"Abuelo José, acabo de darme cuenta de que es la primera vez que te hablo a ti, que me dirijo directamente a ti", empieza su alocución Ángeles Barba, nieta de un represaliado por el franquismo en Jerez. Lo hace en el cementerio, durante la inauguración de la placa en memoria de los asesinados durante el golpe de Estado y la dictadura. Su abuelo, José Gálvez Pozo, llega a "chatear" con ella, de forma simbólica.
El acto, organizado por el Grupo por la memoria histórica y democrática de Jerez y por la Asociación de Familiares y Amigos por la Recuperación de la Memoria Histórica de Jerez y comarca, en colaboración con el Ayuntamiento, permite a Ángeles comunicarse con su abuelo represaliado.
"Te he sentido hasta hoy vagando en una nebulosa, morando por un limbo inaccesible para mí. Sin embargo, hoy te presiento, te barrunto", señala Barba, que se imagina chateando con José Gálvez. "Me dices que no para de entrar buena gente, y que hay abrazos, y la alegría del reencuentro. Y te pido que busques y abraces a todos los abuelos, las abuelas, las tías, los tíos, a los amigos, uno por uno, una por una, y les des las gracias de nuestra parte. Gracias, gracias, gracias", prosigue Ángeles.
"Estamos emocionados, sobrecogidos, conmovidos. Encantados también, de teneros y de sentirnos en contacto. Y me guardo y me callo que no sabemos muy bien si esto es un duelo en diferido o la celebración de un hito en nuestra memoria colectiva, o ambas cosas", prosigue Barba. "Pero nos escuece y duele. Y si aquí duele, qué no será por allí", agrega.
En la conversación ficticia con su abuelo Ángeles se imagina que se encuentra con "dos mujeres de bandera, de las que no se achican", con María Hormigo Reina y María Silva Cruz", libertarias, cómo me gusta esa palabra".
También con José Gómez Cantillón, "que aún teniendo su buena colocación en el Ayuntamiento como inspector de arbitrio, en cuanto tenía un ratito enseñaba a leer y a escribir". O con Juan Pavón Torregrosa.
"Ahora soy yo quien te interrumpe y te pregunto si has visto a mi abuela, y me dices que todavía no. Te confieso que daría lo que fuese por ver ese momento", apunta Barba durante la lectura de una carta que conmueve a los presentes.
"Te han tocado la espalda y te vuelves y es tu compadre de tu alma, Francisco Retamero Rodríguez. Qué abrazo os habéis dado. Y se ha juntado Manuel de la Calle. Han llegado los Fernández Gallardo, Domingo y Manuel, desde La Roda. Juan Gil Sánchez, cómo bregó en el campo. Y Rafael Orge Mejías, que se une al trío, ya sois cuatro en comanda de saludos y abrazos", apunta. "Y te paras a advertirme que tengamos cuidaíto, que dicen que queremos avivar el fuego. Y yo te digo abuelo que sí, que hay mucho pejiguera y muchos vainas. Pero que mire cómo venimos de flores para plantar un jardín donde están las cenizas".
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