El derrumbe de la presa de Nova Kajovka, situada en el sur de Ucrania, ha desatada una catástrofe ecológica sin precedentes. "Es como una bomba medioambiental de destrucción masiva", ha señalado el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski.
Tras quedar destruidas la presa y la central hidroeléctrica que estaban ocupadas por Rusia, dentro del conflicto que mantiene con Ucrania, más de 1.500 personas tuvieron que abandonar de urgencia sus hogares.
Más de 80 localidades han quedado completamente inundadas tras este “ecocidio”, en palabras del presidente ucraniano, que tiene clara la "responsabilidad penal" de Rusia en este grave suceso.
Zelenski también ha afirmado que las consecuencias de la tragedia estarán claras dentro de una semana "cuando el agua desaparezca".
Ruslan Strilets, ministro de Medio Ambiente de Ucrania, ha declarado que al menos 150 toneladas de petróleo de la presa habrían llegado al río Dnipro, por lo que hay una gran preocupación por la posible contaminación de las aguas. La fauna, la flora y los cultivos de la zona corren peligro. Más de 300 animales de un zoo próximo ya han perdido la vida.
Y a todo esto hay que unir la preocupación por la proximidad de la catástrofe con la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa y que depende de un suministro de agua para refrigerar sus reactores. Si este se viese afectado, el riesgo de una posible explosión nuclear sería grande.
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