El drama de las cocinas detrás de los 'gusanos' en Camposoto: despidos sin subrogación

Los ex trabajadores de Dulcinea Nutrición, la concesionaria de catering de los cuarteles militares de Cádiz, se encuentran en un laberinto legal. "Para lo poco que nos comunican es para decirnos que no tenemos nada que ganar"

Un momento e la concentración a las puertas de Camposoto. FOTO MANU GARCÍA
Un momento e la concentración a las puertas de Camposoto. FOTO MANU GARCÍA

El programa del chef Chictoe decía que Camposoto era uno de los peores cuarteles del país a la hora de las comidas. Raciones exiguas e, incluso, basados en una denuncia anónima de militares, gusanos en una fideuá. “De los tres comedores en los que se sirvió la fideuá, que salían de la misma olla, sólo en una planta se vieron esos gusanos. Se suponía que tendrían que estar muertos, porque si lo guisas, o están muertos o directamente ni los ves”. Lo dice Antonio Aragón, uno de los cocineros de Dulcinea Nutrición, encargada del rancho hasta octubre de 2019, y que fue despedido a un año de jubilarse, tras 30 años en este cuartel de San Fernando.

Como él, una veintena de trabajadores fue a la calle en la provincia de Cádiz. La emisión del programa de Chicote que repasaba la situación de las comidas que se llevan a la boca los militares, en la primavera de 2019, parece detonante. Pero no, porque Dulcinea Nutrición ha seguido ganando contratos públicos. El último, según el portal infocif, en el mes de abril de 2019, después de la denuncia hecha pública de los gusanos.

La situación es la siguiente. El ministerio de Defensa lleva años externalizando en muchos cuarteles las comidas que sirve a sus militares, en menús que cuestan dos o tres euros a cada uno. El resto viene subvencionado. En otras ocasiones, particularmente no tienen que pagar, como en el caso de misiones de preparación. En octubre de 2019, alegando que Dulcinea Nutrición SL mantenía deudas con la Seguridad Social, Defensa extinguió el contrato y los trabajadores no fijos fueron automáticamente a la calle. Los fijos fueron suspendidos en diciembre.

La pancarta, en el perímetro del cuartel de San Fernando. FOTO: MANU GARCÍA

La batalla está en que estos trabajadores, al depender de una concesionaria, no tienen ahora empresa a la que subrogarse oficialmente. El servicio de cocina lo realizan militares. La limpieza de cocinas, denuncian los trabajadores, la realiza una empresa externa que ha ampliado funciones de la limpieza del cuartel al resto de espacios, por lo que, opinan, aquellos que no eran cocineros de Dulcinea (los auxiliares de cocina) debieran ser "subrogados en OHL". Los cocineros, por su parte, deberían esperar a que otra empresa se haga cargo de la cocina para volver a trabajar.

Cada mañana de miércoles, una docena de ellos se coloca delante de la puerta de Camposoto con pancartas, en la calle, en la vía civil. Hacia dentro no han pasado desde el 1 de octubre. Aquella tarde les avisaron de que debían vaciar sus taquillas, porque al siguiente, no les dejarían pasar. “No lo esperábamos”, explican. “Es verdad que habíamos sufrido impagos, pero no esperábamos esto. Es verdad que la responsabilidad es de Dulcinea, que es la que nos contrata, pero Defensa podría habernos dado una solución”.

Antes, estuvieron manifestándose cada mañana, en horas intempestivas. Todo se hace muy temprano en lo marcial. A las siete, los trabajadores ven amanecer muertos de frío. Se organizan para estar a las siete. A las ocho y media, cuando suena la jura de bandera, se suelen marchar a casa. Como el que mantiene un poco de lo militar dentro, para qué manifestarse a las seis de la tarde. Antes de que salga el sol, uno tiene que estar en planta. Sólo a algunos les van saliendo chapús.

Se sienten abandonados. Nadie les da soluciones. Esta semana, comenzarán los primeros juicios. Piden la nulidad de los despidos. Luego, vendrán las vistas para reclamar las cantidades que cuentan que les adeudan de sus nóminas. El tercer ciclo es el de reclamar subrogaciones. Algunos indican que estarían dispuestos a renunciar a una parte de lo que se les debe para ponérselo más fácil a una empresa que se haga cargo de los nuevos contratos. Lo que quieren es trabajar.

Para la elaboración de este reportaje, el Ministerio de Defensa ha rechazado ofrecer su versión. El grupo parlamentario socialista no ha respondido a la petición. En Dulcinea Nutrición, tratada de contactar insistencia, no responde a llamadas ni a correos electrónicos. Es quizás una muestra del caso que están viviendo.

“Dinero tienen en Dulcinea”, cuentan. “Pero no aquí. Tienen fábricas, los bares de La Moncloa, donde han despedido a gente… Pero como no hay empresa, no hay subrogación”, dice Juan Marín Gálvez, cocinero con dos años en la empresa. Las licitaciones del Ministerio de Defensa son más difíciles de encontrar, más que las de cualquier otro organismo público.

Ana María Amador, Teresa Batista, Cristina Castilla, Diego Jiménez, Rosario Romero, Isabel Batista, María José Álvarez, Raquel Gómez… Son solo algunos de los que cada miércoles se citan en la puerta de Camposoto, su antiguo puesto de trabajo. Y tienen un mensaje. El PSOE los recibió en Madrid. En concreto, la diputada Zaida Cantera, con quien se intentó infructuosamente para ofrecer su versión. “Nos dijo que bueno, que denunciáramos si queríamos, pero que la responsable era la empresa, no el Ministerio. Ella nos contó que de seis veces que había denunciado a Defensa, había ganado tres, pero que ese, para nosotros, no era el camino. Que nos centráramos en reclamar a Dulcinea”.

“Para lo único que nos comunican algo es para decirnos que no tenemos nada que ganar”, cuentan a las puertas de B. “No tenemos pruebas para decir que los gusanos los puso alguien, pero algunos de los que siguen ahí dentro, militares, que no son nuestros jefes, nos hacen llegar que no vamos a volver, que no quieren sacar contrato, qu se hacen cargo ellos de las comidas”.

Parte de la plantilla de ex empleados de Dulcinea. FOTO: MANU GARCÍA

Son alrededor de mil menús, por tres turnos de comida. En los últimos meses, estuvieron fregando platos a mano porque los lavavajillas se habían estropeado y, según indican, se echaban culpas mutuamente Defensa y Dulcinea sobre su arreglo. “Teníamos las manos quemadas de la lejía, acabábamos de fregar a las siete de la tarde después del turno de almuerzo. Y una vez que terminas, ponte a preparar la cena”.

En algunas ocasiones, denuncian que la empresa no se ponía de acuerdo con sus proveedores alimentarios y tenían que acudir al mercado a comprar los tres millares de menús servidos diariamente. “Nos ingresaban 600 euros, mil euros, y vete corriendo a buscar comida”.

Por lo pronto, mientras los juicios no se celebren, no comenzará a aclararse la situación. “Zaida Cantera nos dijo que nos buscáramos otros trabajos, que con Defensa era complicado meterse. Que vea lo que esta situación, este paro en esta provincia. Lo que reclamamos son nuestros puestos de trabajo. Nos los han quitado”.

Sobre el autor:

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Pablo Fdez. Quintanilla

Licenciado en Periodismo y Máster en Comunicación Institucional y Política por la Universidad de Sevilla. Comencé mi trayectoria periodística en cabeceras de Grupo Joly y he trabajado como responsable de contenidos y redes sociales en un departamento de marketing antes de volver a la prensa digital en lavozdelsur.es.

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