera, gente de aquí, vecinos o extranjeros. Es un no parar. Como ella es. Y me voy a casa pensando en todo lo que me ha contado de su vida: sus varios inicios, su época de calvario, su lucha por seguir trabajando, y me da por pensar que en Google, si buscamos el significado de “resilencia” debería salir ella de ejemplo.

Sobre el autor:

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Lola Vallespi

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