En la calle Molino de Cádiz, hoy Adolfo de Castro, nació el 18 de junio de 1872 Antonia Monreal, cuyo nombre completo Antonia Ramona Josefa de la Santísima Trinidad Monreal y Andrés. Hija de un comerciante de Cartagena, Pascual Monreal, y de una gaditana, Josefa Andrés, se convirtió en la primera mujer médica y licenciada universitaria de Andalucía.
Son algunos de los datos que arroja el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, donde se aloja su expediente académico, convertido en documento destacado de marzo y abril. En este se explica que estudió en el Instituto Provincial Columela —hoy IES Columela—, y que llegó a cursar parte del Bachillerato en el colegio Pestalozziano, centrado en la pedagogía del suizo Johann Heinrich Pestalozzi. Según recoge el Archivo, estudió alemán y obtuvo tanto el Bachillerato como la Licenciatura de Medicina y Cirugia con la calificación de Sobresaliente. Pero, ¿qué sabemos de Antonia Monreal y de las primeras estudiantes mujeres en Bachillerato y la Universidad?
Entre el Bachillerato y la Universidad: la prohibición de acceso para las mujeres
La joven gaditana fue una de las primeras estudiantes en el Instituto Provincial Columela. Este centro, que pugnó con el IES Coloma para poder ser considerado segundo instituto provincial tras este en Jerez, consiguió dicho rango el 19 de julio de 1876 a través de una Real Orden, que permitía a ambos mantener el rango pese a la limitación de uno por provincia.
Si bien la primera alumna en examinarse de una asignatura de Bachillerato en España fue Antonia Arrobas Pérez en el Instituto Provincial de Huelva, la tercera fue la gaditana Sebastiana Bohórquez Gómez. El documento destacado del Archivo Histórico Provincial señala que los estudios superiores habilitaban al ejercicio de un oficio pero que, sin embargo, no interesaba a las mujeres de clases altas ni "estaba a la alcance de las clases bajas".
Durante un corto periodo de tiempo y a partir de la Real Orden de 19 de marzo de 1882, las mujeres tenían limitado el acceso a la enseñanza superior. La contestación de la opinión pública fue tal que el 25 de septiembre de 1883 otra Real Orden vuelve a abrir los institutos de Segunda Enseñanza, aunque imposibilitándolas a acceder a la Universidad. Afortunadamente, tal y como señala Beatriz Sainz Vera (Cuadernos de Investigación de Fondos del Archivo UCA, 2021: 77), en 1888 se volvió a permitir el acceso a la enseñanza superior, hecho por el que Antonia Monreal pudo acceder a la Facultad de Medicina.
Pese a haber abierto sus aulas en 1863, no fue hasta nueve años después cuando algunas mujeres se pudieron matricular en el centro educativo. Entre ellas, Clara Costea Franco y Sebastiana Bohórquez Gómez, que aprobaron el examen de ingreso en 1872 y se matricularon por libre sin asistir a las clases presenciales. Tras ellas, y en un periodo convulso para la historia de España —de la Primera República (1873) a la Restauración—, se matricularon en el curso 1878-79 Cruz Gaviola Lazpita, María Dolores Muñoz Gómez de la Torre y María Dolores Guerrero Gómez de la Torre.
Los documentos recogen en los años siguientes referencias a otras tres alumnas, María Dolores Naldá Franco, Raquel del Vando Riera y María Gracia Montestruque Auñón, si bien no fue hasta 1882 cuando con diez años ingresó Antonia Monreal. Esta lo hizo junto a otras siete compañeras: las hermanas Carmen y Milagros Iñigo García, Margarita Blanco Berodia, Ana Carvia Bernal, Elvira Moreno López y María Gertrudis Santos Cabeza. De ellas solo tres terminaron todas las asignaturas.
A partir de 1888, las alumnas, que podían matricularse en estudios universitarios por libre o por matrícula, tenían que tener un informe favorable de la Superioridad. "Ello daba a los estudios de secundaria una utilidad que hasta ahora no tenía para las mujeres, a no ser para ingresar a la Escuela Normal o para adquirir una cultura general", advierte el Archivo Histórico Provincial en uno de los epígrafes de su documento destacado del mes.
Titulada en 1896 con la calificación de Sobresaliente
Pese a la existencia del patriarcado, que ha vetado a las mujeres de los estudios superiores y de las facetas de la vida pública durante siglos, son muchas las mujeres que lucharon por un lugar en el mundo científico desde la Antigüedad.
Si bien no pudieron acceder a los centros universitarios en el Medievo, uno de los precedentes más importantes en el ámbito de la medicina es la escuela que dirigió Sarah St. Gilles en Montpellier (Bernis Carro y Cámara González, 1982). Perseguidas por "brujas", no fue hasta el siglo XIX cuando pudieron trascender a su papel de enfermeras, curanderas, comadronas y conocedoras de tratamientos sanitarios, vinculados precisamente a la brujería (Cuadernos de Investigación de Fondos del Archivo UCA, 2021: 76).
Una de ellas fue Antonia Monreal, que aunque se licenció como primera universitaria y médica en Andalucía, desconocemos si pudo ejercer la profesión de doctora. La gaditana siguió los pasos de otras referentes como la catalana María Elena Maseras Ribera, que se matriculó en la Universidad de Barcelona 1872-73 y se tituló como médica en 1879. Hoy, solo 125 años después, poco más sabemos de ella, lo que no exime de tomarla como modelo para que no olvidemos la conquista del espacio educativo, donde si bien hoy es mayoría pesa un importante techo de cristal, más aún en las disciplinas científicas. La lucha no cesa.
El expediente de Antonia Monreal en Bachillerato puede consultarse en este enlace del Archivo Histórico Provincial de Cádiz. En este otro documento se puede acceder a una investigación de la Universidad de Cádiz sobre las médicas de la Facultad de Medina.
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