Con el lema “Sevilla para todos”, distintas organizaciones sociales como Ramuca, Somos Migrantes, APDHA, Macarena para Todas y ODS promovían en la mañana de este miércoles una movilización en la Plaza Nueva, frente al Ayuntamiento de Sevilla, con el fin de hacer un llamamiento a la población de la capital hispalense de cara a conseguir una ciudad segura y sin exclusiones en la etapa post covid.
A nuestra llegada al lugar de la convocatoria, nos encontramos tan solo a unas 50 personas, mayormente de mediana edad, que charlan apaciblemente y lucen mascarillas verdes, tal y como se había solicitado al hacer el llamamiento. Nos acercamos y preguntamos a Luz Marina, una de las asistentes más jóvenes que es colaboradora en Ramuca, la red de apoyo mutuo para los barrios de Sevilla surgida para ayudar a mayores y discapacitados tras decretarse la pandemia.
“Tenemos una serie de demandas que hacer al Ayuntamiento, porque surgieron problemas con el confinamiento y las respuestas las hemos dado nosotras desde la ciudadanía”, señala Luz Marina, que recuerda la importancia a la hora de resolver problemas de organizaciones como la suya y también de los vecinos en muchos distritos de Sevilla. Uno de los puntos que más preocupan a Ramuca y por los que se ha llevado a cabo esta concentración es la brecha digital, esos alumnos que por pertenecer a familias en riesgo de exclusión o que, simplemente, se encuentran en núcleos familiares con pocos recursos, no han podido acceder a la educación online que ha impartido la administración. Luz Marina hace alusión a que desde la red mutua han podido cubrir bastante la brecha.
“Le demandamos directamente al Ayuntamiento de Sevilla que no externalice los servicios sociales, que es lo que ha hecho, en lugar de poner más trabajadores sociales”, apunta, en una de las reivindicaciones más urgentes del colectivo. Luz Marina también denuncia la escasa respuesta del Consistorio a organizaciones como Cruz Roja. “Tenían una cola de dos semanas para dar de comer a las personas que lo necesitaban”. Otra de las cuestiones que en la concentración querían exigir era un empadronamiento más sencillo para poder acceder a las ayudas sociales. Y remarca la paradoja del empadronamiento online que facilitó el Ayuntamiento, al cual no podían acceder las personas sin hogar. Del mismo modo, recuerdas que “estar censado en la ciudad, también facilitaría a mucha gente necesitada el acceso a una vivienda digna”.
Otra demanda es la de un carnet de ciudadanía para aquellas personas que no puedan acceder al empadronamiento por distintos motivos legales, pero que, según Ramuca, “también se mueren de hambre y por mucho que no se les reconozca como ciudadanos, están ahí”. Otro tema que abordan las reivindicaciones llevadas a cabo por los distintos colectivos presentes este martes por la mañana han sido el de la utilidad de los centros cívicos de la ciudad. “Hemos tenido que autogestionarnos por parte de los vecinos y vecinas cuando nos donaban comida, el problema era dónde meterla, y tal vez los centros cívicos podrían haber servido para almacenarla. Hay sitios, hay medios y las respuestas las hemos tenido que dar nosotras”.
Señala que a pesar de haber atendido a una gran cantidad de familias, necesitan de las autoridades para cubrir las necesidades de mucha más gente necesitada. “Desde Ramuca hemos atendido a 970 familias, de las cuales el 58% necesitaba comida y, de ellas, el 51% era la primera vez que pedían de comer, por eso no es una cuestión solo de exclusión social”. Y ofrece un dato desolador. “El 81% de las familias a las que se les ha entregado comida, tiene menores a su cargo, lo cual es una invalidación del derecho a la infancia”.
Menciona a los taxistas solidarios, los cuales han ayudado a la asociación a repartir la comida a 300 familias, de un total de 10.000 kg de comida, ropa y productos de aseo. “También está la campaña de vacunas solidarias, que han sido donaciones para 172 viviendas para que no echen a la gente emigrada de su casa”. Luz Marina se queja de que de forma indirecta, no oficial, se les ha derivado gente para que dieran una respuesta a donde no llegaban las instituciones. “Al principio no queríamos ser asistencialistas, pero cuando la gente te llama y te dicen que llevan tres días sin comer, ese debate ya da igual”, y señala a que en un principio, su labor no iba a pasar de hacer la compra para las personas mayores que no podían salir. Luz Marina remarca la saturación de los organismos oficiales durante la pandemia, que no han dado la suficiente respuesta. “El otro día por fin nos escucharon en el Pleno y aprobaron unos presupuestos sociales para el tema alimentación y demás, pero del dicho al hecho hay un trecho”. Y, aunque con cierta desconfianza, se queda con la esperanza de que no solo se queden en la aprobación sino que también se ejecuten.
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