Dimbali, el equipo de fútbol sala formado por migrantes que "hace olvidar las cosas malas"

El club, nacido de la Red de Apoyo a Inmigrantes de Jerez, pretende "crear conciencia y llamar la atención sobre los males de la política europea de inmigración y la situación de las inmigrantes a todos los niveles"

Iván Caro, de espaldas, dando instrucciones a algunos jugadores del Dimbali FS. FOTO: MANU GARCÍA
Iván Caro, de espaldas, dando instrucciones a algunos jugadores del Dimbali FS. FOTO: MANU GARCÍA

“El deporte te hace olvidar las cosas malas”, dice Habib Bodian, quien a sus 18 años sabe muy bien lo dura que puede ser la vida. Lo hace después de terminar un entrenamiento en las pistas deportivas del barrio de Vallesequillo, en Jerez, donde juegan un par de veces a la semana. Habib salió de su país natal, Gambia, con apenas catorce años. En su casa eran siete hermanos, y sus padres no podían hacerse cargo de tantas bocas, por lo que decidió aliviar la economía familiar emprendiendo un largo viaje que lo llevó a cruzar Senegal, Mali, Argelia y Marruecos, donde estuvo dos años esperando su momento para cruzar a territorio europeo.

En una patera, con otras diez personas, estuvo más de doce horas en aguas del Estrecho. “Tenía miedo”, confiesa Habib, que por ser menor de edad estuvo internado en un centro de menores y ahora está, provisionalmente, en el piso de una ONG. Pero un par de veces en semana se olvida de todo eso. Cuando se pone las botas y la equipación del Dimbali Fútbol Sala, todo eso pasa a un segundo plano.

Camara Aboubakar es el capitán del equipo. Es de Guinea, tiene 28 años, y en su país trabajaba como carpintero. “Pero había muchos problemas, es complicado”, dice chapurreando el castellano. Ya lleva un año en Jerez, donde realiza prácticas de empresa en Ikea, gracias a un programa de la Fundación Don Bosco, y comparte piso con un amigo. Después de recorrer más de 4.000 kilómetros, pasando por Guinea-Bisáu o Senegal, antes de recalar en Marruecos, ahora echa la vista atrás para recordar lo “duro” que fue cruzar en patera, unos recuerdos que prefiere no sacar a la luz, por dolorosos.

La plantilla del Dimbali FS, después de un entrenamiento. FOTO: MANU GARCÍA

“Cuando era pequeño jugaba en campos de tierra”, dice Camara, que soñaba con emular a algún jugador del Real Madrid, el club al que sigue. Ahora, añade, está contento en el equipo, donde solo piensa en que “progrese” y en ganar partidos. Como su compañero Aboubakar Bolaro, de 23 años y compatriota suyo, que se deja la piel en el Dimbali FS. El joven migrante cuenta que en Jerez solo ha encontrado “gente buena” que lo ha ayudado desde su llegada. Antes, lo tuvo más complicado.

“Dormía en la calle y me buscaba lo que fuera para comer, para beber buscábamos un río…”, relata Aboubakar. Después de estar tres días flotando en una zodiac en la que se embarcó pagando algo más de 500 euros, con otras cuatro personas —una de ellas murió durante el trayecto—, llegó a España. En Jerez lleva seis meses, donde llegó sin zapatos, que consiguió gracias a la Red de Apoyo a Inmigrantes de Jerez. Más que un equipo, el Dimbali es una familia. En lengua wolof, que se habla en países como Senegal, Gambia o Mauritania, esta palabra significa ayudar, apoyar, socorrer. Y lo llevan a la práctica.

Samba, Abdullah, Bouba Diallo, Camara, Habib, Hamed, Keita, Ibrahima, Aboubakar y Bouba Bolaro son los integrantes de una plantilla surgida a raíz de los encuentros realizados en la Red de Apoyo a Inmigrantes de Jerez. Un día, una asociación de Cádiz invitó a miembros de la Red a participar en un encuentro amistoso. Desde entonces, todos querían quedar para seguir jugando, explica Iván Caro, el impulsor del equipo, que hace las veces de entrenador junto a su pareja, Marta González.

Dos jugadores del Dimbali FS pugnan por un balón. FOTO: MANU GARCÍA

Entre los dos se encargan de que a ninguno de los jugadores le falte material y organizan los entrenamientos para que cada día uno de ellos lleve la fruta, el agua y los petos limpios. “Cuando te han machacado y te han perseguido, como a estos chavales, es bueno sentir que tienes al lado a un compañero”, dice Iván, quien señala que la creación del equipo “tiene un objetivo político y social, porque pretende concienciar sobre el drama que sufren estos migrantes”.

Esa solidaridad se refleja cuando surge algún problema. Recientemente, a uno de los jugadores le caducó la documentación, y los miembros del equipo se turnaron para invitarlo a comer uno distinto cada día. “Están adquiriendo conciencia de clase”, dice orgulloso Iván, quien señala que su labor va más allá del terreno de juego, ya que tanto él como otros miembros de la Red de Apoyo a Inmigrantes, los ayudan en cuestiones burocráticas, “pero dependen cada vez menos de nosotros”.

El Dimbali FS quiere “crear conciencia y llamar la atención sobre los males de la política europea de inmigración y la situación de las inmigrantes a todos los niveles”, recoge en su acta fundacional, además de luchar “contra el racismo, el fascismo, el sexismo y la LGTBIQ+fobia”. El club abre sus puertas a cualquier persona, “independientemente de su nacionalidad, etnia, religión, orientación sexual, habilidades o cualquier otro motivo”.

Un momento del entrenamiento del Dimbali FS. FOTO: MANU GARCÍA

El espejo en el que se mira el Dimbali FS es el FC Lampedusa, un club formado por refugiados procedentes de países como Togo, Costa de Marfil, Senegal o Gambia, que huyeron de Siria y Libia cuando estalló la Primavera Árabe. Luego llegaron a la isla italiana de Lampedusa, y muchos de ellos recalaron en Hamburgo, donde surgió el nacimiento del equipo, que luego se fusionó con el FC Sankt Pauli. Iván Caro, el entrenador del Dimbali FS, confiesa que le gustaba ese concepto, y lo intentó importar a Jerez.

“La idea era crear un grupo de amigos que jueguen al fútbol y que se puedan apoyar”, cuenta Marta González, quien recuerda la ocasión en la que un equipo de jóvenes de la ciudad les donó dinero para que compraran botas o que el CD Guadalcacín les donó equipaciones para los entrenamientos. “Hay mucha gente buena, pero la mala hace más ruido” recalca. “Me gusta el equipo, son como yo”, remata Habib Bodian, resumiendo la idiosincrasia del Dimbali FS.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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