Vieja a los cuatro vientos
Para Anna Freixas (Barcelona, 1946), el término vieja no debería tener connotaciones peyorativas. Al contrario, ella lo reivindica. Se autodenomina así con orgullo. Lo hace en su día a día, y también su libro Yo, vieja, en el que trata sin complejos una etapa vital que aborda sin cadenas, disfrutando, y dando consejos para llevarla lo mejor posible.
La libertad, la justicia y la dignidad son los tres principios sobre los que gira la obra de Freixas, una profesora ya jubilada, gerontóloga, doctorada en Psicología, nombrada doctora honoris causa por la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla (Colombia) y autora de otros ensayos, como Tan frescas. Las nuevas mujeres mayores del siglo XXI (Paidós, 2013) o Sin reglas. Erótica y libertad femenina en la madurez (Capitán Swing, 2018).
Con un sentido del humor muy peculiar, desgrana cómo se debe afrontar, según ella, la vejez, que cada vez dura más tiempo. Una etapa que muchas mujeres afrontan convencidas de que física, laboral o sexualmente están en declive. Ella combate esos estereotipos. También lo hace en la presentación de su libro en el Ateneo de Jerez, donde es presentada por Teresa Fuentes. En la obra recopila unos "apuntes de supervivencia", como los define ella, para "la nueva generación de viejas que van estrenando libertades, para las que mantienen su dignidad, para las ancianas que mientras se desplazan por el calendario son capaces de escudriñar la vida y las relaciones cotidianas con perseverancia y agudeza".
Por una parte, implica que no te has muerto por el camino, por lo que es bastante interesante. Es un momento del ciclo vital que se llama vejez, como otro se llama adolescencia o mediana edad. Por qué esta palabra está connotada negativamente es un misterio social. La vejez no tiene por qué tener ninguna connotación negativa. Evidentemente, es el último estadio del ciclo vital, pero cuando nacemos sabemos que vamos a morir. En el libro lo que pretendo es resignificar el término, o sea, darle el significado auténtico que tiene vejez, que quiere decir que estás en un momento del ciclo vital largo, porque ahora la vejez puede durar más de 30 años, si tenemos en cuenta que nos jubilamos a los 65 años y la esperanza de vida está cerca de los 90. No podemos vivir 30 años pidiendo perdón por existir.
No, no, soy yo la que yo digo. Yo soy vieja aposta. Somos viejas cuando cumplimos una determinada edad y eso está bien.
"Con las gafas grises puestas compruebas que a veces te tratan como si fueses una niña"
Con ellas se ven todas esas cosas que nos ocurren porque somos mayores, como las que te ocurren por ser mujer, de ahí las gafas moradas. Con las gafas grises puestas compruebas que a veces te tratan como si fueses una niña, o ves muchas situaciones discriminatorias.
Ahí concurren una serie de cuestiones que te dificultan para ser una persona libre, porque no haces lo que tú quieres. Te limitan tus hijos o te limita la sociedad. Primero tienes que ser libre interiormente, para decir quiero hacer esto o lo otro.
Tiene muchas ventajas, se es más sabio, con más experiencia, tenemos capacidad para hacer las cosas bien hechas, utilizamos el sentido del humor... Creo que tenemos muchas cualidades que nos permiten vivir bien. En el caso de las mujeres, hemos creado vínculos, participamos de asociaciones, tenemos amigas, salimos, entramos... Yo creo que la vejez es un buen estado, si tienes una salud mediana y también una pensión suficiente.
Claro, el Estado debería compensar las pensiones bajas de las mujeres, porque sólo por el hecho de haber sostenido el mundo merecen tener un final de la vida digno. Y el dinero es imprescindible. Hay una relación entre dinero y salud, entre felicidad y salud. Al Estado le saldría mucho más barato tener con dinerito a la población mayor.
"La vejez es un buen estado si tienes una salud mediana y también una pensión suficiente"
Tener arrugas significa que hemos sonreído, que hemos hablado, que hemos participado, que estamos vivas, que somos así en realidad. Pues sí. Y las canas son un signo de elegancia. Lo que pasa es que con el cuerpo de las mujeres hay un negocio muy grande.
La Administración haría bien en escuchar las necesidades y utilizar el enorme capital de sabiduría y buen hacer que tiene la población mayor, de manera que ofreciera oportunidades para que la sociedad se pudiera aprovechar de este conocimiento. No a base de crear ONG que sustituyan el trabajo que debería hacer el Estado, sino de crear espacios de mentoría y de asesoramiento en los que las personas pudieran transmitir sus conocimientos de forma generativa a las jóvenes generaciones.
Antes nos moríamos con 50 y pico años, por lo tanto no era un tema que se pusiera sobre el tapete. Ahora sí, está mucho más presente porque si vivimos 60, 70, 80 o 90 años, evidentemente la sexualidad está ahí y está presente, y la gente, pues en esto sigue manteniendo su interés.
Los hombres que leen este libro, lo que me han contado, es que les interesa porque muchas de las cosas que yo planteo.
Es importante tener amigas y amigos, participar de la sociedad y no retirarse antes de hora. Eso te hace poder seguir viviendo. Y tener curiosidad, aprender, participar y vivir. Y luego tener tiempo para sí misma, para no hacer nada.
Comentarios